martes, 26 de febrero de 2019

PURA ESPECULACIÓN




¿Por qué a Yalitza no le otorgaron el Óscar?
Porque en la primera escena de la cinta, ella no hace más que echar agua en la cochera y cargar una cubeta.
Porque, en seguida, le dice al perro que lo bañará y entra a su cuarto y cierra la puerta.
(Porque se tarda en el cuarto, mientras en la pantalla se ve cómo unos canarios enjaulados brincan y pían, como si fueran soporte de la acción. Tal vez el razonamiento del jurado fue que si hubiese un premio para reconocer el trabajo actoral de animales, no lo darían ni al perro ni a los canarios, porque ahí no había actuación, sino simple respuesta a un comportamiento natural.)
Porque, a continuación, ella sale del cuarto y se limpia las manos en el mandil, vuelve la mirada y ve al chucho que sigue ahí en el patio de la casa setentera de la colonia Roma, de la Ciudad de México.
Porque entra a la casa con escoba y cubeta y hace el aseo de los cuartos; porque escucha una canción de Leo Dan en la radio, la fastidiosa “Te he prometido que te he de olvidar” (que en la versión original se escucha Teprometido quetedeolvidar y, mientras tiende las camas, ella canta.)
Porque ella baja rápido y carga un bonche de ropa y se quita el mandil ya que debe ir a la escuela por el niño de la casa, corre, ya se le hizo tarde.
Porque al regresar a la casa, con el niño, su compañera le dice que responda al teléfono.
Porque saca un bonche de platos mientras la compañera le pregunta qué le dijo Fermín, quien es el tipo que, a la postre, la embarazará.
Porque en este momento de la cinta, el jurado comenzó a comparar las actuaciones de las otras artistas nominadas y se dio cuenta que la actuación de Yalitza se pasa de natural; es decir, es tan creíble su actuación que nada trasmite. Si acaso hubiese tenido un buen guion a la mano, tal vez hubiera desplegado su creatividad actoral. Yalitza se concreta a limpiar, cargar ropa, servir y a responder Sí, señora, a todo lo que dice ¡la señora! Su actuación parece un mero testimonio de vida ante la cámara
No le otorgaron el Óscar, porque en la siguiente escena, ella lava la ropa en un lavadero de la azotea y, mientras escucha una canción del aún joven Juan Gabriel, esa canción infumable de Yo quisiera tener todo y ponerlo a tus pies, también la canta, al ritmo con que sus manos enjabonan y tallan.
No se lo dieron, porque luego se limpia las manos en el mandil y se recuesta en una mesa de cemento con celosías translúcidas, por donde se filtra la luz e ilumina la estancia de la casa. Ahí se establece uno de los diálogos más largos entre ella y uno de los niños: El niño juega a que no responde porque dice estar muerto. Cuando el niño le pregunta qué hace, ella, siguiendo el juego, dice que no puede decirle porque está muerta.
No ganó el Óscar porque sus parlamentos son breves, mínimos, ausentes. Los críticos alabaron su actuación porque dijeron que la caracterización del personaje es perfecta, ya que así es el carácter de una mujer que representa a la servidumbre, pero el jurado del Óscar no tuvo elementos para aquilatar su propuesta actoral, porque para limpiar, detener chuchos, cargar cubetas, lavar ropa, servir y decir Sí, señora, no se necesitan grandes recursos actorales, basta con tomar el plato, colocarlo en la mesa, sentarse en el piso, acodarse en el sofá y sentirse integrada a la familia a la hora que ve un programa de televisión.
No se lo otorgaron, porque en la siguiente escena va a la cocina para servir un té que le han pedido y escucha una canción de José José, la sobadísima que dice Espera un poco, un poquito más y ahí, por primera vez, no canta. Canta a la hora que acuesta a los niños, a la hora que le dice a la niña que sueñe con los angelitos.
No se lo dieron, porque, en todo el día, no hizo más que cargar platos, limpiar el patio, ir por el niño a la escuela, levantar la caca del chucho, lavar ropa, escuchar la radio y apagar las luces, cuando todos en casa ya duermen. Los críticos alabaron la verosimilitud de las acciones, el verismo que se demostró en la cinta al retratar de manera tan fiel la vida sorda, excluyente, con dádivas de cariño, repetitiva, agotadora, de una sirvienta; pero el jurado del premio cinematográfico no halló más que planos estéticos que son más propios de una cinta casera, sórdida, plana, y no a una historia con historia de ficción.
Yalitza no ganó el Óscar porque el jurado comparó los diez primeros minutos de la actuación de todas las candidatas y pensó que la actuación de la ganadora, Olivia Colman, mostraba más matices artísticos, más posibilidades de interpretación, era más fina su propuesta. El cine, después de todo, es un arte basado en el movimiento, en la acción.