sábado, 23 de febrero de 2019

CARTA A MARIANA, CON SUEÑO INCLUIDO




Querida Mariana: Por favor, mirá la foto que anexo. Vayamos de atrás para adelante. Al fondo el cielo y una silueta montañosa. Un cielo de aluminio y unas montañas niñas, apenas levantadas del suelo. Perdón, debí decir que la fotografía la tomé en Yalumá. ¿Recordás dónde está Yalumá? Es una comunidad cercana a Comitán, que está a la orilla de la carretera que conduce a Altamirano. Luego, en la fotografía, se ve parte de un caserío y árboles, más cerca campos de cultivo (imagino que los campesinos de ahí siembran maíz; imagino que cuando cosechan el maicito hay fiesta y luego las mujeres desgranan las mazorcas y hacen masa y echan las tortillas al comal y sirven platos hondos con frijolitos caldosos, aderezados con cebollita, chile y un poquito de pepita de calabaza). Ya más cerca, en el terreno que es propiedad del dueño de la habitación desde la que tomé la foto, se ve una cerca y un gallinero. Si mirás con atención verás una gallina que está en el piso, caminando de prisa, como si su radar hubiese detectado un gusano. El gallinero tiene malla. En primer plano aparece un vano de lo que será una ventana. Ya es una ventana, pero falta que le coloquen su marco y sus cristales. Por el momento (¡qué prodigio!) sirve como soporte para dos piezas de barro.
Perdón, no dije que el lugar desde donde tomé la foto es el inicio de un sueño. Sí, los sueños también están hechos de ladrillos. Antes pensaba que los sueños eran materia intangible, que sólo estaban hechas con nubes. Recuerdo dos cosas del tiempo en que era niño. La primera es que mi abuelo Enrique me regañaba cuando veía que estaba como “ido”, sentado debajo de un durazno, viendo hacia el cielo. Me regañaba, me decía que no era bueno que estuviera soñando despierto; la otra cosa que recuerdo es que la tía Cande decía que soñar era bueno y que los sueños estaban hechos de nubes, que el país de los sueños en lugar de tierra tenía piso de nube y yo imaginaba que caminaba por el país de los sueños y mis pies se hundían en ese piso que era suave como de algodón, pero sin azúcar, porque el azúcar hace que todo sea como pastoso.
En esta foto podemos hacer un ejercicio de acercamiento. Que las nubes y las montañas niñas se acerquen y entren por la ventana y den sustento al sueño de Manuel. Porque no sé si ya dije que la construcción desde donde tomé la foto es propiedad de Manuel. Ahora estarás preguntándote quién es Manuel. ¡Ah, Manuel es un hombre maravilloso, sencillo, casi de pocas palabras, es un artista genial, es hijo de Yalumá! Allá tiene su casa, allá tiene su horno. ¿Horno? Sí, no vayás a pensar que es chef, no vayás a pensar que hace pizzas. Y digo esto porque cuando fui niño, en la casa había un horno que servía para que Sara (la Cleo de aquel tiempo, digo Cleo porque es el nombre de la protagonista de la película “Roma”, de Alfonso Cuarón) hiciera pan, un pan bien esponjadito. De la panza del horno de Manuel brotan piezas de cerámica. Manuel es uno de los grandes ceramistas de Chiapas. Y la noticia es que Manuel sueña. Así como soñaba el famoso José, de la Biblia.
¿Recordás a José, el soñador? De acuerdo con la Biblia, José era uno de los doce hijos de Jacob, era su hijo consentido. José interpretaba sueños, era muy noble, cada que le otorgaban un cargo lo cumplía con cabalidad. Terminó siendo gobernador de Egipto, la mano derecha del Faraón. ¡Nadita!
Bueno, parece que los soñadores caminan por los mismos suelos (cielos) por donde anduvo José, el soñador.
Manuel, de Yalumá (Manuel de Jesús Aguilar Díaz), sueña. Ha soñado desde siempre. Desde niño comenzó a jugar con el barro, modelaba figuritas con el barro. Una tarde de esas soñó con estudiar arte y fue a la universidad y estudió. Cuando concluyó su licenciatura regresó a su tierra. Y esto último no es una mera expresión. Digo que volvió a su tierra para escarbar en ella y volverla piezas artísticas. Él va por los caminos de Yalumá, más allá, y regresa con barro que luego modela y mete al horno para convertir la arena y la arcilla en un sueño hecho de tierra y de nubes.
Sí, los sueños de Manuel están hechos con barro y con nubes.
¿Sabés cuál es el más reciente sueño de Manuel? Hacer, en su comunidad, algo como un centro de arte, un lugar que sea estancia para artistas de otras partes del mundo. Cuando me contó su sueño yo asentía, decía que sí, que es un sueño magnífico. A ver, te cuento. En la foto se aprecia una ventana y una pared, estos elementos son parte de un edificio en construcción. Cuando Manuel finalice su proyecto, cuando la casa esté terminada, comenzará a invitar a ceramistas de todo el mundo para que realicen una estancia en Yalumá. ¡Ah, imaginé a artistas de Argentina, de Estados Unidos de Norteamérica, de Francia, de Guatemala, de Canadá, de Italia y de Chacaljocom yendo al lugar donde Manuel saca el barro! Imaginé a artistas de todo el mundo visitando Yalumá y creando obras; los imaginé compartiendo experiencias como lo hacen en muchos lugares del mundo. ¿Imaginás lo que esto significaría para Comitán? ¿Imaginás lo que significaría para Yalumá? Todos los habitantes se beneficiarían de estos intercambios culturales. Porque, cuando gente de otras partes, gente creativa, llega a estos lugares, la visión de la localidad se expande.
No sé en qué momento Manuel de Jesús comenzó a soñar este proyecto. No lo sé, ni le preguntaré, porque dicen que con los sueños debemos ser muy respetuosos. Si alguien llega y te cuenta su sueño debés oírlo atentamente, pero jamás preguntar algo. Los sueños están hechos de fibras muy delgadas, de estructuras endebles, por esto, sólo los grandes soñadores son los grandes constructores. Todo mundo sueña, pero no todo mundo hace realidad los sueños.
Un día, Manuel me platicó que fue a Oaxaca, fue al Centro de las Artes de San Agustín, en Etla. El CASA es un centro creado por Francisco Toledo, el artista vivo más importante de nuestro país. Manuel, igual que Toledo, es de pocas palabras, parece que, en lugar de gastarlas, las convierte en silencios llenos de luz. El lenguaje de Manuel está hecho con piezas de cerámica. Su lenguaje está hecho con barro.
No recuerdo un sueño semejante en la región. Recuerdo el instante en que Luis Aguilar trajo a Comitán a muchos escultores para participar en un simposio. Los escultores crearon sus obras en espacios públicos. Muchas personas de esta ciudad presenciaron el arte de creación. Los artistas saben que un acto generoso es compartir el momento de creación, así se siembra la semilla del arte en las nuevas generaciones.
En el CASA llegan muchas personas de todo el país, de todo el mundo. Toledo ha logrado, con su mano generosa, sembrar un enormísimo árbol en Oaxaca. No es casual que ahora, en ese estado tan olvidado de la mano de Dios (como Chiapas), con tantas carencias, con índices de desarrollo deplorables, exista un movimiento plástico de relevancia internacional. La mano de Toledo está presente en cada color que alfombra el suelo oaxaqueño.
¿Y si Manuel engendró su sueño en el CASA? ¿Y si él, una noche, con murmullos de grillos oaxaqueños pensó que era posible hacer un albergue con estancias culturales en su pueblo? ¿Quién imaginaría que en una comunidad tan pequeña, tan mazorca con granos niños, puede ser punto de convergencia de ceramistas de otras partes del mundo? Manuel lo imagina, él lo sueña. Así como José, el soñador, era muy hábil para interpretar los sueños, Manuel es muy hábil con las manos del corazón. Con ellas modela las bellas piezas de barro, con ellas construye sueños que parecen salidos de la mente de un visionario.
Él es un andasolo. Con el producto de la venta de sus obras coloca los ladrillos a sus sueños. ¿Qué haremos el día que su edificio esté listo para recibir a artistas de todo el mundo? ¿Echaremos cohetes, pondremos marimba, invitaremos una copita de mistela?
Pienso que varios inversionistas cultos deben apoyar este proyecto. ¿Cómo? Muy sencillo: Comprando obra. Luz del Alba hace su parte, ella es amiga de muchísimas personas, cuando vienen grupos de amigos, ella los lleva a Yalumá, comen elotes hervidos y luego van a la casa modesta de Manuel y les enseña la obra del artista comiteco. Muchos de los amigos compran obra, porque reconocen que las piezas de Manuel valen la pena.
Posdata: Manuel es un soñador. Baja las nubes del cielo y pepena el barro del suelo y modela lo que puede ser una de las obras más geniales de los últimos tiempos en Comitán y en Chiapas. Sus sueños viajan al lado de la más alta cumbre. ¡Uf, su sueño es genial!