jueves, 6 de junio de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE PARECE QUE LO LIGHT NO LE HACE BIEN AL MUNDO




Querida Mariana: ¿Y si estamos equivocados? ¿Y si en afán de hacerlo sencillo lo hemos vuelto simple? He visto en aulas de bachillerato a maestros que emplean técnicas didácticas que tienen el objetivo de hacer sencillo el conocimiento. A la hora de hacer su planeación deben hacerse la pregunta: ¿Cómo logro que mis alumnos comprendan, sin fastidio, el pensamiento de Sócrates? Entonces elaboran loterías para jugar en el aula o mapas conceptuales o cuadros sinópticos que aligeren el pensamiento denso del filósofo. ¿Leer a Sócrates? ¡No! No es opción de estos tiempos, ahora los muchachos, piensa el maestro, no tienen la costumbre de leer, ahora están acostumbrados a enviar y leer tuits; es decir, mensajes cortos, brevísimos. Por esto, ahora los maestros, parecen pensar, es necesario pasar Sócrates al lenguaje de tuit. Son tiempos de Sócrates tuiteros.
¿Y si estamos equivocados? ¿Y si ya cortamos ese hilo generacional que imperó en la antigüedad y que distinguió a la raza humana de la raza animal? Porque, la historia consigna, Sócrates fue maestro de Platón y éste fue mentor de Aristóteles. ¿Mirás lo que yo miro? El pensamiento de Sócrates estimuló el pensamiento de Platón y éste inyectó savia a la mente de Aristóteles. ¿Qué pasa ahora? Visto a distancia, desde el cuarto con una ventana donde estoy metido, observo que el mundo se ha quedado sin el estímulo del maestro para los alumnos dispuestos, por ello, ahora el único platón que existe es el que se utiliza para servir las botanas, las carnes frías o el chicharrón de hebra.
¿Y si estamos equivocados? ¿Y si en afán de hacerlo sencillo lo hemos vuelto simple? ¿Y si entendimos en forma literal la frase que atribuyen a Sócrates: Yo sólo sé que no sé nada? ¿Por eso ahora conformamos una sociedad que nada sabe?
¿Y si todo el planteamiento filosófico lo convertimos en materia light y, por esto, a la hora que estoy en la orilla de la alberca digo: Yo sólo sé que no sé nadar?, y todo mundo disfruta el chascarrillo y bebe cerveza y baila al ritmo de banda?
Y si, para que nuestros muchachos no carguen piedras, hemos convertido a éstas en nubes de algodón, para que no hagan el mínimo esfuerzo, para que no suban al Everest, porque ¡qué hueva llegar tan alto sólo para ver todo desde arriba y luego, qué doble hueva, tener que bajar!
¿Y si estamos equivocados? ¿Y si en afán de hacerlo sencillo lo hemos vuelto simple? Porque he visto cómo, en el aula, los muchachos no escriben lo que el maestro redacta en el pizarrón, sino que le toman fotografías en el celular. ¡Pero, por supuesto! Es el privilegio de estos tiempos cibernéticos: los muchachos ya no escriben.
La pregunta, entonces, es: ¿Cómo estructuran su pensamiento si no redactan, si no saben redactar?
Los maestros se han vuelto permisivos, consentidores, apapachadores. Las grandes obras literarias se han vuelto pequeñas cápsulas sintéticas. Los muchachos de hoy ya no se bañan en los ríos, apenas meten sus pies en charcos de la literatura. No es casual que ahora se hable de tuiteratura. Hay concursos de cuentos escritos en no más de ciento cuarenta caracteres.
¿Y si estamos equivocados? ¿Y si equivocamos el sendero que antes contenía obstáculos y ahora improvisamos sendas sin piedras a fin de que nuestros muchachos no se lastimen las plantas de los pies al caminar? A cada rato escuchamos esto: “Que mis hijos no tengan las carencias que yo tuve de niño”, y ahí está todo mundo proveyéndolos de objetos materiales.
¿Y si aceptamos que estamos equivocados, qué debemos hacer para revertir el equívoco? ¿Alguien se atreve a sugerir otro camino a los muchachos? ¿Alguien puede revertir el abrumador y tendencioso mensaje de las sociedades capitalistas?
Posdata: ¿Sócrates en tuit? ¿Platón en tuit? ¿Aristóteles en tuit? ¿García Márquez en tuit? ¿La Divina Comedia y El Quijote en tuits? Pucha, ¡qué filosofía y literatura tan tuiteras!