sábado, 27 de febrero de 2021

CARTA A MARIANA, CON LUZ DE CIELOS COMITECOS

Querida Mariana: ¿identificás el personaje de este busto? ¡Claro! Es el doctor Belisario Domínguez. El busto es una creación del escultor comiteco Luis Aguilar. Hace dos o tres días, Luis fue mencionado por dos relevantes paisanos: Óscar Eduardo Ramírez Aguilar, presidente del Senado de la República, y Leticia Bonifaz Alfonzo, integrante del Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer, de la ONU. El senador Ramírez Aguilar publicó en redes sociales una fotografía donde aparece él en su oficina y sostiene entre sus manos una de estas obras. Óscar Eduardo escribió: “Este busto de Belisario Domínguez fue esculpido por el maestro Luis Aguilar, talentoso artista chiapaneco al que agradezco esta obra que entregué con mucho orgullo en manos del presidente de Argentina Alberto Fernández”. ¿Mirás qué triada tan llena de luz comiteca? El actual presidente del Senado es comiteco, él le entregó al presidente de Argentina el busto de un héroe, quien nació en nuestro pueblo; y el busto es creación de un artista comiteco. ¡No puede pedirse más prueba de nota excelente! La obra de Luis no llega a los sesenta centímetros de alto. Es una obra para escritorio, para un nicho especial, para un pedestal de oficina. ¿En dónde colocará esta obra el presidente argentino? No lo sabemos. El senador abrió la ventana, la luz es una paloma alegre que se posa en mil espacios. Y digo que Luis también fue mencionado por Leticia Bonifaz, en una charla que Lety compartió en redes sociales, donde habló de la escritora comiteca Blanca Lydia Trejo, a quien definió como una comiteca universal. Sí, querida niña, una paisana relevante hablando de otra paisana talentosa. ¡Uf! ¿Más prueba de luz comiteca? En la plática, así como de refilón, Lety dijo: “…vamos a ver si más adelante nuestro escultor comiteco Luis Aguilar se anima a hacer algo sobre Blanca Lydia…” Y acá hubo otra unión de hilos comitecos de oro, porque Luis fue mencionado, en la plática donde Lety habló de Blanca Lydia en compañía de Gina Jaramillo, quien es hija de la comiteca Coco Mandujano y nieta de don Enrique Mandujano. ¡Ah, los cielos del mundo están llenos de la luz que sale del fogón comiteco! Gina es historiadora del arte y conduce el programa “Así las cosas”, en la W, de la Ciudad de México. ¡En la XEW, mi niña! ¡Pucha! ¿Más luz? Comitán es un pueblo grande, por vocación. Los tiempos actuales sólo reafirman la grandeza del pasado. Nuestra sociedad fue construida con cimientos fuertes. Somos herederos de una enormísima tradición cultural. Nos sentimos orgullosos de lo que somos y pepenamos gajos luminosos de sus grandes personajes. El senador Ramírez entregó con mucho orgullo una obra artística de un comiteco que representa a un comiteco del que nos sentimos chentos todos. Ya te conté que en algún momento la figura de Belisario Domínguez se diluyó en el parque central de Comitán, el corazón de nuestro pueblo. Por ahí hay fotografías donde aparece una columna con un busto de Belisario, luego, en los años sesenta no sólo hubo un busto de Belisario sino una gigantesca estatua (la que ahora está en el bulevar). ¡Ah! Medio Comitán tenía frente a su mirada la figura del héroe comiteco. Pero un día la estatua fue llevada a otro sitio y en el parque central hubo una réplica de la estatua que existe en el Senado de la República, una de tamaño natural y con la mano izquierda sobre el estrado y el brazo derecho en actitud de gran dignidad con el índice flamígero, que dicen los políticos. Pero otro día, este símbolo maravilloso lo retiraron del parque central y fue llevado al patio central del palacio municipal, que es casa de todos, la casa del pueblo. Y ese día el parque central del pueblo que se llama Comitán de Domínguez, quedó sin Belisario Domínguez. Es cierto, a media cuadra está su casa museo y en el interior del palacio su estatua, pero, ya no está al paso de los ciudadanos de a pie. El palacio municipal y la casa museo no siempre están abiertos. Si un amigo tuyo viene de la Ciudad de México en un día que la casa museo y el palacio municipal están cerrados y tu amigo pregunta por Belisario Domínguez no hay manera de contarle parte de su grandeza con el agregado del estímulo visual. ¡No! El palacio municipal no abre sus puertas en día de asueto, y los policías que tienen el resguardo del edificio no dejan pasar a cualquier persona. Entiendo que así lo manda el protocolo de seguridad. Pero, ¿cómo explicarle a ese digno representante de la ley que ahí adentro está la figura del héroe y que tu amigo quiere verla y tomarse una fotografía a su lado, porque si es difícil entrar al palacio municipal de Comitán, es mucho más difícil entrar al Senado de la República? El parque central de Comitán se quedó sin la presencia de Belisario. ¿No es hora de regresarlo? En el parque está Mariano N. Ruiz, Benito Juárez, Pantaleón Domínguez y Rosario Castellanos. ¿Y nuestro máximo héroe, orgullo comiteco? Los espacios públicos son los sitios emblemáticos del pueblo. Si un niño va con su papá y mira el busto de Benito Juárez y pregunta: ¿quién es ese señor? El papá puede acercarse a la placa, leerla en voz alta y decirle a su hijo que Benito fue un oaxaqueño que de niño era pastor de ovejas y llegó, gracias al estudio y a su dedicación, a ser presidente de la república. ¡Pucha! Eso es una gran lección de civismo, de historia de México. Si el espacio está vacío, pues el vacío se instala. ¿No es hora de regresar la dignidad de un hombre digno al parque central de Comitán? Vi el busto que el senador Ramírez entregó al presidente de la república argentina y pensé que esa obra debería, en el tamaño que tiene el busto de Rosario, estar en una esquina del parque central. Lety deslizó la idea de que Luis realice un busto de la escritora Lydia Trejo. ¡Sí! Maravillosa idea, que esté cerca de Rosario. ¿Imaginás la clase de identidad cultural que esto propiciaría? La niña preguntaría: ¿quiénes son estas dos mujeres? Y la mamá le diría que son dos escritoras comitecas muy famosas. Ahora, gracias al entusiasmo de talentosas mujeres, como Lety, Gina y la poeta comiteca Clara del Carmen Guillén, la presencia de la escritora Lydia Trejo aparece en el horizonte de nuestro espíritu. Y la niña, en ese instante, recibiría un rayo de luz, sabría que la literatura es agua fresca y que mujeres comitecas han bebido del mejor pozo, y que es posible, como decía Rosario, otro modo de ser. La presencia de Belisario Domínguez en el parque central de su pueblo, del pueblo que lleva su apellido, era un acto de dignidad. Belisario debe regresar a ese espacio público, para que todo mundo se topetee con su imagen, para que los niños y jóvenes y visitantes pregunten quién es y los mayores cuenten la historia, pasen la estafeta. Es la forma de mantener viva la tradición histórica de un pueblo grande. Pensé que esa creación de Luis no sólo debería estar en la oficina del presidente de la república de Argentina sino también en el corazón de Comitán, a la vista de todos. El legado de Belisario Domínguez es como una bocanada de aire. Sus actos son lección permanente para la sociedad, sobre todo para la sociedad de su pueblo. El genio de Luis honró a dos mujeres comitecas anónimas. En una esquina del parque central de este pueblo existe una obra en bronce que obtuvo el reconocimiento principal en Japón. Esa obra se llama Día Marcado. Al otro día que lo inauguraron, la gente dijo que eran Las dos Lolas (Lolita Guillén y Lolita Albores), y muy pocos lo llaman por su verdadero nombre, la mayoría lo llama Las canasteras. Cuando la palabra canastera aparece, todo un racimo de identidad asoma en nuestra ceiba. Los espacios públicos nos identifican, ahí compartimos parte de la vida con los otros. Los espacios privados se llaman así, porque están vedados para los otros. Mi casa no es pública. A mi casa no entra medio mundo (bueno, vos sabés que soy tan ish, que casi nadie más entra). Pero, digo, en las casas de personas que son muy amigueras y sociables, de todos modos no entra medio mundo. Son espacios privados. El palacio municipal es de todos, pero, en días de asueto, permanece cerrado y para ver a Belisario hay que poner las manos en la reja para saludarlo a distancia. No, ya nada diré de la simbología que esto alimenta. Lo ideal sería que la figura de Belisario volviera a estar cerca del pueblo; que esté al paso de la mujer que va a misa; de quien corre para llegar a su trabajo o para la escuela; del señor que va al mercado a comprar un vaso de atol de granillo; de la pareja que, sentada en una banca, platica, se da besos y planea su porvenir. Que la presencia de Belisario esté a la mano, que su rostro nos recuerde los pasajes más luminosos de sus actos heroicos. ¿Para qué Lety sugirió un busto de Lydia Trejo? Para que su presencia esté en este pueblo, así como está, contra esquina del Teatro de la Ciudad, la figura perpetua de Rosario. Bustos de Rosario están en la biblioteca de su nombre y en la casa de la cultura, pero estos espacios, a pesar de que son del pueblo, para el pueblo, hay días que permanecen cerrados. Nadie baja la cortina del aire que alimenta el parque central de nuestro pueblo. El busto de Rosario que está en el parque siempre está visible. Y de eso se trata la vida, ya nos lo dijeron los expertos, de reconocer cada árbol bueno. Sí, que regrese Belisario al parque central de su pueblo.