martes, 10 de octubre de 2017

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE LA PORTADA DEL PLAYBOY




Querida Mariana: Fue noticia internacional: Murió el creador del Playboy. En las redes sociales hubo comentarios dispares, desde quien decía aborrecerlo por cosificar a las mujeres, hasta quien decía amarlo por hacerle más bella su vida.
¿De veras el señor Hefner convirtió en “cosa” a las mujeres al presentarlas desnudas? Pienso que eso es una exageración a la ene potencia. La primera mujer que imaginé desnuda la vi en el oratorio de la casa de mi abuela Esperanza. Ella, al lado de una imagen del Corazón de Jesús, tenía un cuadro donde estaba una representación de “nuestros primeros padres”: Adán y Eva, y ellos (se supone que ya habían sido expulsados de El Paraíso) estaban conscientes de su desnudez porque estaban avergonzados y se cubrían “sus partes” con hojas de parra. Y digo que fue la primera mujer que vi desnuda, porque la imaginé con sus pechos descubiertos. Ya te conté que la primera mujer desnuda que vi (no a todo color sino en blanco y negro) fue en el cine, ella fue “La venada”, de la película “Viento negro”.
Eva y Adán se cubrieron los cuerpos porque se avergonzaron al descubrirse desnudos. Pienso que quienes satanizan al creador del “Playboy” por presentar mujeres tienen un poco o un mucho de esa vergüenza primigenia, de ese absurdo pecado original. No comprendo cómo alguien puede decir que la mujer es “cosificada” por desnudarse ante las cámaras. Si así fuera, todo mundo se sentiría avergonzado al ver los desnudos en el cine, en la fotografía, en la pintura, en el teatro. Es absurdo pensar que el visitante a un museo debería aborrecer a Picasso, a Modigliani, a Rivera y a los demás excelsos pintores por presentar modelos desnudos.
Somos carne y espíritu, y hay personas (Dios las bendiga siempre) que se sienten orgullosas por los cuerpos que la naturaleza les prodigó. Miles de mujeres en el mundo se “mueren” por ser modelos de “Playboy”, por mostrar sus cuerpos en esa revista y ser admiradas por millones de lectores (no necesariamente hombres). Recordemos que también hay “Playgirl” y miles y miles de mujeres la compran, así como miles y miles de hombres.
Gabriel siempre compró revistas de desnudos que nada tenían que ver con Playboy. Siempre me dijo que las muchachas bonitas que aparecen en la revista del señor Hefner eran inalcanzables. Por eso, a Gabriel le gusta ver mujeres más cercanas a nuestro entorno, morenas, chaparritas, con ojos grandes y bustos decentes. El creador de Hefner no cosificó a la mujer, lo que sí hizo fue dictar un ideal de belleza femenina: mujeres que, como dice Gabriel, no se topa uno con ellas a la vuelta de la esquina. Las conejitas son muchachas elegidas entre millones (iba a escribir escogidas, pero se iba a prestar a una doble interpretación). ¿Quiénes aparecen en Playboy? Mujeres tipo Marilyn Monroe. Y todo mundo sabe que estas mujeres, así como los genios, se dan muy de vez en cuando. El mito las rodea, las hace inaccesibles. La grandeza de revistas como Playboy es precisamente eso: nos ponen en las manos, en la mirada, en todo el cuerpo, a mujeres que ni en sueños podemos alcanzar. Si esto no está en el mundo de la posibilidad, entonces es posible hacerlo en el mundo de lo irreal, de lo fantástico.
Todos los adolescentes del mundo tienen la oportunidad de conocer El Paraíso desde este Valle de Lágrimas a donde fue expulsado el género humano. Cuando menos, en Playboy se rescató el espíritu único, el del sin pecado original, el de la inocencia total. Los adolescentes abren la revista y al ver los cuerpos desnudos sienten una emoción indecible, como si estuvieran en lo alto de una montaña y sintieran la caricia del aire y el batir inmenso de las alas de las águilas.
¿Por qué a muchas personas les molesta el cuerpo desnudo? ¿Cargan algún complejo soterrado?
Ya te conté que la primera vez que compré un Playboy en la Proveedora Cultural (con cierta pena), don Rami Ruiz me dijo: “¡Ah, ya estás cambiando de tipo de lecturas!”, y metió la mano debajo de su escritorio y me dio un libro diciendo: “Para que no olvidés lo otro”.
¿Mirás la gran lección de don Rami? No hubo una sola palabra restrictiva, ni una sola palabra que prohibiera; lo que hubo fue un complemento en la balanza. Desde entonces (estoy hablando de los años setenta) mis lecturas son la revista de chicas desnudas y los libros de buena literatura.
Soy, desde siempre, un voyeur, gozo al ver esos cuerpos de muchachas bonitas que no se dan en todos los terrenos. Las chicas de Playboy son generosas, sin culpas gratuitas. Se muestran orgullosas de sus cuerpos bellos y nos dicen que los desnudos son parte intrínseca de nuestro ser.
Posdata: Adán y Eva iban desnudos de un lado a otro. Pero un día comieron el fruto del árbol del bien y del mal y, un segundo después, tuvieron conciencia de su desnudez y se cubrieron y el sentimiento de culpa apareció en sus mentes y no los abandonó jamás. Pero eso fueron ellos, hay personas que se han liberado de complejos y de culpas ajenas y disfrutan mostrando o viendo cuerpos desnudos, como una manera de expresar que la libertad no sólo implica liberar a las mentes sino también quitar correas a los cuerpos.