martes, 10 de julio de 2018

CARTA A MARIANA, CON ALMANAQUE INCLUIDO




Querida Mariana: Jorge me dijo que escribiera algo acerca del día de la elección presidencial. Le comenté que eso ya lo habían hecho los analistas políticos. Insistió. Dijo que debía escribir algo con mi mirada. ¿Qué decir? ¿Decir que asistí a votar, en compañía de mi Paty y de mi mamá? ¿Decir que llegamos a las ocho, hora de apertura de casilla, sólo para constatar que los encargados aún abrían paquetería y que la votación inició más allá de las nueve? ¿Decir que los votantes hicieron dos filas y tuvieron la suficiente entereza para esperar? Una señora, con un chal que le cubría la mitad de la cara, representante de un partido, dijo en voz alta que debíamos tener paciencia. Su compañera, sentada en una silla plegable, afuera del salón donde abrían los paquetes electorales, comentó que debíamos seguir la recomendación de Kalimán: Serenidad y paciencia. Y agregó que Kalimán sugería a Solín, “Dominar la mente, porque quien domina la mente domina todo”. Quienes estábamos ahí sonreímos. Le pregunté a la señora del chal si había escuchado el programa Kalimán en la radio. Sí, dijo, por supuesto que sí y, en automático, dijo en voz alta: “Y en el papel de Kalimán, el propio Kalimán”. Volvimos a reír. Yo pensé que todo era una mentira, en la radionovela de Kalimán, Luis Manuel Pelayo era quien hacía la voz de Kalimán. Pensé que en México hemos vivido en el mito y en la mentira.
En esas estaba, cuando se acercó la maestra Mary Carmen Velasco (vecina de calle, que también votaría en la misma casilla). Me dijo que desde hace tiempo quería entregarme algo y aprovechaba ese instante. Me dio el calendario que acá mirás. No me dio oportunidad de decir más. Dijo que en mis manos estaría en muy buenas manos. ¡Ah, mi querida y admirada maestra, no sabía lo que decía! Mis manos (en sentido metafórico) son como mi mente que aprecia y desecha. Mis “manos” no retienen. Igual que el día que Violeta me dio un cachito del sorteo conmemorativo de Rosario Castellanos tomé foto del objeto y traté de regresarlo, pero en esta ocasión no surtió efecto mi jugada. La maestra desapareció y ya no volví a verla. Ahora, en casa, tengo el calendario. ¿Qué haré con él? Es un objeto antiguo que da pistas de nuestra identidad comiteca. ¿Llevarlo al Archivo de la Ciudad? ¡No! Muchos amigos cuentan historias amargas de ese recinto; cuentan historias de documentos que se perdieron por la humedad, o historias de documentos desaparecidos. ¿Entonces? Pues que la imagen sea parte del museo virtual que ahora se da en el Internet. En 2014, el comiteco Francisco Domínguez creo la página: Imágenes Históricas, Leyendas y Personajes de Comitán, con el objetivo de que los comitecos compartieran fotografías familiares y de documentos que ayuden a armar el rompecabezas de la historia comiteca. Por fortuna, en este museo virtual está garantizada la permanencia perenne. Cumplo entonces con el cometido, subo la fotografía de este calendario a la red. En tiempos actuales, son pocas las casas comerciales que obsequian calendarios. En 1958, doña Leonila D. vda. de Mandujano, sin duda propietaria de CASA MANDUJANO, obsequió calendarios a sus clientes y amigos para que éstos supieran cómo andaría el año 1959. La CASA MANDUJANO fue fundada en 1916 y estaba ubicada en la casa de la octava avenida, número 8. ¿Qué vendía esta negociación? Sombreros de fieltro, telas de “Río Blanco”, camisas, driles, telas de fantasía y, saliéndose un poco del género, pero ofreciendo una variante de expansión comercial: artículos de ferretería.
Debo decir que, del día de la elección, me quedé con este calendario, un calendario antiguo. Sé que ese día, el uno de julio de 2018, los mexicanos que acudimos a votar diseñamos un nuevo calendario para la celebración cívica de la patria. Cuando menos, las estadísticas han demostrado que México se pintó del color del partido MORENA y esto, como si fuera de esos calendarios antiguos que marcaban las fases de la luna, señaló las fases de la esperanza, que, dicen, es lo último que se pierde; aunque en el otro extremo, dicen que algún famoso dijo que la esperanza es un buen desayuno, pero una mala cena. El dos de julio tuvimos un buen desayuno. ¿Cómo estará la cena?
Posdata: Jorge me dijo que escribiera algo de la elección presidencial. ¿Decir qué, que no se haya dicho ya? ¿Decir que algún día por venir se dirá que ese día los comitecos recuperamos, gracias a la maestra Vázquez, un documento para recordar que esta ciudad está construida, en gran medida, por los cimientos de personas trabajadoras? ¿Decir que el comercio, desde siempre, ha sido una actividad fundamental en el desarrollo local y que eran los comerciantes quienes obsequiaban esas cartulinas, llamadas calendarios, con imágenes religiosas o con paisajes de Suiza, para que los beneficiarios vieran cuándo era el cumpleaños de la comadre Virginia y en qué día “caía” el grito de la patria? Si mirás bien, en 1959, el día del grito cayó en martes y ese día se coronó a la Reina de las Fiestas Patrias.
¿Quedó en buenas manos el calendario antiguo? No lo sé. Cuando menos ya pasé el mensaje a todo el mundo. ¡Ya cumplí con la encomienda de la maestra! Bueno, eso es lo que digo yo.
Ahora pienso que debo ponerle un marco con cristal al calendario antiguo y, tal vez, colocarlo sobre una pared como si fuera parte de un oratorio, porque en la imagen está la Virgen de La Caridad del Cobre, quien, según se ve, debe ser protectora de las personas que se echan a la mar. Después de todo, ¿qué hacemos los seres humanos en la vida? ¿Acaso no somos personas que se echan a la mar del día de todos los días?