sábado, 28 de julio de 2018

CARTA A MARIANA, ADENTRO DE UN ACUARIO




Querida Mariana: Hace años, en casa tuvimos una pecera, una pecera pequeña. Era tan pequeña que sólo cabía un pez. La pecera estuvo colocada sobre un mueble en la sala. Cuando alguien de afuera llegaba a casa, como es normal, se acercaba a la pecera y veía al pez. Los niños colocaban las manos en el borde del mueble y sonreían al ver el pez yendo de acá para allá. Como el espacio era breve, al pez no le quedaba más que dar vueltas y subir y bajar. ¡Uf! Yo pensaba que era cruel el destino de ese pez. La mayor crueldad la encontraba en la transparencia de las paredes de la pecera. Pensaba que el pobre pez miraba que afuera de esos límites ¡había más!, pero el aire exterior era un espacio vedado. Le bastaban dos aleteos para toparse con el cristal. Los niños veían al pez y sonreían al ver el movimiento dinámico y bello. Como el pez era uno de la especie guppy, su colorido era fantástico. Su cola era como un abanico bordado por indígenas tojolabales.
¿Quién puede saber si su forma de vida le agradaba al pez? Yo siempre lo vi como un canario, como un canario de agua. Siempre metido en una jaula de cristal, siempre condenado a estar en medio de una burbuja de agua. Estoy seguro que él hubiese querido nadar fuera de ese espacio tan breve, pero no podía hacerlo, porque el exterior era una burbuja de aire. Lo que a los humanos nos da vida al pez le daría la muerte casi instantánea.
No me preguntés qué pasó con la pecera. Sin duda que el pez murió y la pecera se quebró en alguna mudanza.
Recordé la pecera porque vi que el 24 de agosto estrenan, a nivel nacional, la película “Los adioses”, basada en la vida de Rosario Castellanos. En las redes sociales ya está el tráiler de la cinta. ¿Qué tiene qué ver la película con la pecera? Bueno, resulta que una vez, en una charla, alguien lanzó la pregunta: ¿Con qué animal compararías a uno de tus escritores favoritos? Los que ahí estábamos aceptamos el juego. Martín dijo que Julio Cortázar era un gato, un gato de angora, pero un gato que trepaba a los tejados de noche; Lucero dijo que Octavio Paz era un avestruz de alas doradas, experto en esconder la cabeza; Rocío dijo que Marguerite Duras era una paloma con vista cansada, lo que le provocaba tatarateos a la hora del vuelo. Cuando tocó mi turno, dije que Rosario Castellanos era un pez, un pez en pecera pequeña. Lulú sonrió y dijo que Rosario era un pez en un acuario, un estanque enorme, casi del tamaño del universo. Todos estuvieron de acuerdo, menos yo. Entiendo que Lulú dijo lo que dijo porque ama la obra literaria de Rosario. Ella, igual que Óscar Bonifaz y muchos más, estuvo en desacuerdo que hayan publicado el libro “Cartas a Ricardo”, donde queda de manifiesto la relación amorosa, de dependencia brutal, que Rosario tuvo con su esposo Ricardo. ¿Cómo?, brincaron los defensores de Rosario. ¿Cómo es posible que se exponga a la vista de todos los trapitos sucios de Rosario?
Yo pensé en Rosario como ese pez de la pecera de la casa, porque Rosario, de igual manera, tenía mucho aleteo (por alas y no por aletas), pero apenas daba un giro se topaba con la pared de cristal de la jaula donde permaneció siempre.
¿Por dónde va la película “Los adioses”? Desde lo que puede verse en las imágenes del tráiler cuenta su desarrollo creativo y, sobre todo, su vida amorosa.
Lulú ya está puestísima para ir la tarde del estreno. Se da por descontado que Cinépolis la programará para que se exhibida en Comitán. El licenciado Segundo Guillén, quien siempre está muy movido para hacer acciones que atraigan el turismo a la región, dijo, palabras más, palabras menos, que si estuviera en sus manos promovería una “Alfombra roja” en Comitán, con la participación de los principales actores y la directora. ¿Se hará? Corresponde a las autoridades municipales retomar y procurar esta buena idea. Comitán es la tierra de Rosario, ésta es orgullo de esta tierra. ¿Por qué? Pues porque ella creció en este pueblo. Ella vivió su niñez y parte de su adolescencia en esta maravillosa ciudad. Sí, todo mundo sabe que ella nació en la Ciudad de México, pero acá están sus raíces familiares. Su árbol genealógico demuestra que sus abuelos y sus papás fueron ramas comitecas. Además, su obra literaria está llena de la savia que bebió de niña. Su obra contiene modismos, dichos, anécdotas, historias y personajes comitecos. Ella (lo hemos dicho decenas de veces) es la mujer que colocó a “Balún-Canán” en el firmamento universal. No hay comiteco que supere la estatura de esta mujer. Bueno, con decir, que ni Belisario Domínguez (héroe comiteco de gran relevancia nacional) tiene la trascendencia mundial que sí tiene Rosario. No lo digo en voz alta, porque uno o dos políticos se pueden molestar, pero lo cierto es que la obra creativa siempre es superior a la grandeza heroica. Siempre se pone como ejemplo que el mundo recuerda a Miguel Ángel como el inmenso creador de la Capilla Sixtina y muy pocos recuerdan el nombre del mecenas; es decir, del papa que ordenó su ejecución. ¡Claro! La obra de Miguel Ángel es la sonrisa de Dios, lo otro es la mera idea de Dios. La sonrisa de un niño siempre es superior a la más brillante idea acerca de la felicidad.
Cuando estrenen la película ya estarás de nuevo en Comitán (espero que así sea, lo pido). Sé que irás a verla. Si de por sí has sido una gran cinéfila, ahora, con el diplomado, tendrás más elementos para hacer una crítica más fina, más selecta.
La película ha despertado interés. ¡Cómo no! Ya dije que Rosario Castellanos es reconocida, no sólo en el país, sino en muchas partes del mundo. En las redes sociales muchas personas han manifestado que irán a ver la película. Algunos mencionan que le hace bien al cine nacional que se traten temas que se aparten de las trilladas historias donde actúan los Bichir y las comedias bobaliconas donde aparece el mole de todos los ajonjolíes: Eugenio Derbez. ¡Ya chole! Otros, por el contrario, advierten que Rosario no fue la primera feminista (tal como la película quiere vendernos) y que es un contrasentido que la cinta contenga escenas donde la Rosario (nuestra Rosario) aparezca desnuda haciendo el amor, ya que consideran que eso sí es un verdadero desacierto. Si se quiere promover el lado social y revolucionario de la mujer y su dignidad intelectual, ¿por qué la actriz debe aparecer en cueros? Porque, todo mundo sabe, las escenas de desnudos jalan público. Así pues, muchas personas dicen que esta película no rompe estereotipos, al contrario, los repite y los magnifica.
Todo esto provoca un debate interesante. Un debate en que saldrá ganando la obra de Rosario, porque no faltarán los espectadores que se acerquen a conocer más de cerca la obra literaria de ella; un debate en el que (como bien dice el licenciado Segundo Guillén) si Comitán sabe aprovecharlo puede recibir beneficios turísticos, nunca antes visto. Basta decir que Comitán es la ciudad donde se rodaron algunas escenas de “Los adioses”, para que el mundo vuelva sus ojos hacia esta tierra; basta decir que Comitán es la tierra de la mujer de la que habla la cinta, para que, de igual manera, Comitán se convierta en el punto central de atención.
Rosario, de niña, ¿tuvo mascotas? No lo sé. Ella iba a uno de los ranchos de su papá, El Rosario, que estaba cerca de Ocosingo. Ahí, sin duda, miraba las vacas y los toros y los caballos y las cabras (los cabrones, también). ¿Sintió predilección por alguno de esos animalitos? ¿Tuvo, por ejemplo, un conejito que fuera su mascota y al que le haya puesto un nombre especial? Nadie puede saberlo ya a estas alturas. Un amigo de ella cuenta que en una ocasión la vio atrapar a una lagartija y desollarla. ¡Dios mío! Tampoco podemos saber si esta historia es verídica al ciento por ciento. Todo es mera especulación. Lo que sí podemos aventurar, a manera de juego, es con qué animal puede compararse su personalidad. Insisto, querida Mariana, cuando participé en el juego dije que la comparaba con un pez, con aquel pez que estuvo en la pecera de mi casa. La comparé así, porque siempre la vi adentro de una burbuja, una burbuja que ella no pidió, una burbuja que le construyeron los otros, los de afuera. Primero fue esa burbuja donde creció con el complejo de culpa por saberse menos querida que el hijo varón; luego fue la burbuja de la orfandad en la que, de la noche a la mañana, se vio inmersa por la muerte repentina de sus padres, en la gran Ciudad de México; y luego, la burbuja en la que despertó la mañana en que conoció el amor y se enamoró perdidamente del filósofo Ricardo Guerra, padre de su hijo Gabriel, quien (de acuerdo con el testimonio de ella en las cartas publicadas) siempre la menospreció. Ricardo era ojito alegre y encontraba la novedad en muchas otras piernas y muslos femeninos.
Posdata: Según se ve, mucho de la película cuenta la relación que mantuvo con Ricardo. La película ya ganó un premio en el Festival de Cine, de Morelia. Yo, sin más elementos de apreciación estética, la veo un poco lenta, como con muchas pretensiones, con diálogos muy sobrados, pero iré a verla y ya la comentaremos. Pienso que es bueno que en toda la república y en Latinoamérica se hable de Rosario, es bueno porque Rosario es Comitán y cuando lo valoremos ¡Comitán será Rosario! y a todos nos irá bien.