miércoles, 6 de julio de 2016

CORAZÓN DE LEÓN




Un antiguo león de melena, un león africano, está presente en el imaginario colectivo de Comitán. Los comitecos de los años sesenta y setenta lo recuerdan adosado en un esquinero del antiguo parque central. Ahí estaba, con su boca abierta que permitía la salida de un chorro de agua que caía a un estanque pequeño. Un par de gradas, a los extremos del estanque, permitía la bajada al parque y la subida a la calle. Dicho estanque estaba, prácticamente, en la contraesquina del parque central. Todo mundo vio a ese león campante. Una mañana derruyeron el parque central (para ampliarlo) y el león, ya sholco, sin su vocación de tirador de agua, fue a parar al tanque de los caballos (que ya no es tanque, porque no almacena agua; ni da servicio a caballos, porque ningún jamelgo camina por la zona). El famoso león fue grafiteado por algún artista urbano (le puso lentes, tal vez porque lo vio ya anciano, ya con la vista cansada). Las autoridades decidieron colocar una reja que impidiera el paso de muchachos alevosos y ahora ahí está, como si fuera un león de circo, de esos circos de tercera, detrás de una jaula. Los niños de hoy ya no se acercan a verlo, cada vez está más flaco. Las autoridades ¿no se han enterado que ahora los circos no permiten animales en cautiverio? ¿Por qué no lo liberan de esa jaula que lo ha mantenido cautivo durante tantos años? Ah, pobre león de melena, pobre león africano. Tal vez ya ni recuerda los años en que fue libre y recorrió (cuando menos con la mirada) la sabana comiteca del parque central, ya extinto.
Pues resulta que algún comiteco ¡resucitó a ese león! Y lo ha hecho con tal dignidad que ¡no está sholco! Acá está la prueba documental. Este león (puede decirse) es una réplica casi exacta de aquel león del parque central. Este león tiene la mirada altiva, no hace caso del mito que lo tiró. Una mañana, algún cronista (nunca falta) dijo que el león de la pila (porque también había la escultura de un león africano) no correspondía a la leyenda. ¿Cómo un león africano iba a estar tomando agua en el manantial a la hora que un conquistador español lo encontró? ¡No! El león africano no corresponde a esta zona; sin duda que el dichoso animal con garras era ¡un puma americano! ¡Eso, un puma americano! Y las autoridades botaron el león de melena tallado en piedra (se sabe que está en el rancho de un político, quien sin duda lo cuida y le da alimento para que siga engordando) y, no sé cómo, otro día apareció un puma (ya de bronce) realizado por el escultor Luis Aguilar. Los cronistas se sintieron satisfechos: el puma americano sí daba consistencia a la leyenda, en tanto que el león de melena era un absurdo. Tío Cleto, que siempre emite juicios certeros, dio una fumada a su cigarro, miró el árbol de jocote y dijo: “Burro, ¿entonces de dónde agarraron los leones de melena que están en el escudo de Chiapas? ¡Que ya dos leones sobre el acantilado del Río Grande de Chiapa!”. Pues sí, el escudo del estado tiene elementos naturales de Chiapas (el Sumidero) y elementos de la nobleza del conquistador. Y ahí siguen los leones, a nadie se le ha ocurrido sugerir que pongan dos jaguares en lugar de las bestias rampantes (aunque a Quique le daría gusto, porque les colocaría una playera del equipo de fútbol, como para que nos diera más pena).
Pero he aquí que el orgullo comiteco ha vuelto a brillar. Un vecino de la séptima avenida (que ahora es parte del par vial) “revivió” al león del parque central (el triste león del tanque de los caballos) y desde una altura muy digna (para que los grafiteros no se atrevan) mira, con donaire, hacia los territorios de Nicalococ, ese tradicional barrio que tanta fuerza da a la identidad de Comitán (basta decir que es uno de los pocos barrios que conservan su nombre tradicional).
Cuando descubrí este león me paré tantito en la banqueta y, maravillado, escuché su rugido. Casi casi vi su melena movida por el viento de Nicalococ (según Rosario Castellanos, uno de los nueve guardianes del pueblo). Ah, qué belleza de imagen. ¿Cómo agradecer a este comiteco digno el retorno del león al corazón de nuestra identidad?
Los mitómanos de la antigüedad quisieron darnos un elemento de nobleza al meter al león africano en nuestra leyenda, pero no lo admitimos. Los expertos dijeron que no podía ser un león, que debía ser un puma americano (como si ellos hubiesen estado presentes). Capaz que no fue león, ni puma, ni jaguar. Capaz que era un tacuatz bebiendo agua del manantial de La Pila. ¿Por qué a la gente le gusta botar los mitos? Bien que aceptamos a la mítica Josefina García Bravo, pero no pudimos dar crédito al león de melena. No pensamos que ese león de La Pila pudo haber sido primo hermano de los leones rampantes de nuestro escudo. No lo aceptamos. No creímos en la grandeza, en la majestuosidad de ese animal que es considerado en todo el mundo como el Rey de la Selva. No dejamos que fuera el Rey de La Pila. Nuestra historia ganó en credibilidad pero perdió en esplendor a la hora que en lugar del león metimos al puma.
Lo bueno es que ahora un león domina el valle de Nicalococ. Ahí está ¡enormísimo!, a mitad de un balcón. De ahora en adelante, el carro de la reina de Comitán, en el desfile de carros alegóricos de la feria, debiera hacer un quiebre para pasar por la séptima, por el lugar de honor donde está el león que, cuenta la leyenda original, tomaba agua del manantial de La Pila, cuando los conquistadores españoles andaban en busca de un lugar para erigir esta magnífica ciudad. Cuando vieron al león tomando agua dijeron: acá se edificará la ciudad que dará lustre a Chiapas. Casi casi como cuando los aztecas descubrieron un águila parada sobre un nopal, refinándose una serpiente. Las grandes ciudades se han construido bajo el designio del encantamiento. El carro de la reina debería pasar por ahí para que el león, nuestro león comiteco, león africano, león rampante, diga al paso de la soberana: “God save the queen”.
Vi al león y me sentí completo, como si esa figura completara una parte de la historia común, la nuestra, la comiteca. Gracias al vecino que lo “revivió”.