miércoles, 19 de septiembre de 2018

CARTA A MARIANA, CON TAREAS DE MÁS DE CUARENTA GRADOS




Querida Mariana: Una mañana calurosa acompañé a mi tío Mario a supervisar la carretera que construían. Me dio un casco para evitar el sol en la cara y que una piedra me abriera la cabeza, a las doce, me compró un refresco helado que tomé en la sombra, recostado en la llanta de uno de los camiones. ¿Cuántos años tenía? ¿Nueve? ¿Diez? Yo estaba de vacaciones. Desde la sombra vi cómo decenas de hombres manejaban camiones llenas de arena, piedra y chapopote; vi decenas de hombres, con paliacates en el cuello o sombreros de palma sobre la cabeza, manejar palas y picos, subir sobre andamios, todo en medio de una polvareda eterna, todo en medio de un sudor imposible. A la una, mi tío llamó al chofer y le dijo que a él lo pasara a dejar a la oficina y a mí me llevara a la casa, donde me esperaba mi tía con una comida exquisita, porque ella es una cocinera de lujo. El chofer obedeció. Yo pensé que mi tío era muy trabajador, porque después de la intensa jornada bajo el sol pasaría a la oficina, pero cuando la camioneta se detuvo y leí “LA OFICINA” en la fachada de una casa, pintada en azul y blanco y que tenía anuncios de la Cerveza Superior, entendí que así se llamaba la cantina.
Desde entonces, y de esto ya tiene más de cincuenta años, he aprendido que muchos lugares esconden su vocación detrás de nombres simulados. En Guanajuato conocí un lugar que se llamaba “El templo” y que, de igual manera, era una cantina. Ramiro, amigo de aquel estado, dijo que el nombre no mentía, porque el lugar era un templo dedicado al Dios Baco. Por supuesto que los amigos reímos, porque todos sabíamos que era cierto, pero la mamá que por primera vez escuchaba que el hijo decía que iría al templo se llenaba de gozo, sin saber que el hijo en lugar de comulgar hostias y beber la sangre de Cristo comería botanas y bebería bebidas alcohólicas. En lugar de hallar sosiego a su espíritu desosegaría a su alma y cuerpo.
¿Y qué me dicen del local bautizado como “La casa del maestro” que era un burdel en Tijuana? Ya imagino la reacción de los padres primerizos cuando el hijo avisaba que iría a la casa del maestro. “¡Ay, bendito Dios -pensaría la mamá- por fin estudiará este cabrón!”. Nunca imaginaría que el estudio, como dicen los clásicos, era de anatomía femenina y que, en lugar de libreta, necesitaba un condón para la hora de hacer los ejercicios prácticos.
Ahora, querida Mariana, por primera vez encontré una bebida con nombre sugerente (sugestivo, por digestivo). El otro día, en una reunión de amigos, Roge llevó una botella de tequila que se llama “La tarea”. A la hora que tomó un vaso, le puso dos hielos y se sirvió una generosa cantidad de tequila me dijo que estaba muy bueno. Vaya, pensé, por primera vez los muchachos podrán decir que les encanta terminar la tarea; por primera vez, las mamás de los estudiantes de bachillerato sonreirán al escuchar que sus hijos dicen: “Ya vengo, mamita, voy a casa de Mario a terminar la tarea”.
A la hora que regresan todos bolos, las mamás no creerán que es cierto lo que el muchacho jura: “Te juro, mamita, que sí fui a terminar la tarea”.
El otro día leí que las tareas escolares, en México, fueron “invento” de Maximiliano de Habsburgo; es decir, antes de su mandato imperial, en la escuela mexicana no había tal tormento. Yo, lo sabés, pienso que en las escuelas no debería haber tareas (Roge, tal vez, piensa lo contrario). ¿Por qué no trabajamos bien a la hora de clase y dejamos que los muchachos vivan otra experiencia de vida en las tardes? Sí, sé que esto que digo es polémico, pero hay países desarrollados en los que los muchachos no hacen tareas y tienen un gran desarrollo intelectual. Además, no sé vos, pero yo he visto que muchos llegan a “copiar” la tarea minutos antes que la entreguen.
Posdata: Cuando leí el nombre del tequila pensé de inmediato en la cinta “La tarea”, film mexicano que protagonizan José Alonso y María Rojo. En esta tarea, Virginia (todos los espectadores sabemos que Virginia ya no es virginia, porque es experta en cuestiones amatorias) debe entregar una tarea escolar, por lo que coloca una cámara escondida mientras ella y su pareja tienen un encuentro amoroso (la escena de la pareja haciendo el amor sobre una hamaca es una de las escenas más eróticas del cine nacional. José Alonso cuenta que él tiene esa hamaca en su casa.) Ahora conocí otra clase de tarea, un tequila que Roge dice que está muy bueno.
No supe si Roge terminó la tarea, porque salí temprano de la reunión con amigos. No supe si los otros compas le ayudaron a terminar la tarea. En este último caso los maestros hubiesen reprobado a Roge, sin saber que por encima de tareas escolares está la esencia de la amistad. ¡Salud! Seamos aplicados, ¡hagamos bien la tarea!