lunes, 11 de julio de 2016

HACETE TACUATZ





En Comitán, al tlacuache le decimos tacuatz. Esta palabra es muy cercana a nuestra cultura. Desde siempre ha estado presente en el imaginario colectivo. No es raro saber que a alguna persona le pusieron tacuatz de apodo (de cariño, los más cercanos, le dicen tacuatzín). En el pueblo, a cada rato, las personas emplean el dicho: “No te hagás tacuatz”, para decir que dejen de estar de flojos, por ejemplo. Y esto es así, porque, explican los que saben, el tlacuache es un animal que cuando se ve en peligro se tira al suelo y simula estar muerto.
Cuando alguien “se hace” tacuatz se anda haciendo tonto y no colabora con el trabajo en equipo. Ejemplos hay muchos en las oficinas, en las escuelas, en el gremio de maestros, con los alumnos, en los restaurantes y en mil lugares más. Ernesto dice que en la burocracia abundan los que se hacen tacuatz (en las oficinas de gobierno hay mil ejemplos y más). Para no trabajar se echan al suelo y no se mueven (como Jaimito, el cartero, para “evitar la fatiga”).
Durante toda mi vida he escuchado la frase, empleada en sentido negativo, pero ahora llama mi atención un cambio de paradigma que a mí se me hace fantástico.
Queda claro, pues, que hacerse tacuatz es hacer como que la virgen le habla a uno y se desentiende de todo lo demás.
Un día, de no hace mucho tiempo, el concepto tuvo un ligero cambio. Estephanie, en plan simpático, dijo que corría en Caña Hueca con “pasito tacuatzero”, así, sin esforzarse demasiado, con paso desganado. La frase se hizo famosa. Víctor, tomando un café en la casa de la cultura, en Comitán, me dijo que era un cambio positivo. Estephanie no usaba la expresión en el sentido de siempre, ella no se hacía tacuatz en el sentido tradicional; al contrario, removía al tlacuache y, sin importar que era con paso flojo, ella corría varios kilómetros. Era apenas un ligero matiz, pero ya cambiaba el sentido. Un pasito tacuatzero es un paso sostenido que, al final, lleva a la meta. A partir de ahí, la frase de hacerse tacuatz dejó su sentido peyorativo y asumió un sentido más prometedor. Prometedor, porque la palabra tacuatz se la apropiaron los jóvenes y esto demostró que ellos son quienes continúan con nuestra identidad. Esthephanie bien pudo decir que llevaba un paso de tortuga, un paso de conejo cansado, un paso de venado desganado, pero ¡no lo hizo! Usó a nuestro animal paradigmático.
Y ahora, qué maravilla, un grupo de corredores se llama “Tacuatz team”. Y acá, dice Víctor, está una conjunción maravillosa: una voz dialectal y una voz extranjera; es decir, el joven comiteco hace una alianza sensacional que habla de una fusión de culturas que abre el panorama de nuestro lenguaje. Pero, lo fantástico, está en su slogan: “No nos hacemos, ya somos”. Con esto le dan una gran torcedura a nuestra tradición, pero es una vuelta que dignifica y que hace más agradable el modo de ser del comiteco.
No hay, en ninguna otra parte del mundo, un grupo de corredores que se llame como se llama el grupo comiteco. Eso es hacer patria, patria chica; eso es afirmar los valores culturales auténticos. El slogan juega de manera sencilla con la costumbre. Si alguien dice ahora: “No te hagás tacuatz”, cualquiera de ellos responde: “No me hago, ¡ya soy!”. Ahora, ser tacuatz no es sinónimo de abulia; al contrario. Un pasito tacuatzero significa movimiento; ser equipero del “tacuatz team” significa participar en carreras, hacer ejercicio, aspirar a ser una persona saludable, reconocer la riqueza idiomática de nuestra cultura.
Es importante que los jóvenes comitecos retomen elementos de nuestra identidad y le añadan su ingenio y coloquen su huella posmoderna.
Una ingeniosidad ha logrado treparse al nivel de genialidad. Si los jóvenes se apropian de los elementos comitecos, los que nos hacen diferentes, el futuro está asegurado. Porque, a partir de hoy, existe la esperanza de que no sólo es el pan compuesto el que tiene asegurada su pervivencia, sino también el término tacuatz y el término cotz.
Bien por estos jóvenes orgullosos de sus raíces, jóvenes que, en medio del juego, preservan lo nuestro.