miércoles, 12 de septiembre de 2018

CARTA A MARIANA, SIN ISMOS, PERO CON MODISMOS JUGUETONES




Querida Mariana: Vos sos de estos tiempos tecnológicos. Muchos de tus conocimientos provienen del Internet. Pero no todo está en estos chunches maravillosos. Si hacés la prueba de buscar qué significa la palabra “Bibish” ¡nada hallarás!
La palabra Bibish aparece en los libros de Óscar Bonifaz (“Arcaismos, regionalismos y modismos de Comitán, Chiapas”) y de José Luis González Córdova (“Glosario”). Ninguno de ellos explica el origen de la palabra. Es difícil rastrear las huellas. Lo que sí consignan es el significado, que se asemeja mucho a la definición que aparece anotada en este letrero que ahora está en una jardinera del parque central de Comitán. Bibish significa órgano sexual masculino.
No, no, querida Mariana, no me preguntés cómo se dice, en comiteco, el órgano sexual femenino. No lo preguntés porque esta carta puede leerla tu mamá y ya mirás que ella hace honor a esa otra frase comiteca que dice: “Ish, fiero su modo”.
Si ahora consigno la palabra Bibish es porque está anotada en este letrero y porque, bromas aparte, pienso que esta acción del Museo de la Ciudad es una acción grandiosa, porque preserva las palabras comitecas que ya están en desuso. Por fortuna, los modismos comitecos no son como las vaquitas marinas que están en peligro de extinción. Las palabras poseen el don de perpetuarse, siempre y cuando haya hablantes que le den vida en la conversación diaria. El peligro del lenguaje está en el olvido, en dejar que las palabras se empolven.
Acá, el Museo de la Ciudad, de Comitán, desempolvó palabras y las colocó en lugares donde los caminantes pueden observarlas y repetirlas y darles aire de nuevo. Letreros similares a éste hay en el parque de Guadalupe y en el parque de San Sebastian. Es una gran iniciativa (Sólo tiene una mancha, hay letreros que no tienen la ortografía adecuada. Me explican que el Museo de la Ciudad ya cerró sus puertas “por órdenes superiores”, así que ya no tendrá tiempo para corregir errores. Pero ahí queda la acción como ejemplo de lo que puede hacerse para preservar nuestra identidad comiteca. Tal vez las próximas autoridades culturales del municipio valoren esta acción y corrijan los errores y le den más formalidad).
Bibish es un modismo ya en desuso. Los jóvenes no la emplean. Bueno, no emplean la palabra, porque, en realidad, su bibish bien que lo usan cada vez que van a hacer pis al sanitario o cada vez que lo juegan con sus sacrosantas manitas o permiten que sus muchachas bonitas jueguen con él.
No sé qué pensés vos, pero la palabra es de gran ternura. Claro, es algo como un eufemismo que las mamás emplearon en tiempos idos. Para no pronunciar la palabra pene, porque, ¡Dios mío!, qué pena, los mayores bautizaron al pene con la palabra bibish que es más afectuosa. Claro, la palabra pene como que da más importancia a ese órgano. La palabra bibish suena a que el miembro no es de un tamaño decente, sino más bien de tamaño pequeño. De hecho, el ejemplo de uso que aparece en el letrero da idea de esto que digo: “’Ta bien chiquito su bibishito de tu hijito”. Ay, qué ejemplo tan comiteco, tan en diminutivo. Por esto, en una ocasión escuché que un niño, al ver a su papá desnudo en la regadera, dijo: “El bibishote de mi papá”. De todos modos este aumentativo sigue siendo un poco con color de atardecer. Por esto, ahora que el modismo ha vuelto a ponerse de moda, gracias a la iniciativa de las autoridades del Museo de la Ciudad, proponemos que se emplee sólo para tratos afectivos y afectuosos; es decir, si una muchacha bonita pone su mano sobre la entrepierna de su muchacho, se recomienda que, para jugar bonito, en lugar de decir al oído el técnico: “Me gusta tu pene” o el procaz “Qué rica verga” juegue de esta manera: “Qué bonito bibish, ¿puedo espulgarlo?”.
Los expertos en sexología nos han explicado que en cuestión de sexualidad hay que llamar pan al pan y vino al vino; es decir, el órgano sexual masculino debe llamarse pene y el órgano sexual femenino debe llamarse vulva, y punto y aparte, pero para juegos bonitos, juegos de parejas mayores, las palabras tienen una gran capacidad para despertar sentimientos bellos. Recordemos a Julio Cortázar, en su novela “Rayuela”, en el que Horacio jugaba con La maga y se comunicaban en glíglico y: “…Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias…”.
Posdata: Sí, la palabra bibish es para juegos bonitos, para que el juego recupere su aroma de salto de cuerda y abandone un poco su cara de tableta electrónica.
La palabra no sólo debe emplearse para maldecir, debe emplearse, también, para jugar. ¡Bibish! Ah, qué bonita palabra. Provoca cierta ternura.