sábado, 1 de junio de 2019

CARTA A MARIANA, CON TROMPETAS Y FANFARRIAS




Querida Mariana: Rosario Castellanos cumplió 94 años. En Comitán se celebró con bombo y platillos, y tubas y violines, porque estuvo la Orquesta Sinfónica de Chiapas.
Esa tarde, en el escenario móvil de la fuente del parque central, muchísimas personas asistieron y disfrutaron la actuación de la Orquesta.
Recordé, querida Mariana, que una noche de noviembre de 2012, la orquesta, bajo la dirección del maestro Roberto Peña Quesada, se presentó en el mismo lugar, gracias a la iniciativa del licenciado Héctor Flores, gerente general de la tienda de ropa San Marcos. En un acto inédito, un empresario comiteco correspondió a la fidelidad de su clientela con un acto cultural de relevancia. Los comitecos aquilataron el esfuerzo del empresario y llenaron el espacio, y, como si aventaran flores al escenario, desgajaron aplausos para los ejecutantes de la Orquesta y para la familia Flores.
La noche de noviembre de 2012, el maestro de ceremonias, profesor Roberto Gordillo, al término del concierto, después que los músicos interpretaron la canción Comitán, dijo: “Esta es la primera vez, pero no será la última”. ¡Ah, palabras proféticas! La noche del 25 de mayo de 2019, la orquesta volvió a colocar compresas de albahaca en el espíritu de todos los asistentes.
El licenciado Héctor Flores, en 2012, platicó que había visto en el Youtube un flashmob europeo. Cuando escuché el término flashmob me quedé de a cuatro, vos sabés que no spik inglish, pero como ahora todo está en el Internet busqué información y entendí. Un flashmob es un acto inesperado que se realiza en espacios públicos, como calles y plazas. La gente camina y de pronto encuentra algo que llama su atención, se detiene y se cautiva. El flasmob europeo mostraba la plaza de una ciudad en la que un muchacho, vestido con frac, abría un estuche y sacaba un violín y se ponía a tocar. Dos o tres peatones se detenían a verlo y a escucharlo. Un minuto después, dos muchachas, vestidas con trajes largos, de color negro, muy guapas, se unían al primer ejecutante, que abandonaba su condición de solista y se agregaba al trío de violinistas. Como comprenderás, en este instante, apenas dos minutos después, el público que observaba a los ejecutantes había pasado de dos o tres a más de treinta que se detuvieron y sonreían y comentaban esa grata sorpresa. Cinco minutos después el trío de violinistas se convirtió en una orquesta, muchos muchachos (todos de frac y con vestidos largos) se habían incorporado con violas, trompetas, flautas, oboes, tarolas, tambores, contrabajos y demás chunches de percusión y de viento. Los peatones habían suspendido su caminata rutinaria, habían hecho un alto y disfrutaban esa novedad inesperada. En el día a día hay sucesos ingratos en calles y plazas, sorpresas desagradables. Por eso todo mundo celebra que, de pronto, aparezca una parvada de palomas, se pare en plena plaza e interprete música de Bach o de Debussy.
El licenciado Héctor, meses antes, pensaba qué hacer para retribuir la confianza de todos los clientes y amigos de su empresa en la celebración de un aniversario más de su tienda, y pensó que debería traer una sinfónica al parque, a ese espacio que ha sido desde siempre el entorno de su negocio. Y comenzó a darle forma a ese sueño, a hacer los contactos y a preparar la logística (complicada) para darle a Comitán la oportunidad de que, en pleno parque central, la gente se sentara y, bajo el manto sublime del cielo comiteco, escuchara música clásica. ¡Y lo logró!
La noche de presentación de la orquesta el espacio se llenó de gente amante de la buena música, bueno, con decir que algunos hasta cargaron con sus mascotas. Yo vi cómo dos muchachas abrazaban a sus chuchitos Chihuahua, como si fuesen bebés amarrados con un chal.
Las personas, por supuesto, establecen la diferencia de una banda tocando corridos y una orquesta que interpreta la música creada por los grandes genios de todos los tiempos. El oído detecta de inmediato los escalones de los géneros musicales. La música ranchera nos da el sentón sobre la tierra, en cambio, la música selecta nos hace levitar tantito, nos eleva al cielo. Cuando escuchamos música de mariachi, bebemos tequila y gritamos ¡Viva México, cabrones!, cuando escuchamos música de Beethoven, nuestro espíritu se embriaga de una luz indecible y, sin alzar la voz, grita: ¡Viva la vida, sin aberraciones!
Sembradores de luz son los ejecutantes de las orquestas de música selecta, sembrador de espigas de oro es el director de la Orquesta Sinfónica de Chiapas, sembradores de semillas de vida son las autoridades que propician estos encuentros, y sembradores de agua limpia son los empresarios de San Marcos. En 2012, gracias al esfuerzo de empresarios comitecos, el parque central se llenó de notas armoniosas, de esas notas que dan sosiego al alma. En 2019 regresó la orquesta y celebró los noventa y cuatro años del natalicio de Rosario Castellanos, mujer que, de igual manera, sembró semillas de letras en los campos del mundo, semillas que germinaron en suelo fértil y que ahora son enormísimos árboles donde las aves del pensamiento hacen sus nidos.
Estoy seguro que aquella noche de 2012, dos o tres niños abrieron sus manos y, como si estuviesen debajo de una piñata, recibieron la semilla del arte musical. Y digo esto, porque ahora en el 2019, mientras la orquesta tocaba escuché que una niña le decía a su papá, que estaba sentado a su lado: “Quiero tocar el violín”. ¡Sí, todo es por contagio! Si los niños caminan por espacios en donde se topan con ejecutantes de música clásica tal vez comiencen a soñar en ser músicos y tocar en los grandes escenarios del mundo; si los niños crecen en ambientes donde la música de banda es la dominante ese será el modelo a seguir.
En este 2019, el gobierno del estado, a través de CONECULTA, del Centro Cultural Rosario Castellanos, y del Ayuntamiento de Comitán, trajo a Comitán a la Orquesta Sinfónica de Chiapas, para que amenizara el festejo donde se celebró el cumpleaños noventa y cuatro de la paisana. Feliz pretexto para tener la oportunidad de escuchar buena música en el mejor escenario del mundo: el parque central de Comitán, lugar en el que Rosario vivió de niña y parte de su adolescencia, lugar en el que pepenó la semilla de la creación y que luego volcó en sus libros.
En ese espacio del parque central se han presentado muchos actos culturales, como danzas, obras de teatro, pantomima, títeres, presentaciones de libros y muchas actividades más, pero (hay que decirlo) lo que se extiende como círculos concéntricos en el agua ¡es la música! Lo he comprobado en las dos ocasiones que relato: la noche de noviembre de 2012 y la noche de mayo de 2019. La música, como si fuese un tsunami afectuoso, sube por los árboles y por las gradas y llega hasta el cielo y hasta la parte alta del parque, se enreda en las bancas, en el quiosco, en los portales y rebota en los muros del palacio municipal. Tal eco alcanza a todos los oídos de quienes por ahí caminan, de los que platican sentados en las bancas, de los que comen esquites, de los que corren detrás de las palomas y de los niños que van en sus carriolas, con los ojos bien abiertos, sorprendidos ante la maravilla de la vida.
Esto lo saben bien los creadores del flashmob: Hay que seducir a las audiencias, hay que seguir la sentencia musulmana: Si la montaña no viene a Mahoma, ¡Mahoma va a la montaña! Acá en nuestro pueblo (hay que decirlo) la gente no está acostumbrada a acudir a teatros. Imaginemos que el acto se hubiese realizado en el teatro de la ciudad, difícilmente se hubiese llenado. Está bien, niña mía, está bien, ¡sí se habría llenado!, pero ¿cuántas personas admite el cupo del recinto? Ni siquiera quinientas. En cambio, en el parque, la actuación de la Sinfónica tocó el corazón de muchos más, ¡muchos más! No me atrevo a dar una cifra, pero yo contabilicé, a las cuatro y media de la tarde (a la hora que comenzaba a llegar el público) quinientas sillas, mismas que fueron ocupadas en su totalidad a la hora que comenzó el concierto, pero a esto hay que agregarle todo el público que aprovecha las gradas y está sentado como en palco VIP, y el resto de la explanada y la parte alta del parque. Más de mil quinientas personas, más, muchas más.
Estoy seguro que, como en la vez anterior, más de dos o tres niños fueron tocados y se maravillaron ante lo que vieron y escucharon. La magia es por contagio.
Posdata: Yo celebro ambos actos. Celebro que las autoridades le cumplan a la sociedad y siembren gajos de alta cultura; asimismo celebro lo que realizó la empresa privada. Ambas entidades demuestran su compromiso. ¡Más actos como éstos!
Posdata: En el festejo de 2019 hubo una mancha: un retraso de hora y media. ¡Uf! La directora de CONECULTA ofreció disculpas. Estoy seguro que para la próxima no tendrá necesidad de ello y velará porque todo inicie de manera puntual.
¡Felicidades a la cumpleañera! ¡Felicidades a Comitán!