sábado, 1 de agosto de 2015

CARTA A MARIANA, CON VUELO DE PAPALOTES



Querida Mariana: ¿cómo se define a un barrio? ¿Quién determina los límites y los nombres de los barrios? Uf, son muchas preguntas, por eso nada más hago otra: ¿por qué ahora ya no aparecen barrios sino colonias o fraccionamientos?
Pregunto esto porque el otro día vi un programa de feria del año 1937 en donde “La junta procuradora de mejoras materiales” invita a la gran feria del Barrio de La Corregidora. En 1937, el barrio que hoy conocemos como barrio de San Sebastián llevaba el nombre de La Corregidora. ¿En qué momento se cambió? Ah, no sé, esto es materia de investigación de los cronistas. Pero sí llama la atención que cuando todo apuntaba a cambiar los nombres religiosos por nombres civiles, en este caso haya sido al contrario. Recuerdo que cuando era adolescente iba a San Francisco, comunidad cercana a Comitán que ahora se llama Abelardo L. Rodríguez.
Si me preguntás yo digo que me gusta la palabra barrio, como que ayuda más a la idea de pueblo mágico que ostentamos. Los términos de colonia o de fraccionamiento van más con las grandes ciudades. La ciudad de Guatemala se divide en Departamentos y la ciudad de París se divide en Arrondissements, así como la Ciudad de México se divide en Delegaciones. ¿Cómo se divide Comitán?
No comprendo bien a bien cómo se establece un barrio. Entiendo que un barrio es el segmento de una población. Sin duda que los nombres de los barrios nos dicen mucho de la historia de las poblaciones. En San Cristóbal de Las Casas encontramos el nombre del barrio de San Ramón (que alude a un santo católico) junto a nombres como el de barrio del Cerrillo (que debe referirse a su conformación topográfica), así como el barrio de Mexicanos (andá a saber por qué se llama así). En Comitán también hallamos una mezcla sabrosa de nombres de barrios. A mí me gusta mucho el nombre del barrio de La pilita seca (¡Dios mío!, ¿para qué sirve una pila seca?). Asimismo me encanta el nombre del barrio de Nicalococ, porque alude a nombres originales. ¿En qué parte del mundo, aparte de Comitán, hay un barrio que se llame Las Chilcas? ¡En ninguna otra parte! Es un nombre auténtico, maravilloso. Vicky dice que la chilca es el nombre de una planta cuyas ramas las usaban para hacer escobas, con las cuales barrían el interior de los hornos. Asimismo dice que se sigue usando para evitar que el frijol se pique, maceran las hojas de chilca y el polvo lo meten en las bolsas de frijol y los gorgojos no se atreven a entrar. ¡Ah, qué prodigio! Estos nombres son bellos, nuestros, únicos.
Si reviso mi credencial del IFE (ahora del INE) encuentro que mi domicilio está en el barrio de Guadalupe. En México no necesitamos decir más. Todo mundo sabe que este Guadalupe se refiere a la Virgen de Guadalupe. Vivo en el barrio donde está el templo de la Virgen. Cuando es su fiesta (mes de diciembre), mi barrio se llena de antorchistas con las caras llenas de hollín, con vestidos de manta que al inicio fue blanca. Ah, las calles de mi barrio se llenan de orines, de caca; su cielo se llena de cohetes y de un rebumbio ajeno a la tranquilidad cotidiana. No me quejo. Sé que lo mismo sucede en miles y miles de pueblos de México. Sí me sorprende el número de personas que llega a la basílica, en la Ciudad de México. Los noticiarios dan cuenta, año con año, de que los visitantes superan los cinco millones. El tío Romeo hace cuentas y dice que si cada peregrino da, en promedio, una limosna de diez pesos, entonces las autoridades de la basílica pepenan más de cincuenta millones de pesos. El tío sonríe con sorna y dice que para recaudación de un día ¡no está mal! ¡Nada mal!
Cada barrio tiene sus características propias. ¿Qué es el famoso “Herraje? ¿Ahora es una colonia, un barrio o un fraccionamiento? No lo sé. Pero hubo un tiempo en que fue algo así como un campito en donde las parejas iban a hacer travesuras en carros. El Herraje fue tan famoso como famosa fue la curva de la Zeta, con rumbo a Las Margaritas. Los novios calenturientos de los años ochenta iban al Herraje o a la curva de la Zeta a beber unos tragos, jugar cartas y, cuando ya entraba la noche, jugaban de prendas para tactearse. Ahora no creo que las parejas vayan a lugares descampados, debe ser muy peligroso. Por eso, en estos tiempos proliferan los moteles, lugares que han sustituido las aventuras en asientos posteriores de autos.
Digo que cada barrio tiene sus peculiaridades. Todo mundo sabe que Yalchivol es tradicional porque hay muchas personas que se dedican al oficio de hacer ladrillos y tejas. En los patios de las casas, al lado de la calle, se ve el tendal de ladrillos puestos a secar. De fondo están los zanjones con sus características laderas de color amarillo, de color barro. En la bajada al barrio de San Sebastián es tradición hallar las talabarterías. El caminante recibe los tufos de la piel recién curtida, piel que se convertirá en cinturón o en un porta navaja.
Cuentan que en el barrio de La Cruz Grande muchas personas se dedicaban a la matanza de cerdos, por eso, el ingenio popular llamó a ese barrio como barrio de los Cushes.
Rosario Castellanos menciona que en el barrio de Nicalococ, la gente iba a volar papalotes en los llanitos que antes había por ahí.
En el programa de feria de 1937 se anuncia, con bombo y platillo, las corridas de toros. La tauromaquia fue tradición del barrio. Se sabe que ahí, en donde ahora está el Centro de Salud, estuvo el patio de toros, al lado del famoso árbol de chulul. Posteriormente, la plaza de toros estuvo donde ahora está el parque infantil. Ningún otro barrio de Comitán se caracterizó por ello. Por eso, hoy todavía, algunos habitantes del barrio de San Sebastián, que en el mencionado programa se llamaba barrio de La Corregidora, se sienten orgullosos de haber propiciado los festejos taurinos en esta ciudad. Festejos que, Rosario Castellanos (¡de nuevo!), dice que se convertían en algo esperado, porque, año con año, la plaza hecha con tablas de madera, se derrumbaba, con el consiguiente saldo de mujeres y hombres golpeados, en medio de una polvazón de padre y señor mío. Ha quedado en la memoria colectiva el recuerdo de la tarde en que los aficionados se inconformaron con un grupo de toreras y, en multitud, subieron hasta el parque central, quemaron una patrulla de la policía y estuvieron a punto de hacer destrozos en el hotel donde estaban hospedadas las causantes del agravio.
En nuestro pueblo no pueden faltar los barrios con nombres de nuestros personajes más reconocidos: Mariano N. Ruiz y Belisario Domínguez. Para quienes están hasta la coronilla del nombre de Rosario Castellanos y se quejan porque la hallamos hasta en la sopa, pueden estar tranquilos porque no se sabe que haya un barrio con su nombre. A lo más que ha llegado es a un fraccionamiento, que construyeron por rumbo del Polideportivo, con casitas bien pequeñas, en medio de un lodazal.
Otro de los barrios con nombre exclusivo es el barrio del Puente Hidalgo. No creo que este Hidalgo tenga algo que ver con el Padre de la Patria, no, debe ser algo más modesto. Tal vez Amín Guillén Flores sepa el origen de tal nombre. Se sabe que el apellido significa “Hijo de algo o de alguien”; es decir, gente que pertenece a la nobleza. Los Hidalgo no eran hijos de cualquiera, eran hijos de familias de abolengo. Este barrio es modesto, pero es un barrio simpático. Los puentes, por lo regular, tienen nombres rimbombantes. El puente de este barrio es un puente sencillo, pero bello, y el toque singular está en su nombre. No creo que existan muchos puentes que se llamen Hidalgo. ¿Por qué Puente Hidalgo? ¿Amín nos puede ilustrar?
¿Y qué decir del barrio de El Cedro? Hay barrios en donde los moradores o las autoridades no se quiebran la cabeza para hallar sus nombres. En este barrio está sembrado un gran cedro, pues lo llamemos barrio de El Cedro y sanseacabó. Este barrio también es tradicional, es la entrada de la gente que vive en Los Riegos, de quienes traen flores y verduras para vender en los mercados. Este movimiento intenso de personas ha provocado que dicho barrio esté plagado de cantinas y de “restaurantes familiares” donde pululan las muchachas de muslos gruesos, con vestidos mínimos.

Posdata: Julio Gordillo Domínguez se enoja cuando alguien menciona que en Comitán hay nueve barrios tradicionales que aluden a las nueve estrellas del nombre Balún-Canán. Julio sostiene que los barrios comitecos son menos. Uf, le diera un soponcio si se enterara del registro que existe en la Dirección de Desarrollo Urbano, la que contempla decenas de barrios. ¿Cómo se define a un barrio? ¿Quién decide qué nombre debe llevar? No lo sé, mi niña. A mí me gustaría que existiera un barrio que se llamara Barrio del tenocté, pero esa es una mera chaqueta mental.