lunes, 23 de julio de 2018

CARTA A MARIANA, CON UNA HISTORIA DE HOSPITAL




Querida Mariana: ¿Recordás la historia de Ema y Ame? Esta historia aparece en la novela de Bertha Ugueda. Es una historia sencilla, pero a mí siempre me impacta. Cuenta que Ema (niña) y Ame (niño) nacieron en el mismo hospital, en el mismo piso, en cuartos contiguos, el mismo día, a la misma hora, en la ciudad de París. El papá de Ema era mexicano y su mamá era africana, la mamá de Ame era mexicana y estaba casada con un francés. Veinticuatro años después, en un congreso de literatura efectuado en Buenos Aires, Argentina, Ame y Ema se conocen. Ambos son escritores de cuentos para niños y los dos han ganado el Premio Internacional de Cuento Rox Adien. Un día después de la inauguración del congreso coinciden en un hospital, donde han sido convocados para leer cuentos infantiles a niños enfermos. Ahí, ambos se enteran que nacieron en el mismo hospital, el mismo día, a la misma hora, en París.
Rocío dice que la historia es boba, pero a mí me encanta esa coincidencia abrumadora. Por esto, ahora digo que los dos libros que aparecen en esta fotografía tienen algo en común, aunque no lo tengan en su esencia, porque uno es un libro de relatos y el otro es un libro de textos poéticos. La coincidencia se da porque son los libros de julio, en Comitán. Doña Tony, autora del libro “Pecado venial. Relatos y cuentos desde el Sur”, nació en Comitán, quién sabe en qué hospital, hace ya varios años, un poco más de setenta y tantos, y cultiva el relato y la crónica; Mayya Alfaro, autora del libro “Amores de otoño”, nació en Las Margaritas, quién sabe en qué hospital, hace no muchos años, algo más de veintitantos (aplico la fórmula famosa que insiste en que los caballeros no dan la edad de una dama), y cultiva la poesía y el periodismo.
El libro de Mayya se presentó el 7 de julio. Los padrinos del bebé fueron Estrella Molina, Ari Peralta y Daniel Saborío. El libro de doña Tony se presentó el 21 de julio, sus padrinos fueron Amín Guillén Flores y Octavio Gordillo y Ortiz. Ambas presentaciones fueron en el Museo Rosario Castellanos, el museo que ahora está de moda para este tipo de actos. ¡Cómo no! Cualquier escritor consideraría un honor que su obra sea presentada en el recinto que honra la memoria de nuestra escritora mayor.
Así pues, Rocío dirá que estos libros no tienen coincidencia alguna, pero yo digo que son los libros de julio, en Comitán, y esta cercanía los une, porque (debo decirlo) la aparición de libros en este pueblo no es tan frecuente como la elaboración de chimbos. La aparición de nuevos libros en Comitán es noticia agradable.
¿Hay algún otro rasgo que una a estos libros? Sí, la intención sencilla de sus autoras. Bueno, como ya te diste cuenta, el hecho de que sean mujeres autoras es otro rasgo que forma un puente. En la página de Agradecimiento, Mayya dice que su libro está dedicado, entre otras personas: “a quienes con sus palabras (y) su lectura apoyan esta pequeña obra inspirada en algunas vidas”. Por su parte, doña Tony, en la Presentación de su libro, dice que sus textos “pueden ser un reflejo de nuestras vidas diarias y, al mismo tiempo son una invitación fraternal a adentrarse a un universo ficticio y real repleto de afecto y de buenos deseos para que, quien los lea, los haga suyos y se quede con una parte de mi persona.”
Como mirás, querida Mariana, las autoras hablan del sustrato de la escritura, que es la vida cotidiana. Mayya sostiene que se inspiró en “algunas vidas”, y doña Tony dice que sus textos “pueden ser un reflejo de nuestras vidas diarias”. Acá existe otra coincidencia, son hilos de vida que enmarañan o desentrañan las vidas de otros. Ambas escritoras tienen otra coincidencia: comparten sus obras, como si dieran la mano en la banqueta o en la plaza. Acá, en las páginas de sus libros, está la síntesis de muchas horas de trabajo concienzudo.
Nadie les dijo que ellas caminarían por el mismo puente un mismo mes, en el Museo Rosario Castellanos. Nadie intuyó que sus libros fueran los libros de julio, en Comitán.
Posdata: Yo sólo digo que, a diferencia de Rocío, me gustan las historias coincidentes, y acá hallé una historia sencilla, alejada de aquel hospital de París, donde nacieron Ame y Ema. La historia de los libros de julio, en Comitán, es una historia muy cercana a nuestra identidad, muy cercana al patio central de una vieja casona, que fue propiedad de don Jaime De La Vega y que ahora es el recinto que honra la memoria de Rosario Castellanos.