martes, 12 de noviembre de 2019
CARTA A MARIANA, CON MISTERIOS INCLUIDOS
Querida Mariana: El letrero es muy claro y, sin embargo, contiene un misterio. El letrero está en una calle céntrica de San Cristóbal de Las Casas, anuncia el Museo de Ámbar, resina prodigiosa de Chiapas.
Pero, la mañana que estuvimos Pau y yo en aquella ciudad, ella, como siempre, jugó, jugó a que adivináramos cuál es el último secreto del mundo.
Yo dije que podía ser el lugar donde estuvo la mítica Atlántida; Pau dijo que puede ser el lugar donde duermen los unicornios (cuando lo dijo pensé en el Unicornio de Silvio Rodríguez, y sentí que mi garganta se volvía como un pozo sin fondo, porque pensé que ese unicornio es uno más en la lista de desaparecidos. La lista de desaparecidos en este país es asquerosamente inmensa. En la presentación de la novela “Casas vacías”, de Brenda Navarro, alguien de la audiencia volvió a mencionar ese lugar común que atenaza gargantas y pone grilletes en los ojos: “Los muertos tienen un lugar donde les llevan flores, pero, los familiares de los desaparecidos sólo tienen huecos en todos lados y en ninguno la certeza de que ahí pueden depositar un ramo o una lágrima.”)
Pau me exigió que siguiera con el juego, que regresara al presente, me conminó a hacerlo, con palabras y con un codazo a mitad de la panza. Sí, dije, el último secreto del mundo puede ser el lugar donde está el Santo Grial. Pau me quedó viendo como diciendo que jugábamos, que no estábamos en un aburrido salón de clases. El Santo Grial, expliqué, es la copa que Cristo usó en la última cena. Ah, dijo Pau, y luego se hizo la simpática (total, era un juego), porque dijo que el último secreto del mundo era la comanda con el menú de la última cena. Quise explicar que, según yo, la última cena consistía en una cena magra, con pan, agua y vino, pero si lo expresaba echaba a perder el juego, así que dije que el último secreto del mundo puede ser descubrir la fórmula del cabello de Sansón para hacerse invencible en fuerza física. Pau me quedó viendo de nuevo, pero cuando iba a explicar, ella rio y dijo que conocía la historia de Sansón y Dalila (cuando dijo Dalila yo recordé la vara de membrillo que recuerdan muchos ex alumnos del maestro Jorge, porque así se llamaba la vara con la que el maestro castigaba a los alumnos mal portados). Te toca, le dije a Pau. Sí, dijo ella y mencionó que el secreto mejor guardado del mundo era el lugar donde el abuelo Isaías guarda los chocolates que el doctor le ha prohibido comer y que todos los días, después de comida, el abuelo saca pellizcado de la bolsa del saco.
Cuando terminó de decirlo ya habíamos llegado al parque central y buscábamos la tienda donde venden dulces regionales, caminamos por donde, en los años setenta, estuvo el supermercado de mi padrino Ramiro Ramos Ruiz (que se llamaba “Las tres R”) y llegamos a la “Dulcería El Molino”, que vende dulces riquísimos. Pau pidió una canastita y comenzó a tomar nuégados y galletas con relleno, con la pinza. Vio en una repisa las cajitas redondas de madera con mermelada de membrillo. Dejó la pinza en el canastito y tomó una cajita con la mano, la alzó y dijo: “Este es el mejor secreto del mundo, porque nadie sabrá que estará en mi panza.” Le pedí que agregara cuatro cajitas para mí y dije que si existe el secreto mejor guardado del mundo debe estar guardado en una cajita de esas, a la vista de todos. Los secretos más secretos están siempre en el lugar menos escondido.
Posdata: Querida mía, ¿cuál pensás que es el secreto mejor guardado del mundo? El licenciado Segundo Guillén dice que Comitán es el secreto mejor guardado de Chiapas. Yo siempre relaciono la palabra secreto con la palabra misterio. Todo secreto guarda un misterio y al revés volteado. A veces confundimos los conceptos. Mi tía Elena siempre, con voz de confesionario, me dice: “Te voy a contar un secreto”. Mi tía no sabe bien a bien qué cosa es un secreto, lo confunde con un chisme soterrado.
Cuando íbamos a la terminal de la Cristóbal Colón, para regresar a Comitán, volvimos a caminar por el Museo del Ámbar, seguía cerrado. Pau dijo: Este secreto sí lo tienen bien guardado. Nadie se entera cuál es. Reímos.