miércoles, 26 de agosto de 2015

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA CON CELULAR INTEGRADO




Rodrigo tiene un cuaderno con los misterios del mundo. Anota, con letra clara y manuscrita, cada uno de los grandes misterios. El número mil trescientos cuarenta y dos es: ¿por qué las mujeres cargan el celular en la bolsa trasera? El misterio doscientos veintiocho: ¿por qué los hombres cargan la billetera en la bolsa trasera del pantalón?, ya se ha respondido por sí misma: los hombres, carentes de volumen en el trasero, tratan, a manera de implantes, de dar turgencia a esa parte, aun cuando al final, todas las mujeres, como si participaran en un grupo de porristas, mueven de un lado a otro los pompones y exigen que se pare el partido para encontrar un par de nalgas extraviado.
¿Por qué las mujeres portan el celular en la bolsa trasera del pantalón? ¡Ah, gran misterio! Pero el misterio no termina ahí, la parte más misteriosa es: ¿qué sucede a la hora que se sientan y qué sienten a la hora que el celular suena?
Los hombres un poco perversos, a quienes les encanta andar viendo un par de nalguitas (no me queden viendo a mí), ya tienen pretexto. Si el novio regresa enojado y pregunta: “´¿Qué le ves a mi novia, idiota?”, el voyerista, con cara de experto responde: “Me encanta el nuevo Samsung Galaxy S6”. El novio queda desarmado y el voyerista emprende la graciosa huida. Lo que el novio no sabe es que los hombres voyeristas ya tienen todo un catálogo para identificar las diferentes formas de las nalgas de las muchachas que llevan celular detrás. El lector ya descubrió que el Samsung Galaxy S6 se refiere a un par de nalgas con un diseño audaz que se activa de manera táctil y posee una cámara trasera con un lente de gran ángulo. El inconveniente, pero a la vez la gran ventaja, es que debe recargarse cada veinticuatro horas. ¿Cuál es el “celular” más corriente? Son los Nokia antiguos, que no vibran ni hacen vibrar; son aparatosos y no tienen pantalla táctil, su tono de llamada es como el de una vaca desafinada; y tiene carcasa intercambiable, un poco como si dijésemos que, constantemente, se hacen implantes para verse un poco más decentes.
Ante tal misterio, don Armando Pijas se sentó en una banca del parque y observó. Pasó la primera muchacha, con el celular atrás y vio que se llevó una mano a la nalga derecha (obvio, para sustraer el celular). Don Armando se hizo la pregunta: ¿Vibró o sonó? Y de ahí coligió la siguiente reflexión: Si vibró, seguro que la muchacha sintió bonito, como si la mano de su amado insistiera en decirle que la curvatura de su trasero es digna de los mayores elogios; si sonó, entonces, ¿cuál es el tono adecuado, sobre todo, si se sabe que cerca existe un orificio especialista en sonidos diversos?
El tema no es menor. Se sobreentiende que cuando una muchacha toma asiento, lo primero que hace es llevarse la mano a la nalga derecha y sacar el celular, un poco como si un vaquero desenfundara la pistola. El celular, entonces, pasa de la nalga a la mano. Antes, en tiempos anteriores al celular, el movimiento era al revés, la mano pasaba a la nalga.
El misterio del celular en el trasero tiene muchas explicaciones, desde la más sencilla, que es la de que la muchacha no puede llevar el celular en la bolsa delantera, porque es incómodo con los pantalones ajustados que hoy son moda; hasta la más complicada, que alude a ese coqueteo infinito de las mujeres que las lleva a pintarse los labios, a ponerse aretes y, cada vez que caminan frente a un cristal o un espejo, a verse en el reflejo. ¿Qué se ven? Ah, misterio mil ochocientos veintidós.