viernes, 13 de mayo de 2016

LA LIANA DE CRISTAL 2016




El Honorable Consejo de La Selva se reunió. Desde una noche antes, el León mandó a instalar la tienda donde se llevaría a cabo la reunión especial. El punto único a tratar era la creación y concesión del premio: “La liana de cristal”, máxima presea que el Consejo entregaría al animal más destacado del año.
Cuando el conejo, secretario de actas, leyó la relación para el pase de lista y se comprobó que los doce integrantes del Consejo estaban presentes, la serpiente movió su cascabel varias veces y el conejo declaró que había quorum.
El león, con su voz de trueno emitió un sordo rugido, carraspeó, se puso en dos patas y dijo que la patria de la selva se enorgullecía por la decisión que estaban a punto de tomar, porque, sin duda, y volvió a rugir, todos los integrantes estaban de acuerdo en crear La liana de cristal, ¿verdad? Los once animales reunidos en torno a la mesa levantaron la pata delantera izquierda manifestando con ello su total acuerdo. El león continuó expresando que era un honor ser recipiendario de la primera presea, porque, sin duda, que los once integrantes del Consejo estaban de acuerdo en que él, y sólo él, era merecedor de tal reconocimiento, ¿verdad? Los once integrantes manifestaron su acuerdo levantando la pata delantera izquierda.
El búho, que, por obvias razones, no había sido llamado por el león para integrar el Consejo levantó el ala y, disculpándose, preguntó por qué ningún pájaro estaba representado en ese tribunal. El león rugió, carraspeó y dijo que el secretario daría respuesta a la interrogante. El conejo se quitó los lentes, movió la cola como si fuese una mota salpicando de pintura un cuadro, y dijo, con su vocecita de animal asustado: “Los pájaros no están incluidos porque ellos vuelan”. Todos los integrantes del Consejo aplaudieron hasta rabiar, lo hicieron, como ya se dijo, con tanta pasión, que el perro (concejal número siete) se fue a echar en una esquina, porque intuyó que le había dado rabia.
El búho, disculpándose de nuevo, preguntó: “¿Está prohibido, acaso, el vuelo?”. El conejo ya no esperó que el león le hiciera una indicación, sin respirar dijo: “No es eso, lo que sucede es que, según el acuerdo número treinta y dos, los integrantes del Consejo manifestarán su aprobación levantando la pata delantera izquierda y los pájaros, usted lo sabe muy bien, compañero búho, tienen alas y las alas no están contempladas en el reglamento”.
El elefante movió una oreja y pidió la palabra. El conejo la concedió. “¿Por qué, dijo el elefante, no está contemplado ningún paquidermo en el Consejo? Nosotros sí tenemos patas delanteras izquierdas”, y para que no quedara ninguna duda, el elefante se paró, levantó su pata y la dejó caer sobre la mesa de debates. Ésta se deshizo como polvorón y los doce integrantes del Consejo quedaron despatarrados sobre el piso. A la hora que el elefante levantó su pata para volver a su posición inicial quedó sobre la cabeza del león, que era como una canica ante la rotundez de la pata del paquidermo. El elefante dijo: “¿Pueden volver a votar por el animal que recibirá el premio este año?”. El león carraspeó, quiso rugir pero no pudo y a la hora de querer hablar no le salió la voz. El conejo, entonces, preguntó: “¿Hay alguien en la asamblea que esté en desacuerdo con la votación emitida y quiera proponer otro candidato?” La zarigüeya se paró y con su vocecita de niña de kínder dijo: “Yo propongo que la Liana de cristal se entregue al compañero elefante”.
“Sí, sí”, dijo el león que ya parecía haberle vuelto el don del habla. Los demás integrantes del Consejo, sin levantar las patas izquierdas delanteras, porque las tenían atrapadas en los escombros de la mesa, dijeron sí, sí, que sea el elefante. El conejo limpió sus lentes y, como si leyera un acta, dijo: “Se levanta el acuerdo de que el elefante sea declarado el animal del año y le sea concedido la Liana de cristal 2016”. Todos aplaudieron.
El búho vio que el elefante aún tenía la pata levantada sobre la cabeza del león, así que aprovechó a solicitar que en el Consejo se incluyera a diez animales con alas. Sí, sí, dijeron todos y se asentó en el acta. La zarigüeya aprovechó la euforia y dijo: “Y que se declare animal del año a mi mamá y que la liana de cristal 2017 le sea concedida a ella”. Sí, sí, dijeron todos y aplaudieron y se consignó en el acta.
El conejo, entonces, se paró, se quitó algunas astillas que tenía en su cabeza y dijo: “No habiendo otro asunto que tratar, se levanta la sesión”.