viernes, 11 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON PAUSA




Querida Mariana: Me detengo. Igual que este señor, me detengo ante algo sorprendente. Recuerdo una tarde en la Ciudad de México, una tarde que caminaba con mi mamá en la calle de Guatemala. Mi mamá me llevaba de la mano, de pronto me detuve. Ella quiso jalarme, pero yo me solté y puse mis manos en el cristal del aparador de un almacén.
Me detengo. Igual que este señor, me detengo cada vez que camino y veo algo infrecuente. Este señor se detuvo. Yo lo vi caminar por el parque central de Comitán, caminar de manera apresurada. Se dirigía a algún lugar. Había salido con el cometido de llegar hacia un punto de destino. Si en el camino no hubiera hallado un motivo para detenerse, el hombre habría caminado por el parque sin detenerse. Pero, se detuvo, porque el sonido de la orquesta sinfónica de Chiapas ató una cinta invisible a su apresuramiento y se quedó a escuchar algo que no es común en el pueblo. Acá, en el pueblo estamos acostumbrados a escuchar a grupos musicales que no rebasan el número de diez. Hay coros, hay marimbas orquestas, hay tecladistas, hay mariachis, hay tríos y cuartetos. La orquesta sinfónica tiene sesenta integrantes. La orquesta sinfónica tiene instrumentos que, también, no son frecuentes. Las tubas, por ejemplo, no son instrumentos cotidianos. Su sonido es un sonido bello, extraño. El señor del sombrero se detuvo porque encontró, a mitad de su camino, algo inusual, algo bello.
Igual que se detuvo el señor, yo también ¡me detengo! Me detengo, casi siempre, ante una imagen que me produce emoción afectuosa. No me detengo ante el accidente que derrama sangre en la calle, no me detengo ante el duelo estúpido de dos tipos que se golpean a la salida de la cantina, no me detengo ante el beso que dos mujeres se dan en la boca, no me detengo ante el acto común o el acto morboso. ¡No! Me detengo cuando algo bello se refleja en mi mirada. Me detengo cuando una niña corre tras una pompa de jabón, me detengo cuando un pájaro pía y yo debo descubrir cuál es el rincón del árbol donde está parado, me detengo cuando una chica bonita tiene un tatuaje misterioso en el nacimiento de sus pechos, me detengo cuando la brizna de una planta crece en la hendija del cemento, me detengo cuando, como esa tarde en la plaza principal de mi pueblo, una orquesta toca lo que me toca el espíritu.
El señor del sombrero se detuvo y escuchó la orquesta. Decenas de melómanos hacían lo mismo: escuchar sonidos espléndidos.
En Comitán estamos acostumbrados a escuchar sonidos interpretados por diez o doce ejecutantes. ¿Cómo le hacen sesenta músicos para “ir” tan acompasados, tan armoniosos? ¿Cómo le hacen para que todo suene “tan parejito”, tan lleno de gracia? El director de la orquesta, maestro Roberto Peña, logra tal encanto.
La mampara del fondo en el escenario decía lo siguiente: “Arranque de la iniciativa ¿Mirás, mi niña? En nuestro pueblo dio arranque esta iniciativa generosa: La orquesta sinfónica del estado de Chiapas acude a las escuelas para impartir conciertos didácticos, para que los niños y jóvenes del estado se acerquen a los sonidos maravillosos que bordan los ejecutantes de una orquesta.
Digo que no es cotidiano este acto, digo que no todos los días tenemos música sinfónica en el pueblo. Esa tarde sí la tuvimos y el señor del sombrero detuvo su marcha y escuchó. Él, igual que yo, igual que miles, que millones de personas en el mundo, se detuvo ante algo que era inusual.
Posdata: Me detengo. Siempre que camino hacia algún lado y ante mi vista ocurre algo sorprendente ¡me detengo! No importa la premura. Cuando ocurre algo extraordinario a mitad de mi paso me detengo, porque sé que lo importante en la vida es saber detenerse cuando ocurre algo que es como una flor que se abre al universo.
El señor del sombrero se detuvo. Intuyó que ahí, en ese instante, ocurría algo sorprendente. El poeta Fernando Trejo, impulsor de esta iniciativa, desde la Secretaría de Educación, explicó que el ayuntamiento comiteco, a través de la dirección de educación y de la dirección de turismo y economía, logró el prodigio que esta iniciativa comenzara en Comitán y se celebrara el nombramiento de pueblo mágico con un acto que motivó a este señor a detener su camino, para untar un poquito de luz a su espíritu.