miércoles, 30 de junio de 2010
PARA MAÑANA
La ciudad del futuro es ésta donde vos y yo vivimos. Ésta será la ciudad de tus hijos y de los hijos de tus hijos. Nuestra ciudad es una ciudad de hoy, para nosotros, pero también es la de mañana. Por la tarde y por la noche nuestros pasos la recorrerán así como la recorren ahora. Por esto debemos luchar por ella, no dejar que otros la modifiquen a imagen y semejanza suya. Esta ciudad fue pensada para gente como vos y como yo, para gente que ama el aire y que le encanta mirar los árboles plenos de pájaros.
Ésta que vivimos es la ciudad del siglo XXII. No tenemos por qué imaginarla. Es un absurdo imaginar cómo es el corazón si basta abrirnos el pecho.
Acá, en estas calles, hemos prendido nuestros corazones en las paredes, como si fuesen de esos milagritos que cuelgan en los retablos de los templos; acá hemos vivido nuestros amores, hemos soñado e imaginado otro mundo dentro de este mundo. Acá, vos y yo reímos cada vez que alguien cuenta la anécdota de aquella reina de agosto a la que le fallaba “un remo” y que el poeta -previa apuesta- osó decirle la verdad sin decírsela, pues se acercó al trono y con sendas flores en las manos dijo a la soberana: “Por favor, entre el clavel y la rosa, su majestad ¡escoja!”.
En estas calles tan lejanas de la sal y del Sol de la playa; en estas calles que se inclinan o se retuercen asombradas ante las calles planas nos revolvemos como insectos.
Acá nacimos vos y yo. No importa preguntar si será el lugar de nuestra muerte, pues la vida es lo que importa en este momento. La vida es la puerta que nos lleva a decir que esta misma ciudad será nuestra la mañana de mañana.
Ésta no es París, ni Praga. No tiene el caché de Nueva York, ni la sutileza de Madrás. Es una ciudad humilde, con sandalias y túnica blanca. Es una ciudad mujer, de pechos generosos y muslos como de árbol de agua. Es una ciudad anciana que, en tiempo de frío, le duelen los huesos. Pero basta una copa de buen “comiteco” para calentar su corazón y su vista.
Carece de puentes levadizos, pero, en contraparte, tiene mil hamacas que acunan los deseos de sus muchachas.
Ésta será la ciudad de tus hijos. Ellos correrán por sus plazas, oirán sus campanas y jugarán rayuela o canicas sobre sus pisos de esponja. Por esto, ¡oílo bien!, no podemos dejar que le pongan afeites made in Taiwán. Porque es una ciudad con aroma de Selva, vos y yo debemos alentar los sueños de orquídea.
Al final del camino reconoceremos que fue y no fue de nosotros. Es una ciudad que no nos pertenece. Los de mañana nos la han encargado en este tiempo. Esta ciudad de barro, de adobe, de teja ¡no es nuestra! Les pertenece a tus hijos y a los hijos de tus hijos. Por esto es que debemos cuidarla, protegerla. Dicta la norma de mínima educación que vos y yo no debemos disponer de lo que no es nuestro. Nuestro sólo el corazón que nos anima, el pie que da el primer paso hacia el destino.
La ciudad del futuro es ésta donde vos y yo vivimos. El futuro no es un plasma en tercera dimensión o un video juego. El futuro es el cielo limpio, el rostro de canario, el agua simple que tocará el espíritu de tus hijos.
martes, 29 de junio de 2010
VOLVER A SER NIÑO
(Alumnas del cuarto semestre de la Licenciatura en Puericultura, de la UDS, extendieron una invitación a Amín Guillén Flores, José Gustavo Trujillo Tovar y a un servidor para asistir a la presentación de una recopilación de Leyendas y Cuentos. Paso copia del textillo que leí).
Agradezco la invitación. Acudo emocionado y sorprendido. Emocionado porque el trabajo que han hecho tiene que ver con rasgos de identidad, con la cultura de nuestro pueblo; y sorprendido porque, en estos tiempos de globalización y de efectos especiales, ustedes rescatan la antigua tradición de la narración oral. El hombre, lo sabemos, no es nada si no tiene conciencia de sus raíces culturales. Las sociedades más ricas son aquéllas que preservan las culturas que les legaron sus mayores.
El futuro nos lo pintan de colores metálicos y nos lo presentan automatizado. Los jóvenes de hoy, ustedes mismos, advierten que la tecnología facilita las tareas del hombre, cada vez más. ¿Qué tiempos vivirán los niños del futuro? Un futuro inimaginable, un futuro en donde la robótica jugará un papel preponderante. Y ante esto, los profesionales de la educación, tarea en la que ustedes están inmersos, deben estar preparados. Y deben estarlo porque la distancia que existía entre educandos y educadores, en el siglo pasado, se acorta en este siglo. Pareciera que en algún instante del futuro la brecha se revertirá y los educadores quedarán a la zaga de lo que, en términos de tecnología, sabrán los niños y jóvenes. Ya en estos tiempos vemos algunos maestros que reconocen su impericia en el manejo de la computadora, de los celulares y demás chunches tecnológicos. Esto ocasiona un desfase en el sistema tradicional de educación. ¿Qué conocimiento transmitir si los niños y jóvenes superarán en destreza tecnológica a los adultos?
No obstante este panorama, en apariencia, aterrador por inconcebible, el proyecto que hoy ustedes presentan es sintomático de un camino correcto. ¿Por qué digo que es un camino correcto? Porque los niños de este siglo, así como los del siglo XXII y los del XXIII seguirán siendo niños y nuestro inconsciente colectivo necesitará muchas más generaciones para modificar su estructura. Los niños del futuro también soñarán, también se emocionarán a la luz de una vela cuando el abuelo les cuente un cuento o una leyenda. Las velas serán diferentes a las que hoy usamos pero las historias serán muy semejantes a éstas que hoy han recopilado. Las leyendas y cuentos que hoy presentan no son más que la continuidad de las leyendas e historias que desde el principio de los siglos emocionaron a los primeros hombres. Seguimos teniendo temores; seguimos ignorando todo acerca del universo; seguimos emocionándonos ante la pasión del hombre. Seguimos siendo hombres y hombres serán los hombres del futuro. En el siglo XXIII (esperemos que la humanidad llegue plena a este tiempo) los hombres elevarán su mirada al cielo y seguirán sintiendo esa mezcla de asombro y pavor ante el gran misterio. Porque, por más avances tecnológicos que logre, el hombre jamás alcanzará a tocar el corazón de esto que llamamos creación.
La leyenda nace en el intento de dar respuesta a los misterios de la vida y de la muerte. Todo aquello que no encuentra una explicación en el plano de la física; todo aquello que no puede ser tocado, que se vuelve esquivo ante el razonamiento, es pretexto para la creación; y ya ustedes se dieron cuenta que cada uno de los pueblos (por su herencia cultural) imagina y crea historias diferentes. Las leyendas nuestras son diferentes a las de la India o a las de Francia, pero todas están unidas por un cordón umbilical común: el toque humano. Aunque en las leyendas y en los cuentos aparezcan animales fantásticos, increados, tal creación está en relación directa con nuestros sueños. Acá, en nuestra cultura, no hallamos esos animales prodigiosos que se llaman dragones, pero tenemos otros animales para alimentar nuestra imaginación y nuestros temores. Los animales fantásticos que pueblan nuestras leyendas no son enormes ni tienen alas. Nuestras proyecciones son más terrenales. ¡No podía ser de otra manera! Nosotros, ya nos lo dijeron los antiguos estamos hechos de maíz. Tal vez algún día, cuando las leyendas encuentren el hombre formado por el viento y por el aire, nuestros animales serán prodigiosos como un dragón, mientras tanto corresponde a ustedes y a los estudiosos de estos fenómenos mentales descubrir porqué nuestras leyendas están tan ligadas a la tierra y a la oscuridad. Nuestros cuentos están ausentes de luz, se regodean en la penumbra.
Por el momento no suspendo la emoción de mi espíritu. Me reconforta saber que ustedes han investigado acerca de los juegos tradicionales y que tienen en sus manos y en su corazón la fórmula para acercar el mundo a los niños de hoy y del futuro. El videojuego jamás suplirá la emoción de salir al patio y jugar una ronda. Esta ronda no es más que una réplica del ritual que hicieron los antiguos pobladores de estas tierras para agradar al Dios del Sol y de la Luna.
Los niños de todos los tiempos se emocionaron, se emocionan y se emocionarán con el juego más sencillo que nos presenta la vida: ¡el juego de la vida!
Hoy volvemos a ser niños, gracias a ustedes y nos sentimos bien, muy bien.
Gracias.
lunes, 28 de junio de 2010
INSTRUCCIONES PARA SER UN BUEN VOYEUR
1.- Ir al bosque con prismáticos y entrenarse viendo los pajaritos sobre la rama más alta del árbol (en caso de varones se recomienda, en lugar de pajaritos, observar palomitas).
2.- Comprar el periódico Le Monde y abrirle dos pequeños orificios para ver a la muchacha bonita que está sentada en la mesa de enfrente.
3.- Imaginar que la muchacha bonita es el periódico Le Monde y abrirle dos pequeños orificios en el centro del corazón.
4.- A la amada regalarle un espejo especial para baño con una mini-cámara integrada. Disfrutar cada instante en que ella pregunta: “Espejito, espejito, ¿quién es la más bonita?” (El espejo debe ser de esos que tienen sistema desempañante automático).
5.- Salir a la carretera, levantar el dedo y pedir aventón. Recordar que no importa el destino sino el trayecto que tenemos marcado por el Destino.
6.- Comprar un reloj que no marque horas ni minutos ni segundos, sino que marque sueños.
7.- Ir a playas vírgenes y bautizarlas con nombres sugerentes. No se valen nombres como: Playacaíste o Playatefregué.
8.- Hacer correr el rumor en todo el edificio que uno sabe leer el café, las manos, los ojos y los pliegues del alma y del cuerpo.
9.- En temporada de invierno proyectar imágenes de verano sobre la ventana del departamento de la amada a fin de que ella use ropa ligera.
10.- Usar zapatos que tengan afiches de los hombres más hermosos del mundo. No hay mujer que se resista a echar una mirada hacia abajo.
11.- Cuando la confusión aparezca en las mentes femeninas es preciso que las muchachas bonitas dejen de besar sapos y se conformen con el plebeyo de la esquina.
12.- Invitar a todas las pulgas del vecindario para hacer un recorrido por el Zoomat trepados en el lomo del primer perro callejero que pase frente a la casa.
13.- Inventar un material que se deshaga con el primer pensamiento de su creador. A todas las amadas regalarles blusas y sostenes con dicho material.
14.- Leer La Biblia. Cerrar los ojos y señalar con el dedo (es conveniente hacer trampa a fin de que las páginas elegidas sean las de El Cantar de los Cantares).
15.- Ir al Zoomat, los domingos. Tratar de apropiarse del secreto de la mirada del águila y de la sensualidad del movimiento del jaguar.
16.- Recordar la máxima que dice: “Los ojos son las ventanas del alma”. Con esto podemos saber cuál es la mejor ventana para alegrar el espíritu.
17.- Recordar que en el juego lo importante es el hombre. Si hay hombre y no hay balón ¡hay juego! Lo contrario es imposible (en esta pará-bola el balón es una metáfora de la muchacha bonita).
18.- Los muros de roca colapsan ante una buena mirada.
19- Nunca decir “Lo siento” cuando quebramos un vaso de cristal o deshacemos un nudo de viento, y
20.- Sorprender a la vecina diciéndole: “Doble contra sencillo que hoy llevas puesta la roja de encaje”.
domingo, 27 de junio de 2010
sábado, 26 de junio de 2010
PRESENTACIÓN LIBRO "EL REY EN ACALA"
(El viernes 25 de junio se realizó la presentación del libro "El Rey en Acala", de José Martínez Torres y Antonio Durán Ruiz. Como presentadores estuvimos Marvey Altuzar y un servidor. Paso copia del textillo que leí).
El libro que hoy se presenta da testimonio del viaje que José Alfredo Jiménez realizó a Villa de Acala, Chiapas. Un día, la historia consignará el viaje que a Comitán realizaron el día de hoy los autores de este libro. Y esto será así, ¡es así!, porque una y otra historia sintetizan el destino del hombre: ¡el viaje!
José Martinez Torres y Antonio Durán Ruiz, destacados maestros universitarios, decidieron un día escribir “la historia verdadera de José Alfredo Jiménez en Chiapas”. ¿Por qué escribir un libro con esta historia?
Marvey y yo, privilegiados con la invitación, tenemos una encomienda compleja pero grata: tratar de sintetizar el contenido de este libro a fin de que se interesen por leerlo. Lo deseable es que ustedes, al término de la presentación, adquieran el libro y se vuelvan cómplices de esta aventura.
Si me concretara a leer la información exacta que trae la contraportada habría cumplido tal encomienda. Vean ustedes si no. Leo:
“En 1972, el músico José Alfredo Jiménez visitó Villa de Acala, un pequeño pueblo de Chiapas. Tal hecho marcó un antes y un después en la historia de la comunidad. Este libro quiere dejar por escrito el testimonio de lo que sucedió y busca formar parte de la polémica acerca de lo que caracteriza al mexicano. La reconstrucción de los hechos se atiene a los testimonios de quienes los vivieron. Se da espacio también a los datos aportados por los hijos del artista, y se incluye un estudio literario acerca del compositor y un mínimo contexto histórico de Acala, así como el repertorio de las canciones interpretadas por un hombre que escribió acerca de las heridas, las soledades, las angustias fundamentales, y cuya obra constituye un manantial poético cuya voz ha rebasado el territorio mexicano”.
¿Ven? Todo está dicho. Pero, debo decir a ustedes que este libro es fruto del mérito de sus autores. Si la información es completísima, amena y erudita; y la erudición es sencilla y diáfana; y la amenidad es parte del rigor; y la apariencia de totalidad no es más que la punta del iceberg para ahondar más, es por el buen oficio de los autores.
¿Ahora sí ya todo está dicho? No. Si me permiten concluiré mi participación diciendo que este libro es como un espejo en donde nos reflejamos todos, ¡todos!, sin excepción. Mientras anduve en cantinas jamás oí una canción de José Alfredo. Y esto fue así, tal vez, porque las canciones de José Alfredo no entran directamente al cerebro, sino que, como lapas, se adhieren a la piel, penetran al torrente sanguíneo y se instalan para siempre en ese órgano que se llama corazón. A mí me transfundieron las canciones de José Alfredo mucho antes que yo supiera que el corazón se agrieta. Conocí a Alfredo en este pueblo a la edad de ocho años. Lo conocí por un disco que una tía me trajo de la ciudad de México. ¿Por qué ella me trajo un disco de él? No sé bien a bien, pero imagino que por la misma razón que un día un grupo de chiapanecos trajo a José Alfredo a Villa de Acala: Por una razón sin razón definida que tiene que ver con sustancias de herencias y legados inscritos en el subconsciente colectivo. Mi tía me trajo un disco de cuarenta y cinco revoluciones con “El corrido del caballo blanco”. Desde el instante que tuve el disco en mis manos lo puse una y otra vez, hasta que, a mi memoria no le quedó más que aprender la letra de ídem. “Y este es el corrido del caballo blanco que un día domingo…” y por ahí. Yo no sabía, lo juro, que la canción fuera de un tal José Alfredo. ¿Qué le puede importar a un niño saber que un hombre había escrito esa canción tan triste? Y digo triste porque cuando mi papá vio que me la sabía (debo confesar que yo no cantaba tan mal, era entonadito) me convirtió en su “crooner” oficial. Cuando sus compas llegaban a la casa a echar traguito, él me llamaba y yo, emocionado, trepaba a una silla y cantaba la del caballo blanco. Al final mi papá me veía orgulloso y yo también me sentía igual. Bajaba de la silla, alguno de los alegres compadres me felicitaba, me babeaba y yo iba al patio trasero de la casa y me ponía a llorar. Aún hoy me conmueve la imagen del niño que, acurrucado, en el rincón lloraba la desgracia del caballo blanco que iba con el hocico sangrando, y ya a punto de morir cuando pasó por Mexicali. Claro, ahora sé que el tal corrido, José Alfredo lo escribió basándose en un viaje que, en automóvil, y durante una borrachera, realizó al norte del país. ¿Así que el tal caballo era un auto? ¿De cuántos caballos de fuerza? José Alfredo no supo lo que me hizo de niño. José Alfredo no supo lo que le hizo al espíritu de los mexicanos. Por esto es que el libro que hoy se presenta es importante, porque es un intento de hallar ese misterio. De encontrar algo que ayude a encontrarnos.
A mí José Alfredo me hizo llorar sin necesidad de estar borracho. Sé, ahora, que las canciones de José Alfredo no sólo están en las rocolas de las cantinas más sórdidas o en los burdeles donde las mujeres, de bocas pintadas, esperan a los clientes. José Alfredo, ya lo entendí, está en cada uno de nosotros y sus canciones son como el aire. Casi sin percibirlo respiramos a José Alfredo y no hay vacuna que pueda inmunizarnos contra eso.
Por esto, creo yo, los maestros José y Antonio fueron a Villa de Acala y se avocaron a escribir este libro que es un mínimo y enorme testimonio de lo que estamos hechos los mexicanos. Tal vez algún día, Marvey, Angélica y yo, exalumnos que admiramos a los autores, iremos al país donde ellos habitan y escribiremos un corrido que comenzará así: “Este es el corrido de José y Antonio que un día viernes felices arrancaron, e iban con la mira de llegar a Acala habiendo salido de Tuxtla”. Mientras tanto, vemos que “por la lejana montaña va cabalgando un jinete”. Que nadie lo dude, ¡es José Alfredo convocado por nuestros brillantes autores!
Bienvenidos, admirados maestros, bienvenidos a Comitán. Gracias por este libro. Estoy seguro que su lectura hará que entendamos un poquito mejor de qué estamos hechos los hombres de estas tierras.
viernes, 25 de junio de 2010
EL PAÍS SIN TEMA
Cuentan de hombres de un país que, en determinada fecha, hablaban sólo de un tema. Así como llegan las estaciones temporales así llegaban las temporadas de plática a ese país lleno de montañas y de ríos de agua como de viento. No se sabía cómo, pero de pronto, medio mundo se encontraba hablando de cosechas o de encierros y no se hablaba de nada más. No porque estuviera prohibido o porque la gente hubiese esquivado ciertos temas, sino porque nadie tenía más tema para hablar. Era como si una niebla de olvido llegara y sólo existiera una ventana para respirar.
Quienes llegaban de fuera trataban de hablar de otra cosa. Iban a los hospedajes o a los restaurantes o a las plazas y hablaban de habanos, de árboles, de pisos, de departamentos, de pájaros o de sueños, pero si el tema de temporada era el sexo, por ejemplo, todo mundo de ahí, como si fueran grandes albureros, relacionaban las pláticas de los extranjeros con la plática de casa. Los de afuera se aburrían y, después de hacer intentos por introducir nuevos temas, se aburrían y se largaban a sus países de origen, y los nativos quedaban tan tranquilos y seguían con la encuesta de las palabras que son como zonas erógenas. Unos decían que las palabras soeces ponen a la hembra sobre la cama; otros decían que no, que las palabras generosas son el mejor alimento para la pasión; no faltaban los que aseguraban que las palabras tiernas convencen a la más pintada. Entonces hacían la correspondiente apuesta y salían a las calles, a los callejones y a las plazas a hablar con las muchachas bonitas. Como las muchachas también no tenían más tema de conversación que el sexo sabían que todo estaba relacionado con él, así que, a final del día, todo mundo terminaba haciendo travesuras en las camas, en las hamacas y sobre mesas de cocina. Las palabras, todas, eran como los mejores afrodisiacos y tanto servía la palabra “coger”, como la palabra “vínculo” así como la palabra “almohada”.
Era un sentimiento. De pronto, así como había aparecido el tema se iba y al día siguiente aparecía otro. La gente no se daba cuenta del cambio, comenzaba a hablar de la otra cosa, como si nada, pero algo indefinible, un algo como viento cubría a los habitantes. En su corazón algo les advertía que un tema era más cercano que otro. Esto lo advertían los de afuera. Era algo que flotaba en el ambiente. Por esto, ahora puedo decir a ustedes, lectores de El Heraldo de Chiapas, que el tema más caro era el sexo. Todo mundo andaba sonriente, las muchachas tomaban un color de durazno y leían a Sade y a Bataille.
Algunos de afuera pensaban en la posibilidad de intervenir en estos procesos complejos a fin de provocar el tema del sexo de manera más frecuente y descubrir el secreto para trasladarlo a otros países, pero la mayoría juzgaba eso como intervención descarada en un designio divino y lo consideraban un anatema, en el sentido de maldición. Así que los de afuera dejaron tranquilos a los de adentro. Pues luego se dieron cuenta que también ellos tenían ciertos atisbos de ese don, pues, de vez en vez, les llegaba el tema del fútbol y no hablaban de otra cosa. Era una lástima que los de afuera no tuvieran la perfección de los otros, pues un buen porcentaje de extranjeros parecían inoculados y hablaban de otros temas y las mujeres de los monotemáticos comprobaban porqué el sexo era el tema más esperado en el país lejano, mientras sus maridos hablaban de fútbol y nada más que de fútbol.
jueves, 24 de junio de 2010
LUPITA DELVIENTO
Escribo a las cinco de la mañana. Escucho afuera lejanos ruidos de motores de autos que pasan por el bulevard. Imagino, es probable, que a esta hora Lupita Guillén Utrilla reciba el grado de Maestra. Pienso si a esta hora ella canta en Italia. No lo sé. Únicamente imagino. Lo hago porque en cuanto me paré prendí este "chunche" y hallé el siguiente correo que me envió Lupita Utrilla Alvarado:
"Con mucha alegria les participo que hoy a la 5 am. hora de México ..12 hrs. hora de Italia, será el examen de Titulación de Maestría de Lupita en la "Sala Vivaldi" del Conservatorio Jacopo Tomadini (plaza 1o. maggio) Udine, Italia, donde terminó la Licenciatura y la Maestría en Canto de Òpera y Concierto..."
Por esto, las dos Lupitas deben saber que los comitecos compartimos su alegría y nos sentimos orgullosos de este logro; así como nos sentimos orgullosos cada vez que leemos en la prensa o escuchamos en la radio o en la televisión que Lupita ofrece su don en una sala de conciertos.
Conocí a Vivaldi gracias al padre Carlos, en la secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz. El Padre enviaba a los dos mejores alumnos del grupo (y a los que les tenía más confianza por ordenados y bien disciplinados) a traer el tocadiscos de su estudio para llevarlo al salón. En el salón ponía un disco (¡Vivaldi!), levantaba las manos y, como si fuese Director de orquesta, movía las manos en movimiento de cuatro por cuatro y nos transportaba a una sala de conciertos.
Lupita soñó con cantar ópera. Hizo realidad su sueño. Lejos de mensajes mediáticos de selección mexicana, ella es una triunfadora en el país y en Italia.
Su privilegiada voz se auna a un carácter decidido y afable. Ella nació en Tuxtla, pero su familia es comiteca y ella misma, cuando viene a Comitán, es humilde y generosa con todos nosotros. Por esto, hoy le enviamos un abrazo humilde y generoso, como es el corazón de este pueblo.
¡Felicidades a ella; a doña María Antonieta, su orgullosa abuela, destacada escritora; y a Lupita, su linda mamá! Y con ellas a toda la familia y a todo Chiapas.
Ahora, en el bulevard hay silencio. Imagino que es el mismo silencio que se hace un minuto antes que Lupita aparezca en el escenario; un minuto antes que el director de orquesta vea al grupo para indicar que pronto levantará la mano para iniciar; un minuto antes de que Lupita sorprenda al prodigio mismo.
En este silencio doy gracias a Dios por la gente buena que nos manda. Por la terquedad del padre Carlos y por la voz privilegiada de Lupita. Son personas que llegan a esta tierra para compartir, para decirnos que hay esencias sublimes.
¿De qué color es el cielo ahora mismo en Italia? Acá está oscuro, pero debo decirle a Lupita que ya muy pronto se llenará de luz.
miércoles, 23 de junio de 2010
EL PRÓXIMO PRESIDENTE DE COMITÁN SERÁ PILEÑO
La casa de la tía abuela Juanita era el punto de reunión. La casa era generosa, con un patio y jardín extensos, un árbol que parecía casa de todos los zanates de Comitán y unas albercas adonde llegaban muchos muchachos a bañarse. La tía, sentada en el corredor, extendía la mano y cobraba el peso para tener derecho de usar “los tanques” del agua de La Pila. Porque todos los Bermúdez se reunían en ese mítico barrio y en esa entrañable casa. En el patio jugábamos pelota o “escondidas”
Entre la “primiza” siempre aparecía Rafa, hijo de tío Jorge y tía Mercedes. Hace como quince días me topé con un cartel y vi que Rafa contiende por la Presidencia Municipal de Comitán. En la ciudad, igual que en todas las demás del estado, los candidatos efectúan recorridos por todo el territorio a fin de que la ciudadanía conozca su propuesta.
Rafa Bermúdez es candidato del PT y, estoy seguro, al jugar cerca de los tanques o en el huerto donde siempre estaba Chepito de todos jamás pensó que un día aspiraría al más alto privilegio al que un comiteco puede aspirar. Así como tampoco lo pensó el aspirante de la coalición PRI-Verde, Toño Aguilar, quien también es oriundo de un barrio tradicional de este pueblo: La Pilita Seca; es decir, el próximo presidente será de La Pila, de la pila seca o de la llena de agua.
A mí me gustaba que Rafa nos invitara a su casa porque ahí su mamá -la querida tía Meche- tenía el taller de las imágenes de San Caralampio. Cientos de imágenes de madera salieron de sus manos. Entrar a la casa de Rafa era entrar a un mundo mágico. Imágenes de todos tamaños aparecían sobre la mesa donde la tía trabajaba o sobre un estante donde ya estaban listas las imágenes para darles la capa de pintura.
Hoy, el niño que creció entre decenas de imágenes de madera, aspira a la presidencia del pueblo. Su lema es: “Por Comitán, ¡trabajemos juntos!”. No se trata de implorar a San Caralampio un milagro (que, acá entre nos, es “rete” milagroso), se trata de unirnos en torno a nuestra casa común: ¡Comitán! Entiendo que este llamado de mi primo rebasa el tiempo de campaña, se inserta en un grito que, independientemente de quien obtenga el triunfo electoral, debe llenar nuestras conciencias. Se trata de trabajar juntos, no para beneficio de intereses particulares sino para beneficio de nuestra comunidad.
Un día la tía abuela Juanita murió, lo mismo hizo la tía Meche. El taller desapareció de la casa de Rafa, y el árbol del patio de la casa de la tía abuela cayó. Pero la familia siguió unida, con la unión que es ahora el deseo de Rafa. Pienso ahora que su lema tiene que ver con ese árbol que cuidó nuestros juegos infantiles y sirvió de casa para tantos pájaros. Hoy, Comitán debe resembrar y proteger un árbol. Esto sólo se logra con el trabajo conjunto y con un objetivo común: ¡Comitán!
Estoy de acuerdo con Rafa: Por Comitán, ¡debemos trabajar juntos!
martes, 22 de junio de 2010
MENTIRAS SIN VERDAD
¿Quiénes están más cerca de la verdad? Dicen los estudiosos de la obra de Borges que el universo es un misterio que jamás llegará a entenderse.
Al mundo le encanta elaborar teorías del origen o de la circunstancia del universo, pero ninguna de ellas satisface. Todas son como barajas de un juego de naipes y este juego admite una serie de entrecruzamientos. El universo puede ser el objeto inacabado de un Dios aburrido o bien puede ser un reflejo de una imagen alterna. El universo bien puede ser una idea infinita y en esta infinitud radica su vacío.
Muchos se plantean la posibilidad de universo como idea.
A Mariana no le gusta leer a Borges. Me dice que prefiere a escritores más sencillos. Nunca se plantea alguna ideal del universo como idea. Se levanta, corre la cortina, abre la ventana y mira el Sol, el patio de su casa, los pájaros que juegan en los árboles o en la pequeña fuente, con el agua siempre verde.
A veces sube a su auto y maneja sin rumbo definido. Al llegar a un bosque baja y camina por en medio de los árboles. Abre los brazos y se tira sobre el pasto. Así, con los brazos debajo del cuello mira el cielo, busca parecidos a las nubes.
¿Quiénes están más cerca de la verdad? ¿Los filósofos que se plantean teorías infinitas o mi afecto que, sin torceduras, sabe que el universo es ella?
lunes, 21 de junio de 2010
DE UNA CHISTERA
“Saramago murió”, me dijo Miguel. Y eso fue todo. Porque en la vida, después de todo, todo es nada o es algo que, dicen, es todo.
Para hablar o escribir de Saramago no debe usarse cualquier palabra. Es necesario subir a la cima y elegir las palabras más humildes. Como si uno fuese un Moisés y abriera los mares para elegir las estrellas del fondo marino. Tal vez José-mago se ofendiera con este símil, pero sonreiría al descubrir que Moisés también fue un mago e igual que él salvó la vida al navegar sobre aguas de ríos.
Porque el viaje de la literatura no se da en la tierra sino en el agua y, sobre todo, en el aire. Por eso la palabra del Mago está llena de aire, hilo donde vuela el papalote y los sueños de los hombres que aspiran a mejorar el mundo.
Mago de todos los vientos, menos de aquellos opresores; menos de aquellos que huelen (o apestan, diría) a tufos de religión, de poder o de soberbia.
Mago -ateo por los cuatro costados, por las cuatro estaciones, por los cuatro puntos cardinales- fue un hombre bueno. ¿Puede pedirse algo más a un hombre?
Con el mismo atrevimiento de algún texto, en su vida se atrevió a escribir sin puntos ortográficos. Caminó con temeridad en sandalias.
Mago de todos los vientos y de un solo Pilar, el que sostuvo su río.
A mí, snob, siempre me atrajo la idea de la relación con su mujer. Un poco al estilo -así lo imaginé- a la que tuvo Cortázar con Aurora, mientras Aurora iluminó las madrugadas de Julio.
Las relaciones de complicidad, de “encuache” total, siempre las veo como extensión de la máxima relación: la literatura.
Imaginé siempre a Mago escribiendo mientras Pilar del Río leía el original y lo traducía al español. Imaginé el sol cálido de Las Canarias botándose a mitad de la biblioteca, dorando los pies de ella y las manos de él; imaginé el viento levantando las hojas como si levitaran; el espíritu, como si levitara.
Él no escribió para los de “alzacuello”, para los de “cuello blanco” o para los “tumbacuellos” y sin embargo éstos lo leyeron con inusual atención. Él escribió para los que tienen al frío como cobija, para los que vuelan con las alas recortadas; para los que tienden su ropa andrajosa sobre el tendedero e imaginan que no son harapos sino redes para coger peces.
Mago no hizo milagros (de haberlos hecho los poderosos lo hubieran crucificado sin antes haberse lavado las manos). Mago no hizo prodigios, ni se sacó algo por debajo de la manga. A la vista de todo el mundo puso los libros sobre la mesa e invitó a sus lectores a jugar con ellos.
¡Que cada lector invente su juego! ¡Que lea a su propio ritmo! ¡Que deshoje el corazón con las manos o con los labios!
Sé que en un texto de estos no se vale enviarle a Pilar del Río un abrazo, desde estas tierras donde una vez el pie de Mago bendijo estos lodazales llenos de miseria; por esto, mejor hago silencio y no envío algo más que el viento, más que el Sol, las nubes y una sola palabra: Siempre.
domingo, 20 de junio de 2010
EL DEL ESTANQUILLO
La escritora Carmen Boullosa me habló, un día, de la memoria privilegiada de Carlos Monsiváis. Todo mundo reconoce que Monsiváis poseía una memoria fotográfica. Esto le permitió reunir un bagaje cultural impresionante. A lo largo de su vida "coleccionó" miles de datos en su mente (recordemos que la gran pasión de Carlos fue el coleccionismo). Un compa que era su detractor (famoso intelectual tambièn) decía que Calos estaba enterado de todo porque, como si fuera comiteco, desde muy tempranito hablaba por telèfono con sus contactos y éstos lo mantenían al día de todo el acontecer nacional (era una especie de secretario de gobernación recibiendo informaciòn del CISEN). Si no pongo el nombre del compa detractor es porque, al contrario de Monsi, yo no poseo ese don. A mí se me resbala todo (bueno, esta es mi fortaleza).
De ahí pues Monsi logró escribir una obra monumental (si bien no en libros, sí en revistas y periódicos). Como que a Monsi no le atrajo la idea de la gloria por escribir la gran obra, sino más bien se dedicó a mostrar cada ladrillo que hoy, lo sabemos y medio mundo lo reconoce, constituye una obra monumental.
Uno de los grandes méritos de Monsi fue poner en primer plano lo cotidiano, lo que se llama cultura popular. Mientras todo el mundo intelectual le hacía el feo a las revistas de monitos, por ejemplo, él dedicó ensayos importantes que demostraban la riqueza de ese mundo. Nos dijo que el mundo de los muñequitos de plástico de luchadores ¡era importante!
Monsi fue un cronista crítico e irónico y estas dos capacidades lo convirtieron en un mito.
Cuando se olvidaba de lo esencial y se colocaba en el plano de "memoria sorprendente" Monsi se volvía aburrido. El mejor Monsi es el Monsi que también era irónico consigo mismo.
Su columna periodística: "Para documentar nuestro optimismo" nos enseñó una definición precisa de la palabra optimismo. En nuestra sociedad, frecuentemente, a un optimista le damos la connotación de "inocente". Él nos dijo que el optimismo es la capacidad de ironizar, a pesar de todo. De ironizar sin conceder un ápice de tolerancia a las estupideces de los gobernantes.
En fin.
Siempre se habló del aparente don de ubicuidad que poseía, pues en una fecha tenía tres o cuatro presentaciones y, sucedió en ocasiones, a veces coincidió en presentarse en diferentes lugares a la misma hora. ¿Por qué se daba esa ocurrencia? Porque era un hombre muy solicitado, su presencia jalaba interés. Hoy, no faltará que en algún programa todavía lo anuncien como ponente de alguna conferencia y alguna revista ponga su nombre en el Consejo de Redacción. Pucha.
sábado, 19 de junio de 2010
LOS IRREPARABLES
Fallece alguien famoso y los otros dicen: "Es una pérdida irreparable". Ayer falleció José Saramago, ¿qué tan irreparable es su pérdida?
Las muertes que son irreparables son las de los hombres que pasan como el viento; las de los hombres intrascendentes.
Los hombres que siembran ideas jamás dejan ausencias irreparables.
Si bien es cierto ya no vuelven a elaborar ideas nuevas, también es cierto que ya dejaron un buen trecho sembrado.
A raíz del Premio Nobel de Literatura, el mundo conoció más el pensamiento de Saramago.
Hoy que, físicamente, ya desapareció, el mundo sigue desgranando las mazorcas que el Mago legó. Hoy podemos decir que el Mago fue un hombre bueno y cumplió.
Tocó la aorta de los hombres poderosos, de quienes gozan esclavizando a los humildes. Como siempre sucede no pasó algo. Los poderosos siguen llenos de vitalidad y continúan alimentándose de los otros. Ah, qué vena más rechoncha, con qué rapidez fluye la sangre. ¿Para qué entonces escribir cientos de cuartillas a favor de los desposeídos, a favor de la inteligencia, si el mundo es más miserable y más estúpido cada día? No sé la respuesta, sólo sé que, para algunos, es como una tabla de salvación. El mar de la mediocridad y de la miseria es infinito. Ningún mortal puede permanecer a flote tanto tiempo sin la bendita presencia de algunos salvavidas.
El Mago fue tablita; fue la pausa entre tsunami y tsunami; fue el viento que, de vez en vez, abrió la ventana del poderoso y, momentáneamente, armó un desmadrito adentro de esas habitaciones frías y perversas.
Eso fue El Mago, para eso vivió. ¿Irreparable su pérdida? Así lo pensarán los poderosos y se cagarán de la risa. Nosotros, los de a pie, pensamos que, a partir de hoy su pérdida es inseparable.
viernes, 18 de junio de 2010
CARTA A MARIANA, DONDE SE DA CUENTA DE QUÉ COLOR ES EL ROSTRO DE LA ESTADÍSTICA
Querida Mariana: el uso de suelo de la colonia era exclusivo para vivienda. Así fue durante muchos años. En ese tiempo los niños salían al parque y jugaban pelota o trepaban a los columpios y resbaladillas; comían palomitas y algodones de París. Una tarde, la calma de la colonia cambió porque la autoridad modificó el uso de suelo (los vecinos comentaron que la autoridad había recibido una buena cantidad de dinero para la modificación). De inmediato, un vecino abrió una miscelánea; dos días más tarde, a tres casas de la casa de mi tía Eusebia, abrieron una tintorería y, poco a poco, la colonia perdió su tranquilidad. La miscelánea comenzó a vender cervezas y pronto en la banqueta de enfrente los caminantes se toparon con dos o tres borrachines que lanzaban piropos o se quedaban tendidos. Así pues, la estadística -maravillosa ciencia que nunca se equivoca- contabilizó los primeros pleitos, un apuñalado y, desgraciadamente, un miembro del “escuadrón de la muerte” fallecido.
La estadística, sobre todo, da cuenta de la infelicidad y de la tragedia. Los periódicos se venden más cuando hablan de accidentes y de ahorcados. Por esto, las guerras son tan temidas.
Por ahora, Marianita de mi corazón, una guerra deportiva se lleva a cabo. Decenas de jugadores se trasladaron a Sudáfrica para vencer al otro. Unos más que otros llevan buen armamento (no sé por qué la selección mexicana, por ratos, da la impresión de esos combatientes zapatistas que en 1994 llevaban rifles de palo).
La estadística ha comenzado a funcionar. No sólo en los estadios del país africano, sino también en las calles de nuestro país.
Es como la colonia de mi tía Eusebia. La pasión futbolera elimina la tranquilidad. La miscelánea de la esquina vende más cerveza y los pleitos, accidentes y tragedias están a la orden del día.
La estadística ¡no miente! Recordá que en matemáticas dos más dos siempre son cuatro. A mayor pasión futbolera mayor consumo de alcohol y mayor índice de accidentes.
Durante un mes, el mundo modifica nuestro “uso de suelo”. Todas las vecindades se convierten en misceláneas donde venden cerveza.
Recuerdo el Mundial de 1978. Estudiaba en la ciudad de México. Bueno, pues toda la temporada de partidos, la palomilla del departamento se pertrechaba con cajas de cerveza, alcohol, quesos, papitas y refrescos de cola y agua mineralizada (sabíamos que era una guerra y debíamos prepararnos). Gracias a Dios nunca entramos a estadísticas mayores. Nunca pasamos de ser parte de la estadística de los cientos de crudos que, al día siguiente, se encuentran sin un centavo en la bolsa para el descrude.
La estadística de las cosas buenas (lo dicta la propia estadística) siempre tiene menor importancia que la de las cosas malas. En la escuela, todo mundo está pendiente del porcentaje de reprobados y, en el México de todos los días, cada mañana nos despertamos con el recuento de los muertos producto de esta guerra absurda. Por esto, dicen los optimistas, es bueno que, aunque sea por un mes, el país se olvide por instantes de esta cruenta realidad y entre al mundo irreal de la estadística futbolera.
P.D. Ayer que nos vimos no me dijiste tu pronóstico. ¿Quién creés que será el campeón del mundo? En tu estadística personal, ¿cuántos sueños rebasan la media de la ficción?
jueves, 17 de junio de 2010
SIN MODERACIÓN
¿Es signo de subdesarrollo? El equipo de fútbol de Chile gana y en algunas partes del territorio se hace el caos. El festejo rebasa la media y se vuelve exceso.
¿Qué provoca este tipo de comportamiento? ¿Qué flama incendia la mecha de la incivilidad?
Si algún extraterrestre apareciera de pronto no entendería -por más explicaciones que recibiera- acerca de este comportamiento. "¿Todo esto provoca un simple juego de once hombres contra once hombres detrás de un balón?".
Entiendo que la respuesta no podría ser tan simple; es decir, no es el mero juego de fútbol. Detrás del balón existen otras razones y una de éstas es precisamente el subdesarrollo. Las sociedades en vías de desarrollo están acostumbradas a la mediocridad, por esto si, de pronto, hay un atisbo de gloria y de excelencia el ánimo se desborda.
De esta manera, los sociólogos establecen que el fútbol resulta uno de los mejores distractores y vía de escape a la realidad.
Por un momento, nos han explicado, el mundo se olvida de sus carencias y sueña con la posibilidad del triunfo, aún cuando, al día siguiente, se tope con la descarada realidad. Cuando menos, nos dicen, por un momento el hombre tiene la posibilidad de un sueño en su mano.
El comportamiento de muchos chilenos es sintómatico. Lo mismo sucede en nuestro país, una pírrica victoria de la selección mexicana de fútbol lo elevamos a categoría de orgullo nacional. A los poderosos esto le conviene. Bueno, no podemos quejarnos de más. Somos una sociedad subdesarrollada y no salimos de ese hoyo precisamente por esas trampitas llenas de fuegos de artificio. Las trampitas tienen nombre se llaman: Chicharito, Giovanni y demás jugadores que casi casi adquieren la estatura de héroes nacionales. En fin.
miércoles, 16 de junio de 2010
INSTRUCCIONES PARA NO VOLVERSE PERRO
1.- Ver una muestra de ala de paloma en un microscopio electrónico.
2.- Investigar datos para escribir una Enciclopedia de la Fidelidad (jamás confiar en datos que aporten las mujeres casadas).
3.- Aunque suene medio mamila debe eliminarse la palabra “mascota” sustituyéndola por la palabra “menoscota”.
4.- Pintar tatuajes de Chagall sobre la piel de los dálmatas y de los xoloitzcuintles.
5.- No confiar en ninguna Asociación Protectora de Animales que sea dirigida por una mujer que use zapatos hechos con piel curtida de vacas.
6.- Nunca aceptar ser gato de cualquier hijo de perra.
7.- Recordar el dicho: “Perro que crece torcido, jamás su dentadura endereza” (cualquier semejanza con el Honorable Departamento de Vialidad es mera coincidencia).
8.- Todo periodo vacacional debe aprovecharse para ir al “Revolcadero”.
9.- Organizar una carrera de caballos de mar, en el hipódromo.
10.- Construir una escalera sin peldaños y confiar en la Divina Providencia para llegar al cielo.
11.- Contar a los cotorros el cuento de la “mona-sterio” que se metió a un “refrigerio” porque tenía alto el “climaterio”.
12.- Tener cuidado con los perros que están libres de pecado porque son los que dan las primeras mordidas (la vacuna contra la rabia lujuriosa es la abstinencia).
13.- Sólo por una vez es permitido “hacerse pato” cuando no haya más que comida para perros.
14.- El Fuego Divino de los Chihuahueños no será apagado ni por los Hielos Eternos de los Dobermans.
15.- Está permitido tomar güisqui, ron, champaña, posh y atole de fresa, menos el llamado “chucho con rabia”.
16.- Ante la propuesta de la desaparición de las policías municipales evitar la cruza entre “perro policía” y “maltés”.
17.- Si alguien del PAN ofrece una alianza con el PRI hay que decirle: “A otro perro con ese hueso” (para eso están los “chuchos” del PRD).
18.- Construir una fuente a mitad del parque central con la efigie de un perro con la pata alzada.
19.- Subir a la azotea y sentir la fuerza que concede la luna llena, y
20.- Volver a sentirse niño y buscar las huellas de “Lassie” en el interior de uno.
lunes, 14 de junio de 2010
LOS CONSENTIDOS
“¿Verdad que somos tu generación consentida?”, me preguntó Laurita. Le dije que no, porque al decir sí, mi conciencia podía reclamarme: “Lo mismo le dices a todas”. Estábamos en el restaurante del “Hotel Internacional”. Más de veinte muchachos de la generación 81-84 acudieron a la convocatoria de Luis Felipe Martínez, Faby Flores, Laurita Villatoro y Omar Gómez Cruz.
Dije que no, porque quise ser honesto. Con algunas intermitencias he laborado en el Colegio Mariano N. Ruiz desde 1982, por lo que muchas generaciones han pasado frente a mí y a todas las tengo en mi corazón, en el mismo lugar. En mi caso el afecto anula la ley física que establece que dos objetos no pueden ocupar el mismo espacio.
Sé que la mejor generación del mundo es la generación de cada uno. ¿Cuál es la mejor ciudad del mundo? Donde nacimos o donde vivimos. No hay más. Algunos snobs mexicanos podrán decir que París, Nueva York o Praga, pero, en el fondo de su corazón saben que, como decimos en Comitán, el mejor lugar es donde enterramos el “mushuc”. Por esto entendí perfectamente cuando Luis Felipe Martínez, en su discurso, dejó entrever que la 81-84 es la mejor generación del mundo. Sólo así puede entenderse que Rafa Rovelo haya viajado desde Veracruz para estar en la cena; y que algunos más, como Bety Becerril, hayan subido desde Tuxtla.
¿Qué llevó a estos muchachos a reunirse esa noche? ¿Qué hilo jaló a Lulú García, a Sandy Mandujano, a Quique Mandujano, a Josefina Martínez, a Lorena Melgar y a Paco Solís? ¡Tal vez el hilo fue la emoción del encuentro con los otros para el encuentro con uno mismo! A final de cuentas esto es lo que mueve al hombre. Vi a los muchachos abrazarse con emoción; recordar los tiempos idos; alargar la mano en intento de recuperar algo de ese viento que los unió en los años ochentas.
Los vi emocionarse con la misma emoción del hombre que recuerda un aroma de niñez, un patio, una campana de bronce que llama a misa o a clase. Así vi a Mercedes Gallegos, a Carlos Monjaraz, a Luis Diego Pulido y a Blanca Estela Tovar.
Estos muchachos saben (poco a poco se convierten en sabios) que los rescoldos del fogón están en los lazos afectivos. Por esto los vi abrazarse como si fueran dos brazos de río en busca del mar.
A Laurita quise decirle que sí, que su generación es mi consentida, porque cada uno de estos muchachos significa algo especial en mi vida. Siempre los alumnos enseñan más a los maestros que éstos a aquéllos.
Ahora que los vi, crecidos, enormes, ya con responsabilidades de gente que tiene más de treinta años (muchos de ellos con hijos), traté de hurgar en su corazón y descubrí la esencia que Luis Felipe manifestó: “somos los mismos” (en franco rechazo a lo que dijo el poeta: “los de entonces ya no somos los mismos”). Los vi con su carita de duda ante la vida y su certeza ante el mundo. Quise reunirlos y gritarles que constituyen “la mejor generación del mundo”, pero ya era tarde y yo debía regresar a casa.
Les agradezco la invitación. Fue agradable volver a verlos reunidos y recordar cuando Luis Felipe escribió un enorme “cotz” en el pizarrón (se sabe que “cotz” en Comitán se usa como sinónimo de acto sexual), y la maestra Carol Wiliamson entró al salón y preguntó: “¿Qué significarrr esto?” y alguien del grupo dijo: “Significa: ¡Felicidades!”, y, entonces, la maestra Carol dijo: “Entonces, Cotz parra todos”.
domingo, 13 de junio de 2010
sábado, 12 de junio de 2010
¿SE PUDO?
"Pasar del México de SÍ SE PUEDE al México de SÍ SE PUDO". Era previsible. Todo mundo agarrará de pachanga el comercial que Javier Aguirre se vio obligado a grabar. ¿Cuándo se dice que algo se pudo? Pues cuando ¡ya se logró!
La imagen del entrenador de la selección mexicana es la imagen más vulnerable. Ayer México empató con Sudáfrica. Ya medio mundo se burla del mensaje de Aguirre, porque en verdad "No pudieron".
Si era previsible, ¿por qué El Poder obligó al entrenador a servir de botana? Es parte de la campaña que los poderosos realizan de manera frecuente y reiterada para que el pueblo continúe con el complejo de culpa. ¿A poco no constantemente vemos en la televisión a un ciudadano que se siente culpable porque dio cien pesos al agente de tránsito que lo quiere infraccionar? ¿A poco no nos exhiben a cada instante al muchacho que, por culpa de la enseñanza de su papá, hace trampa en un examen escolar y copia?
Los poderosos nos quieren decir que la sociedad es culpable del México que tenemos. ¿Por qué nunca nos exhiben un comercial donde expongan que la copia de un examen no tiene comparación con el robo del erario que realizan los políticos?
"El Vasco" terminará El Mundial y se irá a vivir a España. Irá a disfrutar los millones de dólares que ganó. Se irá con la gloria de haber dirigido al equipo que tuvo la osadía de ganarle a la selección de Italia, en un juego amistoso. Se sentará en una poltrona frente al Mediterráneo, se servirá una bebida con hielo y dirá: "¡SÍ SE PUDO!". Lo mismo dirá el presidente Calderón, lo mismo Azcárraga, Salinas y todos los demás integrantes de El Poder. Mientras tanto el pueblo constatará que NO SE PUDO, que NO SE PUEDE. Llorará la desgracia de la mediocridad de "su" selección. Alimentará más su complejo de culpa.
Ayer mismo, después del partido, vi a un grupo de muchachos que jugaba fútbol a mitad del patio, en la escuela. Uno de ellos falló al patear el balón y otro le dijo: "Ya, parecés de México". Ese es el mensaje que al gobierno le conviene enviar y que medio mundo recibe por el ejemplo de un equipo constituido por mediocres y dirigido por un tipo sin escrúpulos que, por el momento, repite a cada rato SÍ SE PUDO, como burla al pueblo.
viernes, 11 de junio de 2010
LA MEJOR GENERACIÓN DEL MUNDO
Mi mamá sale al patio todas las mañanas. Sale a ver las plantas, mira la telaraña que ayer no estaba; revisa el envés de las hojas del limonero; advierte la gota de rocío, el renuevo del árbol de naranja y la orquídea en floración.
Quisiera, como ella, entrar al patio de mi espíritu y comprobar que ahí algo ha florecido. Pero los ruidos cotidianos lo impiden. Muy temprano pasa el camión de la basura, el que reparte el gas. Es más potente el motor de los camiones que el canto de las aves; son más potentes los altoparlantes de los carros; más potentes los ruidos de las fábricas, de los televisores, del mercado, de los talleres mecánicos.
Yo también, igual que Whitman, quiero recibir “el secreto don que el cenzontle envía”, pero las olas de este mar de cemento son un muro.
Duelen las voces de este siglo. ¿Qué secreto legarán a futuro los jóvenes de estos tiempos? ¿Qué don, si están formados con los gorjeos de Paulina Rubio y de Julión Álvarez?
Hubo un tiempo, el mundo lo sabe, que los hombres estuvieron hechos con las voces de un cantante llamado Carlos Gardel (al que los escuchas llamaban “El mudo”). Nuestros padres y abuelos crecieron oyendo las crónicas futboleras de Ángel Fernández o de Fernando Marcos, quien siempre terminaba sus crónicas “con cuatro palabras”. Hoy, los aficionados al fútbol tienen que soportar al “Perro Bermúdez”, quien cuelga sus escasas ideas “en donde las arañas tejen su red”.
Hubo un tiempo, ¡los mayores lo juran!, que se escuchaban las voces de Miguel Hernández, de Pablo Neruda, de Sor Juana y de Octavio Paz. Un tiempo en que las mujeres salían al patio todas las mañanas; salían para ver qué había dejado el oleaje de la luna. Salían a pepenar estrellas, no de mar, sino de cielo.
Los niños de esos tiempos también salían al patio. Esos niños tenían las bolsas de los pantalones llenas de canicas y de chicles de bola; subían a los árboles y por ahí, sin darse cuenta, recibían el “don del cenzontle”.
Los niños de hoy crecen bajo la luz de las pantallas: de la televisión, del cine y de la computadora. Sus juegos no se dan más en los patios, ahora todos son bajo techo.
Mi mamá sale al patio porque recibió el don. Sus mayores, mis abuelos, se lo cedieron. Porque antes era común abrir la mano para entregar el secreto. Hoy, la gente abre la mano en intento de compartir y la encuentra vacía, con nada.
Quisiera entrar a mi patio, pero la plaga en la puerta me detiene. Son muchos chapulines los que me impiden entrar. No obstante, desde el pretil de mi orilla veo en mi interior una mariposa y algo que es como un ave, como un cenzontle que intenta, sí, ceder el secreto don, el legado que pervive desde el inicio del universo.
jueves, 10 de junio de 2010
CON LA EMOCIÓN DE IR A LA ESCUELA
La mayoría de alumnos acude a la escuela con cierta displicencia. No siempre es así. El primer día de clases hay una emoción particular. Luego, como que todo se convierte en rutina. El día de ayer noté una algarabía especial, como que medio mundo espera con ansia el día de mañana. Se hacen preparativos para ver, desde el aula, el partido inaugural del Mundial. Mañana, medio mundo acudirá a la escuela con una gran emoción. Diría el Perro Bermúdez: "Ya se siente la emoción en el ambiente. ¡Vamos, muchachos!".
¿No se puede ir contra corriente? Parece que en este país no es posible, ni deseable, desde la perspectiva del poder y de los poderosos. La propia autoridad escolar cedió. En aras a evitar el ausentismo ordenó que los alumnos y maestros vean los partidos de fútbol en que juegue México.
Por fortuna México es un equipo mediocre, pero si -en mero juego de imaginación- la selección llegara a la Final significaría una inmensa pachanga escolar de todo un mes.
Entiendo la posición del Secretario, pero, por supuesto, no la justifico. Desde la escuela tendríamos que enviar el mensaje: ¡Acá se trabaja! El Secretario debió enviar una señal diferente y ordenar tajantemente la prohibición estricta de convertir al aula en un remedo de estadio, donde los alumnos y "tichers" consumirán sabritas y cocas (digo, sólo falta que salga el "Sol" encarnado en cerveza).
Las autoridades cada vez son más laxas, cada vez ceden territorios al estudiantado. Por esto nos va como nos va.
Imaginar un escenario diferente es sencillo y a la vez complejo. Los alumnos asistirían con enojo al aula, lo mismo sucedería con los maestros. Muchos alumnos no se presentarían al aula, igual que los maestros. De contrabando se intentaría escuchar o ver El Mundial. Todo esto porque el mundo sabe, y así nos lo grita a cada instante, un espectáculo de esta naturaleza sólo se da cada cuatro años. Nadie quiere perderse ser "espectador" de este acto maravilloso.
Así pues, la Coca Cola, las sabritas, la cerveza Sol y demás empresas multimillonarias están felices porque su mensaje será "bebido" por millones de estudiantes, gracias al patrocinio de la Secretaría de Educación, que luego pretenderá lavarse las manos diciendo que los escolares no deben consumir comida chatarra.
No se puede ir contra la corriente. Yo mismo estoy esperando que sea viernes. Que nadie me interrumpa de siete a once de la mañana. Veré el partido inaugural. Me justificaré diciendo que soy escritor y debo dar constancia de mi tiempo.
Dejémonos llevar. Total, esto es cada cuatro años y sólo (sólo) tarda un mes.
miércoles, 9 de junio de 2010
TODO POR ARTE AL AMOR
“¡Te odio, cabrón!”, me dijo. Me dijo más. Yo hice silencio porque consideré gratuito su reclamo. Cuando comenzamos la relación le advertí que era escritor. Y todo escritor, por más modesto que sea, quiere ser un Joyce o un Cortázar, porque estos compas bendijeron los nombres de sus mujeres al colocarlos en un texto. Basta leer una carta de Joyce a Nora Barnacle para darse cuenta de cómo lo íntimo se convierte en una luz pública que ilumina las calles oscuras de los trasnochados. ¿Hubo algún reclamo por parte de Nora hacia James? ¿Lo embarró de salsa “cátsup” como ella me embarró?
Los escritores famosos inmortalizan a sus amadas. Sé que no soy ningún Günter Grass ni un Julio Cortázar, pero ella tampoco es ninguna Aurora Bernárdez, por ejemplo. Su actitud lo demuestra. ¿Le molestó que contara lo del rancho, lo de la miel en el dedo o lo del camino de agua sobre su espalda?
Hace tiempo, en un cuarto de su rancho (que queda a orilla de la carretera a Pujiltic, por el camino de Tzimol) quise tomarle una foto para subirla a mi blog. “Ni lo intentes”, dijo y con una mano se cubrió los pechos y con la otra su pubis. Tres o cuatro meses después se acomodó sobre el sofá, en pose de Maja Desnuda, y me pidió que la dibujara. Al final tomó el cuaderno, difuminó el rostro y dijo: “Subí el dibujo a tu página, nadie sabrá que soy yo”. Vi en el rostro, el de ella no el del dibujo, un gozo como cascada de agua; advertí un viento sosegado como después de tormenta. Esa tarde pensé que me autorizabas a escribir de vos, sobre vos; que me extendías tu mano para que juntos pasáramos los puentes de hamaca.
Comencé a dibujarte con palabras, siempre, lo sabés, lo hice con tu rostro difuminado. Porque tu rostro siempre tiene una luz de vitral, de trigo al atardecer. Lo hice porque, soñador al fin, quise que tus manos de agua tocaran el fuego de mis lectores. Que ellos, también, tuvieran el privilegio de tus madrugadas, de tu tierra con aroma a hierbabuena.
Por eso soy escaso, huraño. Por eso no me gusta sentarme en los cafés, por eso no me gusta estar expuesto a medio mundo. Expuesto a que ella pasara esa tarde, me viera, caminara hacia la mesa, me aventara la revista con el cuento donde la menciono, abriera la botella de cátsup y, sin verme a los ojos, la vaciara sobre mi camisa y parte del pantalón.
¿Qué hace un hombre en tal circunstancia? ¿Qué hace un escritor? ¿Baja la cabeza, siente que su rostro se pone más rojo que la salsa que empapa la camisa, se queda callado y piensa en las cataratas del Niágara, como lo hice yo?
Por esto, vuelvo a advertir a toda mujer que se acerque a mí: soy escritor. ¡Sigan de frente! Saluden desde lejos, alzando la mano. No me cuenten algo, guárdense todo. Hay millones de arquitectos, abogados, médicos, albañiles que no escriben. Éstos cuentan los actos íntimos en la mesa de cantina o de café, jamás, jamás los colocan en un texto escrito. Cuando me vean en el parque, en la oficina o en la calle, díganme siempre “Adiós”, jamás digan “Hasta luego” o “¿Cuándo nos vemos?”. Si alguien insiste en acercarse a mi mesa, queda advertida: ¡soy escritor! Mis textos son publicados en El Heraldo de Chiapas y yo mismo los subo a mi blog donde quedan expuestos a la vista de medio mundo. Tengo muy pocas camisas. Una mujer que me leyó la mano en Xalapa vaticinó que un día sería “ensalzado”, yo creí que por méritos literarios. ¡Miren en qué acabó la predicción!
martes, 8 de junio de 2010
PAÍS DE PERDEDORES
¿Qué gana México cuando gana México? Es decir, ¿gana algo el país cuando gana la selección mexicana de fútbol?
La tarde en que México ganó el campeonato mundial de la Sub-23 ¡pasó nada! (salvo descalabros y accidentes de los aficionados de hueso "verde").
El país no avanza cuando gana la selección. Los publicistas de televisa y tvazteca nos dicen que el ejemplo de esos deportistas siembra el deseo en los jóvenes por jugar. ¡Mentira! Los millones de jóvenes que reciben el mensaje por televisión, más que las jugadas reciben el mensaje de la Coca Cola y de la Cerveza Sol. Si algo reciben los jóvenes mexicanos es el mensaje del consumismo, por esto hay más jóvenes borrachos que jugadores de fútbol. "La cascarita" ha hecho más jugadores que el Estadio Azteca.
Todo mundo sabe que cuando gana la selección hay más borracheras, ocurren más accidentes y más horas de trabajo se pierden.
México gana, de verdad, cuando los estudiantes estudian; cuando los trabajadores trabajan; cuando los científicos avanzan en proyectos; cuando el país tiene conciencia de su atraso.
México gana cuando la gente acude al parque por las tardes y escucha las campanas del templo y toma un helado y mira las palomas y siente el aire en su rostro.
México gana nada cuando su gente está frente al televisor consumiendo cerveza y papitas; cuando se llena de frustración porque el equipo no gana.
El país no avanza porque a cada rato la selección mexicana envía mensajes de mediocridad. "Ya será para la otra".
México pierde mucho cada vez que la selección gana.
¿Ya no es posible que México renuncie a su actuación en El Mundial? No, parece que no. Ahora el presidente de la república asistirá porque le conviene el mensaje que siempre envía la selección. Al gobierno le conviene un pueblo adocenado.
En las escuelas, maestros y alumnos se ponen de acuerdo para llevar televisiones y ver el partido adentro del salón. Las autoridades educativas del estado de Puebla recomendaron a los maestros que permitan a los alumnos ver los partidos y que vinculen el espectáculo con el conocimiento. Esto es posible, por supuesto que sí, pero el lazo histórico, geográfico, musical, artístico se verá roto por la innumerable cantidad de comerciales que los muchachos tendrán que ver. A final de cuentas el mensaje alienante será más intenso que la propia idea del país.
Ganamos nada y así somos felices.
lunes, 7 de junio de 2010
INSTRUCCIONES PARA MASCAR PALABRAS SIN EMPACHARSE.
Con un abrazo para Marcela Caballero y
Roberto Arriaga por el nacimiento de su hijo Bryan.
1.- Antes de comer palabras uno debe pelarlas como si fuesen pistaches (la cáscara bien puede darse de comer a los escritores chiapanecos que sólo cuentan las grandes historias que nunca escriben).
2.- Como si fuesen frijoles, separar las palabras que llevan gorgojos en su interior. Recordar que en el mundo de la palabra existen las gigantes y las enanas.
3.- Celebrar rituales. A las cinco de la tarde tomar el té inglés (bien puede ser Faulkner) y a las ocho de la noche tomar el café español (se recomienda Julio Cortázar o Fabio Morábito).
4.- Nunca prender un ventilador cuando se lee un libro de un escritor mediocre. Por lo regular, este tipo de obra se deshace con el mínimo soplido.
5.- Cuando se quiere comer un pay de palabras, debe prepararse la pasta con la consistencia de la pasta de la pizza.
6.- Esos tacos de palabras de “surtida” o “maciza” nunca deben comerse en la noche, provocan pesadillas con olor a cerdo infecto.
7.- En literatura nunca deben prenderse veladoras a vírgenes o santos. En literatura las vírgenes sólo sirven para provocar escenas de sugerencia sensual, y los santos, son personajes de lucha libre.
8.- Los fenómenos naturales que provocan desgracias y que tanto despreciamos, son en la literatura los fenómenos más buscados. El escritor que logra hacer temblar a su lectora o que le provoca tsunamis en sus partes íntimas, es un escritor de excelencia.
9.- El buen escritor nunca anhela ser continente, se conforma con ser isla, pero rodeada de un inmenso mar.
10.- Los lectores que buscan paraguas antes de iniciar la lectura ¡jamás gozarán de la lluvia!
11.- Nunca debe leerse un libro con las corbatas o los zapatos puestos.
12.- Cuando alguien tiene gastritis literaria se recomienda que la amada le cubra el ánimo con “genoprazol” Sabines o Efraín Bartolomé. Los gurús diagnostican que a partir de la primera dosis se nota el alivio.
13.- Un buen lector es aquél que no sólo cree en los fantasmas sino que platica con ellos.
14.- Desechar los libros que siempre colocan el balón en el punto del penal; los que fallan el tiro libre; o los que son mediocres como la selección mexicana de fútbol.
15.- Cuando el lector lee un libro al mediodía debe usar una visera para alejar las sombras que impiden caminar libremente a las niñas de sus ojos.
16.- Leer un libro de un escritor mediocre que se cree Dostoievsky es como tener “el castigo” antes de cometer “el crimen”.
17.- Los maestros de escuela que han castigado a sus alumnos obligándolos a leer, son los que han propiciado que en Chiapas tengamos el primer lugar en “obesidad lectora”.
18.- Desayunar todas las mañanas un plato con frutas naturales y recién cortadas. Se recomienda una manzana, un kiwi y un poema de Miguel Hernández.
19.- Todas las noches decir a la amada: “Hoy es viernes, ¡hoy toca!” y abrir un libro, y
20.- Cuando un río literario se desmadra, su agua hace bien a todas las riveras.
domingo, 6 de junio de 2010
DE MUSAS Y CARACOLES
¿Aprender a mirar cuadros? Pues sí. La vida es un eterno aprendizaje para ver el mundo, y el mundo incluye cuadros. Una manera de aprender es asistiendo a museos (la palabreja dicen que viene de musas, ¡vaya uno a saber!).
Los cuadros que están en un museo tienen el aval de quienes ya "aprendieron" a ver cuadros. Cuando uno asiste a un museo tiene el aval de que esos cuadros sobrepasan el límite de lo regular. Por algo Picasso, Dalí, Rafael, Leonardo, Tamayo, Rivera, están "colgados" ahí.
Claro que el paso previo debiera ser tomar un libro de Historia del Arte y darle una vuelta para saber de qué "lado masca el color".
Pero, antes de todo, puede uno ir al museo sin pasos previos. Pararse frente a un cuadro en un museo es una de las experiencias espirituales más significativas. Es casi casi como salir al balcón a recibir el viento, o trepar a una montaña y mirar un atardecer.
El artista ha logrado el prodigio de la síntesis. En el cuadro enmarcado trató de resumir la esencia de lo que él considera es lo importante de mirar en el mundo. La mirada del pintor es única y diferente.
¿Aprender a mirar cuadros? Pues sí. Un poco como aprender a tocar los objetos con la mirada, a apropiarnos de ellos para matizarlos en nuestro pensamiento y machacarlos en el corazón.
Me gustan los museos porque ahí los cuadros están al alcance de todos, como están en los libros y, como ahora, están en este chunche.
Tal vez el domingo es un buen día para "entrar" a un museo en este aparatejo. Sí, el domingo es buen día para "aprender a mirar un cuadro".
viernes, 4 de junio de 2010
PORQUE ALGUNA VEZ FUIMOS MENOS
Fui Censador en 1970. Yo tenía 13 años y estudiaba la secundaria. Una mañana, el maestro Artemio, encargado de la materia de Historia, nos formó a todos en el patio y nos dijo que iríamos a realizar el Censo de Población, en el barrio del Cerrito Nitre. No sé si el INEGI existía, lo que sé es que la Secretaría de Industria y Comercio fue la dependencia federal encargada de realizar tal actividad.
El maestro nos entregó unos cuadernillos donde debíamos concentrar los datos: ¿Cuenta con drenaje la casa? ¿Cuentan con radio y televisión? ¿Qué religión tienen los habitantes de la vivienda? ¿Usan zapatos, huaraches o andan descalzos? (el barrio del Cerrito Nitre era -¿es?- un barrio modesto, así que de todas las casas que me tocó censar ninguna contó con televisión y algunos de sus integrantes carecían de calzado. Eran tiempos en que la televisión no era algo cotidiano).
Una vez que el maestro nos instruyó acerca del llenado, los alumnos salimos de dos en dos y nos dirigimos al barrio, distante como a ocho cuadras de nuestro Colegio.
Una vez que llegamos, el maestro nos dividió en grupos y caminamos por las calles sin asfalto. El sol de las diez de la mañana nos calentó el espíritu y el cuerpo. Ramiro y yo tocamos en la primera casa, un cerco de madera funcionaba como división de la vivienda y la calle. Dos perros comenzaron a ladrar, oímos unos pasos y luego el clásico grito de: “¿Quién?”. La mujer abrió, se limpió las manos sobre su mandil y preguntó qué queríamos. “No, chiquitíos, ahorita no puedo atenderlos. Estoy lavando ropa. Vengan mañana, pero por la tarde, que esté mi esposo”. El maestro acudió en nuestra ayuda y explicó a la señora la importancia de responder al cuestionario. La señora se convenció y nos pasó al corredor de su casa. Los dos perros se echaron a nuestro lado. El cuadernillo no lo consignaba, pero si hubiese aparecido la pregunta habríamos escrito que la vivienda contaba con dos perros, hembra y macho, huesudos y con sarna. La perra tenía las tetas como las de una anciana de noventa años.
Imagino que en ese tiempo el gobierno aprovechaba a los alumnos de secundaria para realizar tal labor. Eran otros tiempos. A la una de la tarde, muertos de hambre, cansados y sudorosos nos reunimos en el punto de inicio y entregamos al maestro los cuadernillos y, platicando nuestras experiencias, regresamos al Colegio.
Tiempo después el maestro, orgulloso, nos leyó los resultados del Censo Poblacional de 1970. Nos dijo que habíamos sido parte de la historia. No recuerdo el dato exacto, pero México contaba con más de cincuenta millones de personas. Nunca supimos cuántos chuchos porque, ya lo dije, el cuestionario no incluía tal pregunta.
Ahora, México realiza el Censo General de Población y Vivienda del 2010. Pronto tendremos un acercamiento al número total de mexicanos.
Si en 1970 los datos fueron aproximados porque los encuestadores fuimos niños y adolescentes; hoy los datos no darán certeza porque la gente tiene desconfianza y muchas viviendas se quedarán sin censar. “¿Y si son ladrones que se uniforman y se hacen pasar por censadores?”, dicen los vecinos. Incluso, el propio gobierno ha admitido la dificultad de censar en lugares donde la delincuencia ha sentados sus reales. Este país es otro.
El Censo nos dirá que somos más de ciento veinte millones de personas y dará datos aproximados de cómo somos y a qué nos dedicamos. No todo mundo puede ahora, como sí sucedía en el México de 1970, decir cuál es la actividad comercial que realiza. “¿Qué se dedica a qué? ¿A vender grapas de qué?”. “¿Dice usted que es pollero? Ah, no son pollos de granja”.
jueves, 3 de junio de 2010
ENCERRADOS PARA SIEMPRE
"Busquen la puerta", fue la orden. "A la una, a las dos y a las...". El grupo de muchachos comenzó a palpar las paredes. La oscuridad era total. ¿Cómo se busca una puerta en un cuarto oscuro y con los ojos vendados? Sólo existen dos posibilidades: hallar el pomo de la cerradura o las hendijas del marco y la pared. La textura no es garantía. Desde el principio advirtieron a los participantes que la puerta estaba hecha del mismo material de las paredes. El material de las paredes, según el tacto de los hombres y mujeres que ahora las palpan, es de una sustancia gelatinosa y dura. Sus manos quedan como pegadas, pero a la hora que las retiran y se las palpan las encuentran limpias y con temperatura normal.
Son veinte individuos, diez hombres y diez mujeres. Los invitaron a un juego, les dijeron que el interior del cuarto tiene cámaras con rayos infrarrojos. Les han dicho que el primero que encuentre la puerta obtendrá ¡un auto! Sí, será un regalo. El programa es televisado en cadena nacional. No hay posibilidad de error, les dijeron, cuando alguien toque la puerta sonará una alarma y mediante un sofisticado sistema electrónico detectarán las huellas del ganador del concurso.
La entrada fue espectacular, a los participantes los llevaron en helicóptero y desde las alturas fueron descolgados. Una vez que estuvieron adentro, grúas gigantescas colocaron el techo sobre las paredes del cuarto y una cuadrilla de hombres fijó la techumbre con soldadura autógena.
Los participantes chocan entre sí mientras buscan la puerta. Parecen hormigas. Una mujer cayó en un empujón. Cuando sintió las pisadas de los demás trató de hallar el centro, pero luego se dio cuenta que estaba al lado de la pared.
El primer movimiento de todos fue desplazarse hacia la orilla del cuarto para hallar las paredes. El primer contacto fue repulsivo, la baba pegajosa de las paredes los confundió.
En el interior del cuarto no se escucha más que los pasos y jadeos de los concursantes. Una de las reglas fue determinante: el que diga una palabra en voz alta será descalificado. Para ayudarles al cumplimiento de esta tarea les colocaron cinta canela en la boca. De igual manera, les amarraron el brazo izquierdo a su cuerpo, de tal suerte que sólo el derecho puedan emplear para buscar la puerta.
Llevan ya más de veinte minutos y nadie ha encontrado la puerta. Cuatro participantes han renunciado a la tarea y se han colocado en el centro (así lo creen ellos) a salvo de las carreras de los demás. El calor es sofocante. Comienzan a sentir una falta de oxígeno. ¡Nadie encuentra algún indicio de puerta!
miércoles, 2 de junio de 2010
LAS HOJAS DEL CALENDARIO
A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como pencas de maguey, y mujeres que son como calendarios.
La mujer calendario es muy útil. Ella, igual que el planeta Tierra, contabiliza su vida de manera anual (aún cuando muchos insisten en decir que lo hace de manera mensual).
Como toda mujer de prosapia reúne varias subespecies, la hay de escritorio, de pared o de bolsillo. La de escritorio es la preferida por los jefes, pues sin importar la hora, ni el día, ella se extiende de manera generosa sobre el tablero para que su jefe pueda, sobre su piel de pergamino o de papel cuché, hacer un recuento de las pasiones por venir. La de bolsillo es discreta, sólo se muestra cuando su amado la saca de la cartera para confirmar fechas especiales. Por el contrario, la de pared es una descarada pues todos los días está expuesta a ojos y manos de cuantos se le ponen enfrente.
Además de útil, la mujer calendario es extensión de la memoria. Su amado puede consignar en el corazón de ella las fechas más especiales, aquellas que marcan la vida para siempre. Por esto es bueno que no sea minúscula. La que tiene caderas y pechos generosos es la que permite más anotaciones en rojo. Por lo regular es una mujer que no le hace el feo a los manchones ni a los borrones. Sabe que su amado la requiere cada día, a veces por la mañana para saber las actividades a desarrollar; a veces es al final del día que la mujer es requerida. Por esto, no falta la que se siente un mero objeto utilitario u objeto sexual, pero la mujer calendario es más, ¡mucho más! Es el río que lleva el agua de todos los días; es el viento que juega con las hojas secas; la molienda de las madrugadas y el cordel donde el tiempo cuelga la ropa.
El único defecto que tiene es su caducidad, es mujer de temporadas, casi casi como si fuese liga de fútbol o de béisbol. La mujer que se asume como tal ¡es plena!, la que tiene la nostalgia de lo perenne ¡es infeliz!
Mujer de mil colores, de retículas bien formadas; mujer de papel, de cartón plegable. Mujer de palabra empeñada, que no modifica su estructura.
Se cuenta que Mariano N. Ruiz diseñó un Calendario Perpetuo; esta mujer es ya una anciana que huele a humedades del siglo pasado. Ella, como si fuera una limosnera, extiende su mano y solicita un amado. Pero huele a cascajo, a carne podrida. Los meses de su cuerpo ya están agotados. Ella insiste en su permanencia, pero el diseño novedoso de la mujer de este año hace que todos los hombres desprecien a la vieja que sueña con su vigencia. Nunca entendió que la magia de la mujer calendario es su condición de viento, de instante.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como caminatas espaciales y mujeres que son especiales para las caminatas.
martes, 1 de junio de 2010
LAS TAREAS DEL DÍA
Nada por obligación. Todo por placer. ¿Por qué Amín fuma? ¿Por qué Armando bebe cerveza? ¿Por qué Mary tiene tantos novios? ¡Por placer! Nada ni nadie los obliga a hacerlo. A Amín le recomiendan deje el cigarro, pero él no quiere hacerlo. Quien se lo recomienda no siente placer ante ese vicio, otra debe ser su obsesión. Todo mundo tiene vicios que adquiere porque le proporcionan placer. ¡El que esté libre de vicios que tire el primer pecado!
No escribo nunca por obligación. ¡Lo hago por placer! El otro día Eugenio me preguntó si no me cansaba escribir a diario en este blog. ¡Por supuesto que no! De lo contrario no escribiría. Escribo más. Por ahora escribo intentos de poesía, así como una novelilla breve. Mi vicio es la escritura.
Tampoco leo por obligación. Tiene tiempo que dejé el aula, donde, por lo regular, te imponen lecturas. Pero aún cuando estuve en el aula ¡nunca leí por obligación! Todo lo consideré como una sugerencia del maestro en turno. Acepté la sugerencia y leí con placer. Porque el placer es el que hace la diferencia. Siento placer cuando escribo, cuando miro un atardecer, cuando veo el cielo a las cinco de la mañana (hace rato descubrí la luna y varias estrellas). Siento placer cuando camino por las calles de Comitán, cuando preparo la revista digital DIEZ, cuando escribo las Arenillas para El Heraldo de Chiapas, cuando platico con dos o tres afectos, cuando recibo correos de dos o tres afectos. Siento placer cuando veo una película, cuando escucho música, cuando dibujo, cuando pinto mis cajitas. Siento placer cada instante que vivo. Nadie me obliga a vivir. Vivo con el mismo entusiasmo con el que aprendí a mirar un cuadro o una mariposa.
Nunca nada por obligación. Siento placer cuando mis alumnas descubren algo en su interior. Siento placer cuando como lo que como, cuando sueño lo que sueño y cuando desecho lo que no me sirve para soñar, para vivir.
Nada por obligación.
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