miércoles, 23 de septiembre de 2020

CARTA A MARIANA, CON UNA BITÁCORA

Querida Mariana: me conocés, soy gato casero; por lo mismo, admiro mucho a Aleks, quien es un pata de chucho, profesional, emocional, vivencial. Admiro a los grandes viajeros del mundo, Aleks lo es. Desde niño me fascinó leer las historias de las personas que tomaban la maleta y dejaban sus casas para viajar. ¡Ah, qué fascinantes historias las de quienes subían a montañas, navegaban ríos, volaban en globos y se trepaban en camellos y descubrían tesoros escondidos en desiertos! ¡Qué fascinantes historias las de hombres y mujeres que salen de sus casas y viajan por las calles de los pueblos, como si su destino y vocación fuera eso y ninguna otra sustancia! Viven para el viaje y el viaje les da la vida necesaria. Aleks G. Camacho es un escritor, fotógrafo y gran viajero. Vos y yo sabemos que la gran obra literaria, en general la gran obra creativa, es la que se sustenta en el viaje. Las grandes obras literarias hablan del viaje. El viaje es la columna vertebral del acto creativo. Soy gato casero, pero desde casa ¡viajo mucho! Porque los objetos culturales nos permiten hacer el viaje fascinante. Viajo todos los días a todas horas (también cuando duermo viajo). Viajo cuando veo televisión (me encanta ver programas de otras culturas), viajo cuando leo (¡ah!, cómo viajo, viajo a otras ciudades, a otras regiones, me sumerjo en el fondo del mar y nado, nado mucho, en la atmósfera de todos los sistemas solares del universo). Aleks también es un gran lector, pero no le basta la historia en la página, él, como Santo Tomás, tiene que tocar el hueco vivo de la vida. Por eso, cada que puede agarra su maleta y deja su lugar de origen y viaja, viaja mucho, y registra todo, lo registra en su espíritu, en cada una de sus venas, que son como las supercarreteras del deseo. ¿Mirás el bagaje que Aleks ha pepenado en su vida? Digo que es escritor, fotógrafo y gran viajero; es decir, tiene en la mano los elementos esenciales para hacer la gran obra. ARENILLA-Video lo invitó a jugar el juego de la imaginación y de la palabra. A Aleks le dijimos: Imaginá que te llamás cámara fotográfica, y le preguntamos: ¿qué persona te gustaría que colocara su ojo en tu ventanita? Aleks respondió lo siguiente: “Creo que, definitivamente, me gustaría ser cámara de mis papás; de mi mamá, de mi papá y de mi sobrino. ¿Qué colocaría para ver en la cámara? Aplicaría la bondad de mi mamá, la sabiduría de mi papá y la inocencia de mi sobrino.” Siguiendo el juego, le volvimos a decir que imaginara que se llamaba cámara fotográfica, y cuando ya estuviera convertido en ese chunche maravilloso pensara qué lugar de Chiapas le gustaría captar. Aleks dijo: “Chiapas es increíblemente hermoso, por donde uno lo vea, la costa, la sierra, la zona norte, el Soconusco, la zona Zoque. Hay muchos rincones increíbles. He tenido la oportunidad de visitarlos, de conocerlos, de fotografiarlos, pero si me dan a elegir un lugar elegiría siempre Coita, Ocozocoautla, el lugar donde nací, donde crecí. Creo que uno siempre debería volver al origen. Al menos en mi caso lo que trato es de retratar ese origen, el lugar donde nací, donde crecí, el lugar donde están nutridas muchas de mis historias, donde está mi familia. Creo que mil veces retrataría al pueblo, las calles, los paisajes que todavía existen, las montañas, las zonas cafetaleras, el agua, el lago que tenemos. ¡Eso, volver siempre al origen! Alguien dijo una vez que quien no ama a su tierra es incapaz de amar cualquier otra tierra. Creo que de eso se trata la vida, de amar siempre nuestros orígenes. Si me dijeran qué lugar retrataría muchas veces sería Coita, el lugar donde nací, donde crecí. ¡Toda la vida!” Posdata: ¿Mirás? Aleks, el gran viajero, el gran escritor, el gran fotógrafo, sabe que la esencia está en el lugar de origen. Por supuesto que sí, pero para sembrar la semilla de luz donde está el tronco familiar es necesario remover todos los huecos del mundo, todas las playas, todas las montañas; es preciso recorrer mil calles, mil bares, mil hoteles, mil restaurantes, mil discotecas, mil plazas, mil templos; es vital reconocer miles de rostros, de manos, de labios, de cuerpos, de almas. Para saber qué somos, por qué somos y por qué vivimos, es condición indispensable preparar la maleta, dejar la casa y salir a recibir la lluvia del sol, del aire y de las nubes; es esencial recibir la lluvia lluvia, empaparse todo, mojarse con el agua de la vida, la viajera vida. Admiro a Aleks; admiro a todos los que son gatos callejeros, a los que trepan a los tejados para tocar la luna, para besar las nubes.