lunes, 10 de agosto de 2015

MENSAJE A UN PICHITO




Estimado Alex Hiram: el otro día le marqué a Chusito, me dijo: “Estoy de cumpleaños”. Esa mañana, Chusito no llegaría temprano a la oficina porque estaba “de” cumpleaños. ¿Qué significa estar “de” cumpleaños? Hoy, Alex, ¡cumplís años! No sé qué hacés en esta fecha especial.
Hay personas, como Paco, que desde un mes antes bulbuluquean la fecha para que se entere medio mundo; conozco compas que contratan una marimba, ordenan chanfaina, olla podrida, barbacoa y mandan a servir cervezas que sacan de hieleras llenas hasta el tope. Vos, ¿qué hacés el día de tu cumpleaños? ¿Cómo lo celebrabas cuando eras soltero? ¿Cómo lo celebrás ahora que estás casado y ya sos papá de Emanuelito?
¿Qué importancia tiene la celebración de un cumpleaños? Cuando la gente está “de” cumpleaños en el aire asoma una aureola especial; asoma algo que es como un hilo inasible. En un cumpleaños de Elsa, Julio (nuestro compañero de secundaria), levantó la mano y pidió subir al estrado para decir unas palabras. Julio subió, se paró a mitad del estrado y dijo: “Hoy, que estás cumpliendo años te digo que te hacés más vieja”. Díos mío, cómo hablar de vejez cuando apenas éramos como una varita. La maestra regañó a Julio y la celebración terminó. Por culpa de Julio suspendimos el festejo y continuamos con la clase. Tal vez ahora, algún lector, molesto, se pregunta por qué saco a colación esta anécdota. ¿Qué quiero decirte?
Digo que cuando alguien cumple años algo como un arco iris asoma, un arco iris de sólo dos colores. Cada persona tiene su modo de celebrar. Conozco algunos que se encierran en su cuarto y no dan cara sino hasta el día siguiente; hay otros que piden abrazos y se encantan con el canto de las mañanitas y dejan que un amigo estrelle su cara contra el pastel y sonríen cuando están llenos de betún; hay algunos que se emocionan cuando escuchan que, afuera de su cuarto, sus amigos y familiares pegan, con cera cantul, la reja de papel de china. Hay otros que (juro es verdad) pagan porque alguien, a las seis de la mañana, queme cinco docenas de cohetes y ordene que un grupo de ejecutantes de tambor y pito toquen a mitad del patio, un poco como si el del festejo fuese un personaje importante del pueblo, casi casi un santo.
Vos, ¿qué hacés? Chusito llega tarde a la oficina; Armando sube a su auto y baja a Tierra Caliente y desayuna los paquitos que le prepara su mujer, a la orilla del río Chamic; Esperanza prende una veladora frente a la imagen de la Virgen del Rosario, muy de madrugada; Emilio invita a todos sus amigos y compadres al guateque que organiza en el patio central de su casa y baila y come y bebe hasta que coloca los brazos sobre la mesa y queda dormido.
Cada ser humano tiene su modo especial de festejar su cumpleaños. Un amigo dice que es buen pretexto para hacer un alto en el camino. Dice que piensa en su canción favorita, en el libro más bonito, en la película más especial, en el atardecer más sublime, en la mano más generosa y en el corazón más sencillo. Esto le sirve para saber quién es, porque de nuestros gustos están hechos nuestros instantes y modelados el carácter y la personalidad. A la hora que se baña (muy temprano) se acerca al espejo y, con el movimiento de su mano, retira el vaho. Acerca su cara al espejo y se mira, se mira como no lo hace durante todo el año. El día de su cumpleaños se reconoce, mira, con atención, sus labios, sus ojos, su frente, la nariz, la imperfección de su mentón, un poco chueco, y dice: “Este soy yo”. Lo dice como si renaciera, como si la naturaleza prendiera en su corazón un renuevo. Mi amigo celebra así su cumpleaños, durante el día hace las cosas que regularmente hace, pero lo hace con la conciencia de que es un hombre con un nuevo injerto, con la certidumbre de que es un árbol con nuevas ramas y en éstas colgará columpios y dejará que los pájaros hagan nidos en ellas.
Quienes celebran de manera fastuosa pretenden engañar a la realidad. Tratan de colgar cintas de colores en ese arco iris que sólo tiene dos colores: blanco y negro. El día del cumpleaños un aura especial aparece, un aura que es bicolor, porque, en verdad, no hay más en la vida: todo es blanco o negro y el día del cumpleaños esta cinta bicolor asoma y nos lo recuerda.
Vos, ¿qué hacés? No lo sé. En realidad no me interesa. Hoy sólo he untado palabras en el aire para darte un abrazo, un abrazo con afecto. Es mi manera de agradecer tu compromiso y responsabilidad con tu encomienda laboral. Hace ya casi tres años iniciamos juntos una misión. Durante ese tiempo he sido testigo de tu entrega. En ocasiones, a las once o doce de la noche seguís laborando, entregándote a tu trabajo. Por ello, porque sé que cumpliste con la encomienda de nuestro jefe superior y porque lo hiciste por Comitán, hoy, día de tu cumpleaños, uso de pretexto la fecha y te felicito, y agradezco lo que hiciste, y seguís haciendo, por la cultura de tu pueblo. Que Dios bendiga tu camino, siempre, y tengás muchos y buenos días de cumpleaños, al lado de Carito y de Emanuelito.