lunes, 23 de mayo de 2016

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA “HECHA DE MÉXICO”





Quienes se dedican al estudio de la literatura recuerdan con frecuencia la cita italiana que dice: “Traduttore, traditore”, que, más o menos, significa: “Traducir es traicionar”.
En la caja que aparece en esta fotografía vemos que el traductor traicionó la literalidad y en lugar de escribir “Hecho en México” se le ocurrió traducir: “Hecho de México”. Un experto lingüista dirá que el traductor es un bobo, porque cambió el sentido de la frase.
Hace años, en una cantina comiteca escuché una canción de José Alfredo Jiménez. Era la famosa canción “Corazón, corazón”. Como era interpretada por una mujer le cambió un verso. La letra original (¿quién no la recuerda?) dice: “…Si has pensado cambiar tu destino / recuerda un poquito / quién te hizo mujer…”.
Como bien se nota, José Alfredo la escribió pensando en la historia de un hombre. La intérprete la cambió (escribo de memoria): “…Si has pensado cambiar tu destino / recuerda un poquito /quien te dio su querer…”. ¡Asunto arreglado!
Muchos intérpretes opinan que debe respetarse la letra y no acomodarla al género del cantante. En el caso que ejemplifico no le encuentro problema al “acomodo” realizado.
Algo similar existe al traducir un texto a otra lengua. Por esto, los que saben dicen que “traducir es traicionar”. No puede respetarse la literalidad. Así pues, para disfrutar la poesía en su plenitud debe leerse el original. ¿Pero quién se atreve a leer en su lengua original a Li Po? Ahora sí que ¡está en chino!
Cuando los lectores nos acercamos a un texto traducido sabemos que perdemos algunas nubes del cielo original. Esto se da, sobre todo, en los sonetos. Ningún traductor está pendiente de respetar la rima original, se trata de acercarse lo más posible al espíritu del poema. ¿Cómo trasvasar el alma? ¡Imposible!
El traductor simple de esa frase brevísima de “Made in México” hizo una gran traición. ¿De verdad? En una primera lectura vemos que sí, porque hay un mundo de diferencia entre decir: “Hecho en México” y decir: “Hecho de México”. En efecto, le cambió todo el sentido. Pero ¿no acaso este último sentido tiene un sentido supremo?
Si yo digo “Hecho en México” aludo a que el contenido de la caja fue fabricado en ese país; pero si digo: “Hecho de México” estoy aludiendo a la sustancia y, acaso, al espíritu de esa patria.
Creo que no estaría mal que los fabricantes y constructores tomaran la sustancia de México para hacer sus creaciones.
Juguemos. Juguemos a que hacemos un libro. Al final, en lugar de decir: “Hecho en México”; es decir, que fue escrito por un mexicano y publicado por una editorial mexicana; diremos que fue “Hecho de México”; es decir, que en su contenido existirá la esencia de este país.
¿Se vale? ¡Claro que se vale!
El mensaje de la caja se complementa con “Fragile” y “Handle with care”. Frágil. Trátese con cuidado. ¡Ah!, qué maravilloso sería que los mexicanos tuviésemos presente estos dos conceptos a la hora de vivir nuestro país. Un país que, históricamente ha sido frágil (a pesar de los intentos de la historia oficial por pintárnoslo como un país fuerte y poderoso. Si esto fuese así nuestro país tendría índices de desarrollo de primer mundo). ¡Ah!, sería bello saber que los mexicanos tenemos conciencia de tratar con cuidado a esta joya que la naturaleza nos dio en comodato.
No sé qué conservaba esta caja de cartón. Pero creo que si su contenido, en lugar de estar “Hecho en México” estaba “Hecho de México” pudo haber sido un buena creación, una obra sublime, porque eso sí, nuestra patria es frágil, pero está llena de virtudes, virtudes ahora canceladas porque existen bestias que no la tratan con cuidado.
El traductor era un bobo, pero, tal vez, un bobo genial.