martes, 19 de julio de 2016

LECTURA DE FOTOGRAFÍA, DONDE ESTÁ UN CUARTETO




Los Beatles nos enseñaron que el número correcto es el cuatro. Claro, en México, Los Panchos insistieron en el número tres, y Pimpinela apostó por el número dos. Los sobraditos, nunca faltan, hacen a un lado a los demás y, como Luis Miguel, se hacen solos. Pero, habrá que reconocerlo: los cuartetos son los que han trascendido. Me refiero a los nombres, porque alguien puede decir que en los años setenta Paul Muriat o Ray Coniff hicieron historia, pero, ¿quién recuerda el nombre del trompetista número cinco de esas grandes orquestas? ¡Nadie! Paul y Ray sí se llevaron las palmas, pero ¿los demás? En cambio, cuando el número de integrantes de una banda no es excesivo los nombres de cada uno trasciende, pero ninguno supera a los nombres de Paul, Ringo, John y George. Ningún cuarteto en el mundo ha dejado más huella. Por supuesto que los melómanos pueden mencionar nombres de otros cuartetos famosos, pero éstos no son tan reconocidos a nivel mundial. Porque, por ejemplo, en Comitán, muy alejado del glamour de Londres, hay un cuarteto de marimbistas que no canta mal las rancheras e interpreta muy bien los boleros y los zapateados. Acá está la foto de este cuarteto inolvidable de Comitán. Esta foto, hay que reconocerlo, tampoco será tan famosa como es aquella donde Paul, Ringo, John y George caminan por una cebra de protección en una calle cualquiera de Londres; digo que era una calle cualquiera antes de que estos genios la colocaran en la portada de un disco, porque un día después se había convertido en una calle celebérrima y ahora, los viajeros, aprovechan a tomarse la foto en ese espacio. Ah, tomarse una foto donde caminaron los cuatro Beatles debe ser como tomarse una foto en el lugar donde nació Jesús, y pongo este ejemplo, porque un día John dijo que ellos eran más célebres que Jesús de Galilea.
“La lira de oro” no necesita más que cuatro integrantes, porque hay marimbas como Águilas de Chiapas que tienden a ser como la Paul Muriat del pueblo, porque, de marimba sencilla, pasaron a ser marimba orquesta. Los conocedores dirán que la modesta Lira de Oro queda muy por debajo de la conocidísima Águilas de Chiapas que, en los tiempos de su director Límbano Vidal, fueron a tocar hasta Japón. Sí, los de la Lira son más de pueblo y esto es lo que hace la diferencia, porque quienes han tenido la oportunidad de escucharlos sabe que cuatro es el número perfecto. Acá no hay metales, acá está la marimba casi en su estado más puro, es una marimba simple, una batería y un bajo. No conozco nada de música, pero puedo decir, por mi experiencia de escucha, que los dos marimbistas tienen funciones bien definidas, uno de ellos lleva la melodía y el otro sólo (este sólo no es un solo simplista) apoya con los bajos. Y digo que aparece en su estado casi puro porque la batería es un agregado que sirve de apoyo, lo mismo resulta con el bajo eléctrico que bien se pudiera eliminar, pero le da un poco de brillo a la ejecución. Si hiciéramos un ejercicio sencillo de imaginación bien podríamos decir que Ringo es el maestro de bigotito que ejecuta la batería. El baterista es el único que está sentado, los demás deben permanecer parados para realizar el oficio maravilloso de dar vida a esos instrumentos que son unos armatostes cuando no reciben la bendición del sonido. La marimba, dicen los que saben, es un instrumento de percusión, para provocar sonido, el ejecutante debe somatarla (acariciarla) con bolillos. El que lleva la melodía en este grupo (llamémosle Paul) sostiene cuatro bolillos en sus manos y quien tenga la fortuna de escucharlo y verlo en plena ejecución comprobará que es un maestro brillante. A cualquier melodía le agrega arpegios (¿se vale el término?) que la convierten en prima hermana del agua y del arco iris. El otro marimbista es quien lleva la armonía, al igual que quien toca el bajo eléctrico. ¡Cuatro, no más! ¡Cuatro, no menos! Igual que los Beatles. Acá, en Comitán, no son Ringo, Paul, George y John. ¡No! Acá, los cuatro de la Lira de Oro son Víctor, Ramón, Antonio y Emilio. En esta fotografía están en el atrio del templo de San Sebastián, que ya es famoso por ser el espacio donde se gestó la independencia de Chiapas.
Cuatro es un número emblemático. Acá está la muestra. Estos compas nunca alcanzarán la fama de aquellos cuatro de Liverpool, pero sí alcanzan el aplauso de quien sabe que la vida está enredada en las lianas de la marimba tradicional.