domingo, 27 de diciembre de 2015

UNA NUEVA EDICIÓN QUE DA LUCES




La versión más reciente de “Balún-Canán” tiene un prólogo de la doctora Andrea Reyes. La doctora Reyes es investigadora del Scripps College, de California, USA y, en los últimos tiempos, se ha dedicado a estudiar la obra y vida de Rosario Castellanos.
El prólogo se centra en las críticas que Rosario recibió al publicarse la novela: “¿Cómo una niña de siete años tiene la capacidad de ser la narradora?”. Además, se insiste en retirar a “Balún-Canán” la etiqueta de “novela indigenista” y se propone insertarla en lo que Bajtín llamó “Novela del aprendizaje”, donde se está “ante la imagen del hombre en proceso de hacerse”. En “Balún-Canán” aparece una niña que al término de la novela ya no es la misma del inicio. Esta categorización es, en apariencia, la síntesis de cualquier obra literaria, porque, en la literatura, como en la vida, todo es un proceso de cambio. No obstante, es correcto tratar de eliminar la etiqueta de “novela indigenista” que la propia Rosario rechazó.
En una relectura de escaneo que hice a la novela, hay pistas de un error que ya enmendó la doctora Reyes. Recientemente, Coneculta-Chiapas publicó un opúsculo que da cuenta de una entrevista que Reyes realizó a Raúl Castellanos, el medio hermano de Rosario y Benjamín, el hijo bastardo que don César tuvo antes de casarse con la mamá de Rosario. Como un agregado final, la doctora Reyes asume el error en que incurrió al dar como buena la información (hallada en Internet, ¡por el amor de Dios!), de que Bajucú era una de las haciendas de la familia de Rosario. Las haciendas fueron dos (versiones comprobadas de amigos comitecos muy cercanos a Rosario): El Rosario y Chapatengo. En la contraportada del libro: “Las haciendas de los Llanos de Comitán”, también editado por Coneculta-Chiapas, aparece un mapa de Chiapas donde están señaladas ambas fincas. La finca que aparece en la novela, nombrada Chactajal, corresponde a El Rosario, dadas las pistas que deja la autora. Rosario narradora dice que para llegar a Chactajal pasaron por Lomantán, Bajucú y atravesaron el río Jataté. La doctora Reyes ignoró estas pistas y, en el libro “Recuerdo, recordemos. Ética y política en Rosario Castellanos” da como buena la información equivocada que aún está en el Internet de que la hacienda de Bajucú perteneció a la familia de la escritora. Se sabe que, en efecto, una mujer de nombre Rosario Castellanos fue propietaria de dicha hacienda (de ahí la confusión). Pero, los comitecos sabemos que hay un mundo de diferencia entre una Rosario y la otra. La dueña de la hacienda fue conocida con el mote de doña Chayotona y quienes la conocieron cuentan que la señora fue avara y miserable. Dicen que, a la hora de la comida, se acercaba a una choza de sus siervos y tomaba las tortillas que las mujeres echaban al comal; asimismo, ya en plan de leyenda, cuentan que hizo muchos “entierros” de dinero. Para esta operación se hacía acompañar por un ayudante que era sordomudo. Bajucú, entonces, perteneció a Rosario Castellanos, La Chayotona.
“Balún-Canán” apareció en 1957. En 1959, el enormísimo Günter Grass echó al mundo “El tambor de hojalata”. En “El tambor de hojalata” quien narra es un niño que se resiste a crecer, narra desde su visión de niño de tres años. Claro, Günter, al inicio de la novela dice que lo narra desde su condición ya de adulto, desde un siquiátrico donde está recluido. Rosario cometió el error de no decir, lo que es obvio, que narraba desde su condición de adulta. Tal vez no lo hizo porque no deseaba ser tan transparente a la hora de vaciar muchos rasgos biográficos. ¡Ah, su historia personal es tan cercana a la historia que se cuenta en “Balún-Canán” que nadie puede dudar que la protagonista es ella misma! ¿Por qué la niña narradora de la novela no tiene nombre? Ya algunos críticos lo han señalado: Porque Rosario no tenía nombre. Por eso escribía, para nombrar al mundo y, con este acto, nombrarse ella misma. La hacienda Chactajal que aparece en la novela es la hacienda El Rosario. El cambio de nombre va en la misma dirección.
Bienvenida la nueva edición con el prólogo interesante de Andrea Reyes. Bienvenida la aclaración que la doctora Reyes hace al reconocer que se fue con la finta respecto a la hacienda Bajucú. Claro que más dudas aparecen ahora, porque en la entrevista con Raúl Castellanos, éste dice que la familia de Rosario habitó en tres diferentes casas de Comitán, ¡tres! No, Dios mío, los comitecos sólo tenemos registro de dos: la que está casi enfrente de la salida del Pasaje Morales y la que está frente al módulo de atención turística, del palacio municipal. Doña Lolita Albores contaba que cuando don César venía de Comitán se hospedaba en su casa, ahí tenía su propia cama. ¿Hubo otra casa donde habitó Rosario?