miércoles, 1 de agosto de 2018

CARTA A MARIANA, A CINCUENTA AÑOS DE LA MATANZA DE TLATELOLCO




Querida Mariana: Los muy jóvenes no saben lo ocurrido en Tlatelolco, hace cincuenta años. ¡Cincuenta años! En octubre de 1968 ocurrió la Matanza de Tlatelolco. En la Plaza de las Tres Culturas, en la Ciudad de México, el gobierno ordenó la disolución de un mitin político con el uso de las armas. Nunca se sabrá el número de muertos, heridos y, sobre todo, desaparecidos. La mayoría de estas personas afectadas eran estudiantes, jóvenes que tenían sueños.
Sebastián dice que en octubre de 2018, cuando se conmemorará tal acto, las manifestaciones no serán tan violentas como hubiesen sido si el PRI hubiera ganado la elección para presidente de la república; es decir, en este octubre se celebrará la caída del partido que carga, en su historia (al lado de otras atrocidades), la de haber sido el promotor de tal afrenta. El pueblo de México puede, ahora, decir que de manera pacífica y civilizada se vengó del partido en el poder. Ante el embate violento del 68, la sociedad civil respondió con un movimiento pacífico en el 2018. Sebastián dice que sólo es el efecto del Karma: el Partido Revolucionario Institucional cosechó lo que sembró con bayonetas y regó con sangre.
La historia recoge el papel de los medios de comunicación en aquel entonces. La historia demuestra que los grandes periódicos y la radio y la televisión permanecieron al margen de tal afrenta. La investigadora Andrea Reyes (quien realizó una labor de hormiga para reunir los ensayos de Rosario Castellanos) dice que el Secretario de Gobernación (Luis Echeverría) llamó a Julio Scherer, director del periódico Excélsior (considerado en esos años uno de los diez periódicos más influyentes e importantes del mundo) y le dio “línea” para que la opinión pública se enterara que los estudiantes habían disparado en contra de los soldados. Echeverría terminó la conversación telefónica con una frase amenazadora: “Queda claro, ¿no?”.
Toda la prensa se mantuvo por la orilla y diluyó la información precisa y exacta. Días después de la matanza, la prensa y todo el país celebró la inauguración de las Olimpiadas. La sangre de la plaza de Las Tres Culturas se limpió y la opinión pública no tuvo más datos de ese acto brutal. Sólo los padres de familia de los estudiantes desaparecidos se metieron en un túnel oscuro que no tenía salida.
La historia condenó siempre a Jacobo Zabludovsky, el conductor del noticiario televisivo más visto en la república. La noche de la matanza apareció en la pantalla de la televisión y dijo: “Hoy fue un día soleado” y la mención a la brutal masacre sólo se concretó en decir que había ocurrido un zafarrancho con probables lesionados. Sin duda que, de igual manera que había ocurrido con Scherer, Azcárraga (todopoderoso de la televisión mexicana) recibió una llamada de Echeverría para decirle que la nota debía ir en el sentido de condenar a los estudiantes y a los “comunistas” que querían desestabilizar al país y boicotear los juegos olímpicos; decir que ese día había sido un día soleado y que había sucedido un ligero zafarrancho con probables lesionados. La mano del poder colocó una cinta en la boca de la prensa y los gritos de los periodistas se ahogaron en sus gargantas secas, ardientes, imposibilitadas.
Por esto, Sebastián dice que ahora, cincuenta años después, la nación conmemorará el hecho celebrando la despedida del PRI, ese partido que jamás, como lo solicitó Rosario Castellanos, dialogó con los muchachos que se manifestaban con marchas de silencio en la Ciudad de México. Hubiese sido trágico que el cincuentenario de tal matanza se conmemorara entronizando a los hijos putativos de aquel sistema represor. Sebastián advierte que el karma hizo su tarea y en esta conmemoración ondea una bandera blanca de esperanza. Él sostiene que el mejor ungüento para la herida es la posibilidad de un México más justo, menos dictatorial. Ello comprobaría que la lucha de aquellos jóvenes mártires no fue en vano.

Posdata: ¡Ojalá!