jueves, 5 de mayo de 2016

EN DEFENSA DE PEÑA NIETO




Sólo aludo a la capacidad lectora. Lo hago sin ironía. Lo escribo convencido de lo que digo. De los otros yerros que se le endilgan se encargan los analistas y expertos políticos.
Una vez, todo mundo recuerda, Peña Nieto fue objeto de burla por no saber decir los títulos de tres libros que había leído. ¿Cómo era posible que el Presidente de la República Mexicana fuera tan inculto e ignorante? Muchísimos hicieron escarnio de su tartamudez y de su incapacidad para mencionar tres títulos (yo mismo lo hice). Pero, ahora, después de escucharlo leer sus discursos frente a las audiencias en diversos foros, ¡reculo! Peña Nieto es un buen lector y un buen lector no se improvisa.
Y digo lo anterior, porque (perdón) he asistido a presentaciones de libros o a lecturas donde poetas y narradores (de prestigio) leen sus obras. ¡Ay, Señor! Parece que estuvieran leyendo solos, sentados en la taza del baño. ¡Qué malos lectores son! No tienen respeto por la audiencia. Abren el libro o el folder donde llevan las hojas impresas y comienzan a leer. Lo hacen sin despegar la vista del texto. No pueden levantar la vista, porque son pésimos lectores. Leen sin el menor respeto a quien los escucha y no lo hacen por soberbia, no, ¡no!, leen sin despegar la vista del texto porque son incapaces de levantar la vista. Temen perder la línea siguiente. No hay de otra, son pésimos lectores. Tataratean a la hora que leen.
Entonces, me pregunto: ¿Quién es el ignorante? Los escritores y poetas (intelectuales) tienen a la lectura como uno de sus nobles oficios (Algún otro día escribiré acerca de los escritores que escriben con mil faltas de ortografía. Dicen que García Márquez era uno de éstos. Pues qué escritor tan tonto, porque los escritores deben redactar con el mínimo decoro. Ya los expertos han dicho que es imposible lograr el texto perfecto, inmaculado, pero, cuando menos, el escritor debe entregar una hoja con mínimas erratas, tanto en ortografía como en sintaxis). ¿Por qué una gran cantidad de intelectuales son lectores de tercera? No son, entonces, lo intelectuales que se creen, porque quien emplea el intelecto de manera correcta es capaz de descifrar los signos de un texto, de manera clara y, sobre todo, de manera respetuosa cuando se lee ante una audiencia.
Peña Nieto lee bien. Alguien de la oficina de Comunicación Social le coloca las hojas en el pódium y él no tartamudea (tanto, como sí lo hacen algunos poetas y escritores chiapanecos, y de todo el país). Lee, hace énfasis cuando la línea lo reclama y levanta la vista y ve a la audiencia y, de vez en vez, mira a los compas que están en la mesa de honor.
Por eso, ahora, reculo. Esa mañana, en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara, Peña Nieto se puso nerviosón. Es que los intelectuales siempre ¡apantallan! ¡Han leído tanto! Uno cree que los escritores y poetas son pozos llenos de sabiduría (a veces compruebo que son pozos, pero secos). A mí (perdón), los intelectuales no me apantallan. Conozco a un crítico literario que ha leído cientos de libros, pero que redacta muy mal, con muchos errores de ortografía. ¿Para qué tanta agua si sus odres tienen huecos?
Peña Nieto tuvo un lapsus esa mañana en la FIL (¿quién no los ha tenido?). Estoy seguro que ha leído más de tres libros. Por supuesto, pero esa mañana lo agarraron de bote pronto y se le fue la pelota. Peña ha leído, sin duda, algunos textos de Reyes Heroles; ha leído algunas piezas oratorias, tal vez algo de Marco Tulio Cicerón. Sí, no tengo duda ahora. Quien lee como él lee es un lector nato. Ahora de quienes ya dudo es de algunos narradores y poetas. Estos compas deberían leer de manera exquisita y, por el contrario, ¡tataratean! Esto sí es grave para la patria de las letras, porque su pésima lectura advierte un futuro gris para la literatura. Un buen escritor debe ser un buen lector para lograr que lo contrario aparezca. Recuerdo con emoción a Quincho Vázquez, el enormísimo poeta, ¡ah!, qué buen lector era, de su propia obra y de otros poetas; asimismo recuerdo a Carlos Fuentes, con qué claridad y elegancia leía.
Peña Nieto ha leído más de tres libros, muchos más. Lo aseguro porque ¡no es mal lector!