miércoles, 13 de noviembre de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE EL LIBRO




Querida Mariana: ¡El libro! ¿Qué dijo Borges acerca del libro? ¡Ah, sí! El libro es “Una extensión de la memoria y de la imaginación.” Ayer martes, 12 de noviembre, en México se celebró el Día Nacional de Libro. Cientos de festejos se realizaron en toda la república. Es bello saber que el mundo lector no olvida festejar ese chunche que preserva la memoria y activa la imaginación. ¡Ah, qué objeto cultural tan noble, tan generoso!
Mientras en Tuxtla Gutiérrez se celebra la Feria Internacional del Libro UNICACH 2019, que tiene como invitados de honor a Guatemala y a la Universidad de San Carlos, del país centroamericano; mientras en Guadalajara realizan los preparativos para celebrar la FIL, que es un acto cultural que convoca cada año a más de ochocientos mil lectores; en Comitán se inauguró la Feria del Libro, en el parque central, feria que estará hasta el día 20 de noviembre. Satisfactorio fue ver a cuatro librerías comitecas: Lalilu, Porrúa, La Proveedora Cultural, y un módulo de Editoriales Independientes.
¡Claro!, la oferta no puede compararse con la que ofrece la FIL, de Guadalajara, por ejemplo, pero como dijo un pelo: “Quereme, vos, calvo.” Algo bueno aparece cada vez que las personas se topan con libros en su camino. Basta recordar cómo Rosario Castellanos, en intento de contagio hacia la lectura para su hijo Gabriel, una tarde (en su residencia de Tel Aviv, Israel) “tapizó” el piso del cuarto de su hijo con ejemplares de “Balún-Canán”. Rosario confiesa que fue feliz cuando Gabriel le dijo: “Está padre”. ¡Había leído la novela de su madre! Sin duda que Gabriel es, desde entonces, un gran lector. Un analista de temas internacionales debe tener (como Gabriel lo tiene) una sólida cultura literaria.
Además de la Feria del Libro, en Comitán, hubo decenas de actos en lugares mínimos, sobre todo en escuelas. Hay maestros que comparten el gusto de la lectura con sus alumnos.
En el Teatro de la Ciudad, a las seis y media de la tarde, el poeta Eduardo Casar impartió una conferencia soberbia, habló de la obra de Rosario. ¡Ah!, como si estuviera en el aula universitaria frente a los alumnos, leyó poemas de Rosario y explicó las figuras literarias (tema del que Casar es experto). Ahí, sobre la mesa, Eduardo tenía un ejemplar de la novela “Oficio de Tinieblas”. Esa charla, ese libro, esa convocatoria que honró la memoria de Rosario fue una celebración inmensa para celebrar al libro, ese objeto cultural que (perdón por la insistencia) es extensión de la memoria y de la imaginación.
En el Colegio Mariano N. Ruiz, querida mía, hicimos lo conducente (¡uf!, qué palabrita tan de diccionario con olor a naftalina política). En los dos grados de educación secundaria pasamos a leer un fragmento del cuento “Ana, ¿verdad?”, del gran escritor Francisco Hinojosa (sí, el mismo que escribió “La peor señora del mundo”, “La fórmula del doctor Funes”, y que ahora promociona en medio mundo su más reciente libro: “Inchi farofe”) y, al término de la lectura, motivamos a diez alumnos a expresar su opinión acerca del libro. Los muchachos participaron y cada uno de los aventados recibió un ejemplar del díptico que contiene el cuentito “El osito que volaba”, editado por la Fundación Alexandra del Castillo Castellanos, fundación comiteca que honra la memoria de Alexandra y promueve la lectura entre niños y jóvenes de la región.
El momento cumbre fue cuando, al término del acto, los muchachos cantaron “Las mañanitas” al libro. ¿Cómo? Sí, como lo estás oyendo (bueno, leyendo), le cantamos las mañanitas al libro, en el día de su cumpleaños. Fue un instante prodigioso. Luego caímos en la cuenta que nos faltó ponerle su reja de papel de china (el próximo año encargaremos una reja de papel de china a la empresa “La cositía”, empresa que promueve el fortalecimiento de esta tradición comiteca); luego caímos en la cuenta que nos hizo falta algo esencial, cuando salíamos del salón, un estudiante comenzó a cantar: ¡Queremos pastel, pastel, pastel! Sí, le cantamos las mañanitas al libro, pero no comimos pastel (el próximo año encargaremos uno de cajeta en la Pastelería Nataly).
Posdata: Celebramos al libro. Celebramos a ese generoso objeto cultural. Celebramos la vida con lo mejor de la vida misma.