sábado, 21 de julio de 2018

CARTA A MARIANA, CON UN ELOGIO A LA LECTURA




Querida Mariana: Con frecuencia muchos se burlan de “El libro vaquero”, una revista ilustrada, que fue famosa en los años setenta y ochenta. Muchos, en plan de broma, dicen que fulano de tal sólo lee “El libro vaquero”, para burlarse de alguien que no es lector de literatura selecta. Recuerdo que cuando le preguntaron a Peña Nieto aquello de los tres libros y el ahora presidente de la república y ex presidente muy pronto no supo qué decir, Elena me enseñó un meme donde Peña Nieto, con gran seguridad, mencionaba tres títulos: “Justiciero Odioso”, “La muerte llevaba faldas” y “Cazador de indios”, y cuando el periodista preguntaba por los nombres de los autores, Peña Nieto decía: “Son de El libro vaquero”.
“El libro vaquero” es una revista popular, con historias comunes, que son, como ya dije, ignoradas por los intelectuales, pero el otro día escuché la historia de doña Elena, vendedora de tamales en el mercado, que me hizo reflexionar. Ella contó una historia digna de aparecer en “La rosa de Guadalupe”: De niña no fue a la escuela, porque tenía que ayudar a su mamá en el puesto, ya que su madre había enviudado y quedó con cuatro hijos que debió mantener. Doña Elena, ya grande, se decidió a aprender a leer y como tampoco tenía tiempo para ir a la escuela se puso a leer “El libro vaquero”. Doña Cholita, vecina de puesto, (como Dios le dio a entender) le ayudó a identificar las letras y, poco a poco, el milagro de la lectura creció en su mente. Por esto, el otro día, con mucho orgullo buscó entre las cajas de huevos, sacó un ejemplar de la revista y, ondeándola como bandera, dijo: “Yo aprendí a leer con El libro vaquero”. ¡Ah!, tenía una sonrisa como de tanate lleno de orquídeas.
¿Has oído del analfabetismo funcional? ¿Quiénes son los analfabetos funcionales? Los que saben dicen que son aquellas personas que saben leer pero tienen problemas para analizar ideas; es decir, tienen problemas de comprensión lectora. Son muchas las causas del analfabetismo funcional, pero entre ellas está la de falta de práctica de lectura. Conozco a un amigo que aprendió a hablar inglés, pero ahora ya tiene problemas de comprensión, porque (dice) le hace falta practicar conversaciones. Pienso que, en este país de alto porcentaje de analfabetismo, la existencia de revistas ilustradas ayuda a que la gente practique la lectura.
Soy un convencido, siempre lo he dicho, de que las revistas de “monitos” han formado miles y miles de lectores. Los niños que se acercan a leer revistas ilustradas tienen más probabilidades de convertirse en grandes lectores que aquellos niños que no leen tiras cómicas. Al lector de cómics le resulta muy natural dar el siguiente paso, ¡el gran paso!, a los libros de cuentos y a las novelas. He comentado en cartas anteriores que los grandes países lectores tienen a sus grandes personajes de cómics, en Argentina está esa niña maravillosa que se llama Mafalda, y en Francia está Astérix; estas revistas ilustradas han apadrinado a millones de lectores en todo el mundo; ellas han sembrado la semilla de la imaginación y han vuelto adictivos a sus lectores que, sin dudarlo, al crecer física e intelectualmente han subido un peldaño en la escalera infinita y maravillosa de la lectura más selecta. Este acto juguetón ha propiciado cambios en el mundo, porque los lectores son personas críticas y con una visión más amplia de la historia.
¿Vos sabés que el creador del periódico DIARIO DE COMITÁN – NOTICIAS A DIARIO fue Luis Armando Suárez Argüello, actual director de la Casa de la Cultura? Pues sí, el siempre inquieto Luis Armando fue el iniciador de esta aventura editorial, misma que bajo la dirección actual se ha convertido en el periódico más leído de la región. En la propia capital de estado de Chiapas hay muchos periódicos de renombre que no alcanzan a vender, en todo el estado, la cantidad de ejemplares que vende el DIARIO DE COMITÁN. ¿Cuál es la clave del éxito? Que ha dado lo que la gente demanda. Muchos lectores exquisitos critican que el periódico tiene mucha nota roja y que presenta mujeres en paños menores. La nota roja siempre responde al morbo natural que existe en los seres humanos desde los orígenes de la humanidad. Si un reportero del DIARIO DE COMITÁN hubiese vivido en el mismo pueblo en que vivían Caín y Abel, habría enviado un reportaje con el siguiente título: “Caín mata despiadadamente a su hermano Abel” y en el curso de la nota hubiera contado, con pelos y señales, los motivos que llevaron a Caín a darle chicharrón a su hermano; si el mismo reportero hubiera tenido una cámara Canon habría tomado, en primer plano, la quijada de burro que empleó Caín como instrumento asesino. La quijada, perdón, habría mostrado rastros de sangre.
Pero, el periódico es más. Cuando Luis Armando cedió sus derechos se retiró por completo del diario. Muchos años después volvió y se convirtió en colaborador semanal. En ese tiempo (lo juro) comencé a comprar el diario, sin falta, para leer las colaboraciones de Luis Armando, porque en medio de la nota roja y de las chicas en paños menores, había un artículo lleno de sugerencias literarias. El periódico comenzaba a acercarse con mayor inteligencia a la vida cotidiana de este pueblo, que, por desgracia, tiene muchos actos violentos (más en estos tiempos cercanos, donde las autoridades se ven incapaces de garantizar seguridad para los pobladores), pero también está plagado de un intelecto que ha dado luz al propio pueblo y a México entero. Por desgracia, Luis Armando dejó de enviar sus colaboraciones semanales. Ahora, Luis escribe en el HERALDO DE CHIAPAS, periódico estatal que dirige su cuñado Ricardo del Muro.
Hace años, dos de mis fieles lectores me propusieron que publicara ARENILLAS en el diario. Ellos, con buen tino, me indicaron que el DIARIO DE COMITÁN era el más leído y que mis textos alcanzarían a más público. Pensé que era buena idea. Pensé que lo mismo que había hecho tiempo atrás podían hacer otros lectores. Yo compraba el periódico, no para leer las notas rojas ni para ver los traseros de las chicas que por ahí asoman, lo compraba para leer la columna de Luis Armando. De la misma manera que muchos lectores de Playboy no adquirían la revista para ver sólo los traseros y delanteros de las chicas bellísimas que ahí aparecían, sino por la posibilidad de leer un cuento de Vargas Llosa o de Carlos Fuentes; yo buscaba la inteligencia de quien, Polo Borrás dijo, es el mejor escritor de Comitán. Pensé entonces que no faltaría el lector que compraría el periódico para leer la ARENILLA. Y esto, con el paso del tiempo, se ha hecho una realidad. No lo digo con orgullo sobrado, lo digo con satisfacción moderada. Muchos lectores me dicen que buscan con especial interés la edición del sábado porque ese día hallarán las cartas que te envío. Pero, además, y ésta sí es mi satisfacción desmedida, muchos lectores que estaban acostumbrados a solo leer la nota roja y a ver los traseros desmedidos de las chicas, ahora también leen las CARTAS A MARIANA. Vos y yo nos hemos vuelto conocidos. Pienso que esto le hace bien a la humanidad, desde esta pequeña burbuja celeste que se llama Comitán. Me siento chento al saber que, así como Vargas Llosa era buscado en el PLAYBOY, así es buscado Molinari. Mi nombre y apellido se pierden de vez en vez. La otra tarde, una amiga lectora, en el parque de San Sebastián, me llamó y dijo: “Don Arenillas”. ¡Ah, la gran pucha! Me dio gusto. De igual manera, el maestro Jorge llegó un día a la oficina y con la música de la famosa canción de “El organillero”, que cantaba Javier Solís, me cantó: “Ya llegó el Arenillero, con su tema juguetón…”
Por lo mismo, ahora te anexo una fotografía que tomé en el parque de San Sebastián, un sábado, como a las doce del día. Vi que el lector leía con atención el diario, pero mi sorpresa fue grande cuando descubrí que leía la ARENILLA. Fue una Arenilla en la que te platiqué del libro más reciente del investigador Amín Guillén Flores. En esa ocasión dije (tal vez Amín no esté de acuerdo, pero es mi opinión) que dicho libro, “Cántaro y yagual. Apuntes para la historia del agua en Comitán”, es su mejor libro y es como el “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez. A pesar de que García Márquez se encargó de bulbuluquear que “El amor en tiempos de cólera” era su novela superior, la mayoría de lectores sabe que lo dijo porque jamás volvió a escribir un texto tan brillante como “Cien años de Soledad”. Yo espero que Amín siga dándonos muchos libros de calidad, pero creo que difícilmente superará ese libro generoso que aporta una historia fascinante acerca del agua en Comitán. Puede ser que Amín me calle la boca con un librazo. Ya nada más digo.
Posdata: Al periódico le hace bien la presencia de las ARENILLAS, equilibra la balanza donde está la sangre y la carne de los traseros; a mí me hace bien que las cartas que te envío aparezcan en el periódico, porque llego a más lectores que, de lo contrario, jamás se enterarían de las ideas que te comparto. Es una relación fructífera, de muchos años ya. ¿Irme a otra casa? ¿Para qué? En este espacio hay luz.