viernes, 22 de febrero de 2019

MUJER HIJA DEL AIRE




A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: Mujeres que tienen forma de New York, y Mujeres que tienen horma de Comitán.
La mujer horma de Comitán está modelada por el aire, por ese aire que pepenó el poeta Sabines a la hora que caminó por las calles de este pueblo.
Ella tiene cuerpo de nube y espíritu con aroma a tenocté. ¡Ah, qué bello es escucharla hablar! Todo mundo dice que ella no habla, ella ¡canta! Canta los salmos que la han cubierto desde siempre.
Su amado es un hombre bendito. Siempre juegan juegos eróticos, sublimes. Juegan a que él, su encuache perfecto, es un pepenador de estrellas y debe descubrir las nueve estrellas que están tatuadas en su cuerpo, porque ella, la mujer horma de Comitán, también, al igual que el pueblo, tiene nueve guardianes. ¿En dónde esta mujer cobija esos tesoros que son salvaguarda de la identidad de Comitán? Algunas son visibles, porque ella es generosa, dadora a manos llenas, deja que los demás (¡todos!) puedan ver el deslumbre de sus estrellas. Una de ellas está puesta entre las galaxias de sus pechitos. Cuando ella camina o corre o se agacha a recoger piedritas, la estrella que alumbra sus galaxias se muestra plena, luminosa, iluminada. A veces, cuando la noche es cerrada, oscura como cuando se perdió el cuch, ella se agacha tantito y su pecho es una tea que ilumina todo el campo, es tan intensa su luz que la luna se descontrola y se oculta, porque cree que el sol ya apareció. ¡Sí, ella es un sol! Un sol que ilumina todas las estancias de la casa. ¡Ah, qué mujer tan horno, tan oratorio, tan bajada y subida de Comitán, tan chorro de La Pila, tan toque de pito y tambor!
La mujer horma de Comitán está modelada por el aire de Sabines y por el barro de los ladrilleros de Yalchivol y posee el canto prodigioso de la tiuca.
Sí, tienen razón, ella tiene alas de colibrí y culito de tzisim.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: Mujeres que son como papalotes sin cola y Mujeres que son como el agua tibia.