viernes, 19 de febrero de 2021

CARTA A MARIANA, A RITMO DE ROCK

Querida Mariana: Alf Moran subió esta foto al Facebook. Es una foto genial. Alf dice que está tomada en el parque de San Sebastián y corresponde al año 1956. Yo tengo ciertas dudas, pero no me hagás caso. Yo diría que, por el entorno, corresponde al parque central, de Comitán, y tal vez sea de los años sesenta. Pero, ¡no me hagás caso! Le hagamos caso a Alf. Él subió la foto. Pero (¡ah, qué necio!), mirá al fondo. Hay un anuncio de pilas Eveready y, donde está la base de la lámpara, veo un edificio de dos plantas. En los años cincuenta no había un edificio de dos plantas en el barrio de San Sebastián. En fin. Estos son mínimos detalles, que ya los expertos revisarán. Lo que sí debo decir es que cuando vi la fotografía pensé que era una fotografía genial. ¡Cómo no! Si la foto corresponde al año que Alf dice debe registrarse en la historia del rock nacional. ¿Mirás? En 1956, en nuestro pueblo había un conjunto que se llamaba “Los magos del rock”. ¡Pucha, nadita! La historia del rock mexicano ubica el principio de ese género musical a mediados de los años cincuenta. Pucha. Apenas estaban llegando las pilas Eveready a Comitán y ya estos geniales artistas tocaban rock (por eso, insisto, la foto es de los años sesenta, pero no me hagás caso.) Y digo que la foto es genial, porque este conjunto no usa chunches eléctricos, que es como condición indispensable en grupos que tocaban el rock. No, los comitecos, tocaban las rolas sin bajos eléctricos, sin guitarras eléctricas. Ah, qué maravilla de grupo musical. En el lado izquierdo se ve un saxofón en el piso, luego el intérprete del acordeón (Alf dice que es Octavio Alfaro), luego está el papá de Alf, José Gilberto Moreno Villatoro, toca la marimba. Luego, qué belleza, Alf dice que Rubén Estrada toca el sax (en realidad el sax lo tiene enredado al cuello y lo que está tocando es el clarinete. Tiene los ojos cerrados.) Luego, con sombrero bien cuco está José Palacios, y en la batería Caralampio García. Qué pulcritud de artistas. Al final, tocando el tololoch (mirá la mano, como ganso, dispuesto al vuelo) Manuel Argüello. Alf identificó a Hortensia García, quien, muy seriecita, está sentada y vio hacia otro lado a la hora que el fotógrafo hizo el conteo de ¡uno, dos y…! Quiero pensar que en este momento glorioso, los integrantes del conjunto “Los magos del rock” no tocaban sino que posaban. Todos, como se dice, hacen la finta. Pero antes y después de la fotografía sí interpretaron, como decían los clásicos de la locución: unas bonitas melodías. ¿Ya miraste cuántas personas están sentadas en las bancas? Disfrutan de una tarde comiteca llena de armonía. Sí, aunque la foto no sea de 1956, este grupo debe pasar a formar parte de la historia del rock nacional. Como bien dijo Alf, llama la atención el slogan del grupo: “Ritmo y alegría”. ¿Qué buscan quienes contratan a un grupo musical? En cualquier parte del mundo, la gente quiere ritmo y alegría en sus guateques. Imagino que el sonido de este grupo era bello. Cerrá los ojos y escuchá el sonido de la marimba acompañada con el tololoch, el acordeón, el clarinete y la batería. Sin duda que fue un sexteto sensacional. Ah, benditos artistas musicales. Ah, benditos quienes tuvieron la oportunidad de escuchar a los Magos del rock. Sé que hay paisanos que los escucharon, que pueden decirnos cuál era su repertorio. ¿En qué momento a alguien se le ocurrió bautizar a su grupo musical con el nombre de “Los magos del rock”? Se me hace una genialidad. Lo que diré a continuación no quiero que suene irrelevante, quiero rendir un reconocimiento a estos paisanos. Por lo regular, los grupos de rock eran chavos. Así pues, estos paisanos mayores rindieron homenaje a la juventud, con lo cual se comprueba, una vez más, que el arte no tiene edad, es eterno. Posdata: Gracias a Alf por compartir esta joya. Gracias a todos los comitecos que están compartiendo las fotografías que tienen en sus hogares. Juntos vamos construyendo la memoria colectiva de este pueblo. Hay tantos elementos que sirven de reflexión. Estos documentos ayudan a investigadores, historiadores, expertos, y, además, refrescan el corazón de todos los que amamos este pueblo. Otra vez, mi niña, me dan ganas de gritar: ¡Que viva Comitán!