sábado, 1 de septiembre de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE APARECIÓ UN INÉDITO




Querida Mariana: el jueves 30 de agosto, un grupo de amigos de Lolita Albores organizó un homenaje celebratorio por los cien años del nacimiento de quien fue cronista de Comitán. Fue un acto lleno de gozo, que abrió con la participación del arquitecto Héctor Castellanos y del doctor José Antonio Alfonzo, reconocidos contadores de anécdotas. Ahí, en la sonrisa y en la carcajada, estuvo presente el humor permanente de doña Lolita, quien era una gran contadora de anécdotas y chistes. Testimonio de esto es la colección de discos que ella grabó, en compañía de amigos, y de dos de sus libros, que son una antología de cuentos humorísticos.
No sería exagerado decir que celebrar a Lolita Albores es celebrar el carácter de Comitán, porque doña Lolita sintetizó mucho de la identidad que hace único a este pueblo. Con el homenaje se celebró la vida de una mujer que tuvo a Comitán en la palma de su mano.
Algunas personas que conocieron a doña Lolita criticaron el hecho de que fuera cronista una mujer que decía malcriadezas, olvidando que el lenguaje de todos los días, el que está vivo, lleno de savia, es un lenguaje que celebra la vida sin hacer distingos de ningún vocablo contenido en el diccionario. Los expertos del lenguaje dicen que no hay palabras buenas ni palabras malas. Todas las palabras son empleadas para comunicar ideas. La noche del homenaje, la audiencia disfrutó las anécdotas que ahí se contaron. En dos o tres de éstas aparecieron las llamadas malcriadezas. ¿Alguien se sintió ofendido? Nadie. La intención del acto era reflejar, así en confianza, en familia, lo que da vida a la charla cotidiana. La anécdota está alejada del chisme y de la plática solemne. Si alguien parafraseara a Julio Cortázar, enorme escritor argentino, diría que la anécdota siempre está en mangas de camisa, despojado del corsé asfixiante. Doña Lolita es recordada como una comiteca auténtica, que no levantaba muros a la hora de contar las anécdotas que siempre han sido el condimento de la vida alegre de los comitecos. La anécdota comiteca tiene la cara lavada con el aire más puro de esta región, es alegre y franca, y es un canto perenne a la vida.
Como parte del acto celebratorio, también se exhibió un fragmento de una entrevista en video que Luis Armando Suárez Argüello, director del Centro Cultural Rosario Castellanos y director general de la editorial Entre Tejas, le hizo a doña Lolita con motivo a sus ochenta años de vida; asimismo, una entrevista donde Óscar Bonifaz, Premio Chiapas 2014 y amigo personal de doña Lolita, da testimonio de la relación que mantuvo con la cronista durante tantos años.
El cierre oficial del acto fue la participación de Malú Puig Albores, de Marco Antonio Puig Albores, sobrinos de doña Lolita, quienes convivieron con ella muchísimos años; además de la intervención de Mario Uvence Rojas, actual secretario de Turismo del estado de Chiapas, quien fue amigo de doña Lolita y es fiel custodio de su memoria. El arquitecto Castellanos dijo que Mario fue el principal organizador del merecido homenaje a doña Lolita en el centenario de su nacimiento.
Sé que el jueves, querida Mariana, estuviste en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, atendiendo la visita de tus tíos que llegaron de Los Ángeles, California, y no tuviste oportunidad de acudir al Teatro Junchavín, recinto donde se celebró el guateque dedicado a doña Lolita. Fue una pena que no asistieras. Te lo perdiste, porque fue un acto muy emotivo, en el que muchos comitecos recordaron la imagen de la festejada. El escenario lució muy digno, con la presencia de la marimba del Centro Cultural Rosario Castellanos y una escenografía que presentó un piso alfombrado de juncia fresca y un entorno con telas que simulaban enormísimos pliegos de papel de china picado y ollas de barro llenas de flores. Una vez alguien dijo que doña Lolita fue la única mujer que se atrevió a quitar, por un ratito, el Domínguez a Comitán y, en lugar de Comitán de Domínguez lo convirtió en Comitán de Los Tomates, tomate una, tomate dos, tomate tres…
Marco, quien conoció a Rosario Castellanos, gracias a la amistad que ésta tenía con doña Lolita (recordemos que doña Lolita vivió en casa de Rosario, en la Ciudad de México), dio a conocer un documento que, de nuevo, aporta elementos para reflexionar tantito. Es una carta (te paso copia) que Rosario, a la sazón Embajadora de México en Israel, le envía a Marco. La carta está fechada el 4 de octubre de 1973 y dice lo siguiente:

“Muy estimado Marco Antonio:
“Recibí su carta y el disco sobre anécdotas comitecas que es tan divertido como incomprensible para quienes no han tenido la suerte de nacer allí. Por mi parte lo disfruté mucho y me hizo añorar más que nunca un pasado que ya, definitivamente, pasó.
“En cuanto a lo que usted me dice de su deseo de obtener un puesto en la Secretaría de Relaciones Exteriores, me daría mucho gusto ayudarlo si eso fuera posible y si mi carta de recomendación tuviera algún valor. Así pues me gustaría que a fines de octubre que yo voy a estar en México, usted se comunicara conmigo al 515-2808 y concertáramos una cita para hablar, ver sus certificados de pasante y cualquier otro documento relacionado con el asunto del puesto. Con mucho gusto hablaré de usted al Lic. Rabasa y ojalá que esto le sirva a usted de algo.
“Mientras tenemos la oportunidad de conversar, se despide de usted, Rosario Castellanos, Embajadora de México.”

¿Mirás qué prodigio? La carta, como ves, tiene dos vertientes, una muy personal (de lo cual platicaremos un día y que tiene que ver con la generosidad con que Rosario trataba a los coterráneos. Conozco una carta que Rosario le envió a Javier Espinosa Mandujano -quien llegó a ser Secretario de Educación de Chiapas- en donde la Embajadora de México le dice que hará todo lo posible para que Javier se entreviste con altas autoridades educativas de Israel, en un viaje que Espinosa Mandujano planeaba realizar) y otra que está relacionada con el acto que se realizó el jueves y que es el disco con anécdotas comitecas, donde doña Lolita tuvo relevante participación. ¿Cuál es la opinión de Rosario respecto a los discos picarescos? Bueno, pues ahí está su opinión, valiosa por tratarse de quien se trata. Rosario dice: “…es tan divertido como incomprensible para quienes no han tenido la suerte de nacer allí. Por mi parte lo disfruté mucho y me hizo añorar más que nunca un pasado que ya, definitivamente, pasó”.
Imagino a Rosario recibiendo el disco que Marco le envió, sacándolo de su funda, colocándolo en la consola y -sentada en un sillón, con las piernas estiradas- escuchando esa retahíla de anécdotas comitecas que retrata de manera fiel una rama del árbol que somos. La imagino riendo, añorando la tierra que la vio crecer, hasta que -adolescente- viajó a la Ciudad de México, para estudiar el bachillerato y los estudios superiores en la UNAM. Rosario dice que le parece que el disco es incomprensible para quienes no han tenido la suerte de nacer en Comitán. Sí, así es. Y es así, porque la anécdota (en cualquier parte del mundo) está conformada por una estructura de modismos y regionalismos. Basta decir que uno de los discos de doña Lolita se llama “El guatec’ ca’tut’Isaias”, que en castellano diría “El guateque en casa de tío Isaías”.
Rosario Castellanos fue una escritora respetuosa del lenguaje, supo (siempre) que el lenguaje es vivo, que está lleno de modismos y de palabras que son el pan de cada día de todos los estratos sociales, desde los más encumbrados salones hasta los más oscuros callejones. Esto también fue certeza en la mente de doña Lolita. ¿Sabías que el libro “Picardía Mexicana”, de Armando Jiménez (el famoso gallito inglés, sí, ese que decía al lado del dibujo: Este es el gallito inglés, míralo con disimulo, quítale el pico y los pies, y métetelo en el culo), tuvo una serie de prologuistas de lujo (sólo como ejemplo anoto a Octavio Paz y Alfonso Reyes), entre los cuales Rosario Castellanos también escribió un prólogo? ¿Cómo un libro “tan malcriado” recibió la atención de tan destacados intelectuales? Ah, pues muy sencillo: Sería estúpido aplicar cierto racismo al lenguaje. El lenguaje es una de las más prodigiosas capacidades del ser humano, es la que nos permite expresar nuestros sentimientos y éstos, en ocasiones, son de amor, de afecto, de respeto, de tolerancia, de paz, pero, en otras ocasiones (somos seres humanos pues) son de guerra, de violencia, de intolerancia, de coraje, de dolor y de miseria. Y cuando la miseria está por encima de la armonía, se antoja decir la palabra con la que Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, concluyó su novela “El coronel no tiene quien le escriba”. ¿Recordás cuál es la palabra? La mujer del coronel le pregunta qué van a comer y el coronel, todo desalentado, ya disminuido, dice: ¡Mierda!
Posdata: Marco fue generoso. Nos compartió un documento revelador acerca de la opinión de Rosario Castellanos acerca de los discos de doña Lolita.
El pasado veinticinco de agosto se cumplió el centenario del nacimiento de doña Lolita Albores, a quien muchos acá en Comitán le decían Lolita Albures. No podía ser de otra manera, somos pícaros, jodones, amamos la vida.
¡Que viva Comitán! ¡Que viva doña Lolita Albores!