jueves, 4 de febrero de 2021
CARTA A MARIANA, CON UN PODCAST ESCRITO
Querida Mariana: la palabra Podcast es palabra reciente en mi diccionario personal. Desde que la escuché por primera vez pensé en una palabra compuesta: pod y cast. No me preguntés por qué, bien sabés que nada sé de inglés, pollito chicken. Pero así me sonó. Así que, antes de buscar la definición de podcast, entré al Internet y, en el traductor, escribí la palabra pod y hallé que puede traducirse como vaina o capullo y me puse contento, porque la palabra capullo designa algo genial. Luego escribí la palabra cast y hallé que puede ser molde o elenco. Sí, muchos actores acuden a castings para ser elegidos en una obra de teatro o en una película o en una serie de televisión. Uní las dos palabras e hice mi definición personal: Podcast: “Molde de capullos.” ¡Ah, genial! Ya luego entré a ver qué significa podcast y supe lo que sabe medio mundo: “Publicación digital periódica, en audio o video, que se puede descargar de Internet.”
Nunca imaginé que subiría podcasts a la red y que los audios podrían escucharse en cualquier parte del mundo. Ahora, el equipo de producción de ARENILLA-Revista me ayuda a subir podcast a Spotify, Google Podcast y Apple Podcast. ¡Ah! No soy un chavo ruco, pero sí soy un ruco que hace lo que hacen los chavos de estos tiempos. Soy un hombre del siglo XX que se adecua al siglo XXI.
Soy escritor y en algún momento pensé que un día mi voz podría estar en la serie de discos “VOZ VIVA DE MÉXICO”, que publica la UNAM. En esa serie están las voces de los mejores escritores del país, leyendo su propia obra.
En algún momento, en Chiapas, la institución cultural oficial hizo algo semejante. ¡Fueron tiempos de compromiso con la sociedad! Gracias a eso, por ejemplo, tenemos la voz del enormísimo poeta Joaquín Vázquez Aguilar, el gran Quincho, quien, además de ser un buen poeta, era un ¡excelente lector!
En la Voz Viva de México podemos escuchar la voz de nuestra paisana Rosario Castellanos, leyendo algunos de sus poemas (esos audios están disponibles para todo el mundo en el Museo Rosario Castellanos, pero, entiendo, también están disponibles en el Internet, herramienta mágica que pone el mundo en nuestras manos.) Y hay decenas de voces maravillosas, leyendo fragmentos de su obra literaria. Por ahí asoma José Emilio Pacheco, mi amigo Fabio Morábito, Alfonzo Reyes, Carlos Pellicer, Alline Peterson, la Poniatowska, Jaime Sabines, Inés Arredondo y más, muchos más.
Pensé que mi voz podía estar incluida en esa serie. “¡Ay, engañado vas a morir!”, dijo la parte pesimista, pero realista de mi conciencia; pero la parte optimista de mi equipo de producción dijo: “Hagamos la serie “Voz viva de Comitán” y grabemos fragmentos de tus textos y los subamos a las distintas plataformas.” Y ahora, querida mía, mi voz está disponible para todo el mundo.
Así como Jessie Cervantes, todas las mañanas, en su programa de EXA, invita a la audiencia a escuchar su más reciente podcast, yo, cada semana, digo: “Ya está en la red mi más reciente podcast.” Ahí estoy leyendo fragmentos de mi obra, hay Cartas a Mariana, textos que hablan de la vida y obra de Rosario Castellanos y ahora comparto textos de la serie “Antes de que todo se acomode”, que es una especie de cuadernillo de testimonios autobiográficos. Ahí estoy retratado en cuerpo y alma, sin tapujos, ahí estoy desnudo, indemne, frágil, pero poderoso, infinito.
En el transcurso de la vida vamos extraviando palabras e incorporando nuevos vocablos. Lo ideal es no perder lo recibido, pero hay palabras (es inevitable) que se empolvan, que toman el color del óxido y se quedan olvidadas en un rincón. Y las palabras novedosas son como papalotes, ah, cómo vuelan por los cielos, qué coloridas y sonoras nos resultan.
Posdata: Ahora digo que he subido un podcast y podés escucharlo en Spotify, por ejemplo. Sigo pensando que podcast es palabra compuesta y significa “Molde de capullos”. Esa herramienta magnífica me permite enviar mi voz con mi pensamiento a todo el mundo. “El que tenga oídos ¡que oiga!” Cumplí mi sueño. Leo fragmentos de mi creación literaria y quedan grabados y puede escucharlos quien desee. Ahí estoy, reclinado sobre un árbol de pino, recibiendo el aire de La Ciénega, mi voz se extiende en su vuelo de garza y se une al gorjeo de las chinitas de este pueblo, maravilloso pueblo, que se llama Comitán.