viernes, 1 de noviembre de 2019

CARTA A MARIANA, CON DOS FESTEJOS





Querida Mariana: Fui invitado para estar en un conversatorio (charlatorio, platicatorio), al lado de Roberto González Alonso, Marco Antonio Moya y el maestro Jorge Gordillo Mandujano, con la moderación de Arbey Rivera, director del Centro Cultural Rosario Castellanos. Esto ocurrió la tarde del 30 de octubre. El acto se efectuó en el auditorio Roberto Cordero Citalán. Como conversar no es mi fuerte, pedí permiso para leer un textillo que preparé para la ocasión. Te paso copia:

Buenas tardes:
Permitan que comparta con ustedes dos momentos ocurridos el lunes pasado, en este mismo escenario. El primer momento es el siguiente: el maestro Óscar Bonifaz contó que cuando este edificio quedó vacío, porque la escuela secundaria y la escuela preparatoria tuvieron sus locales propios, él tuvo la osadía de apropiarse del edificio, para convertirlo en un espacio dedicado al arte que sirviera a la sociedad comiteca. Así nació la Casa de la Cultura, la primera casa de cultura del estado de Chiapas. El segundo momento ocurrió minutos después de lo dicho por Bonifaz, José Roberto Arriaga Gómez subió al escenario y declamó el poema 20 de Pablo Neruda.
Esta tarde quiero compartir con ustedes la siguiente reflexión: El acto prodigioso que realizó Bonifaz se debió a que el edificio quedó vacío; es decir, si la secundaria y la prepa no hubieran tenido ya sus propios planteles, hoy no estaríamos celebrando los cuarenta y cuatro años de la casa de la cultura.
Roberto Arriaga perteneció a la última generación que tuvo clases en este edificio. Roberto González Alonso, quien está con nosotros en esta charla, también perteneció a dicha generación. ¿Y? Bueno, más que recordarlos por ser integrantes de esta última generación, nuestra historia debe reconocerlos por ser parte de la generación de estudiantes que logró la construcción de los nuevos edificios. La generación de Roberto Arriaga y de Roberto González iniciaron un movimiento de lucha y de justo reclamo. ¡No era posible que los estudiantes de esas gloriosas instituciones recibieran clases en salones húmedos! ¡No era posible que los estudiantes de la secundaria y de la preparatoria no tuvieran laboratorios dignos, jardines espaciosos, cafeterías y canchas para practicar el deporte! Estos muchachos iniciaron un movimiento de huelga que obligó a las autoridades educativas a cumplir sus justas peticiones (si mantuvieron retenido a Javier Espinosa Mandujano, entonces Secretario de Educación, de Chiapas, fue porque, a veces, la autoridad sólo entiende de razones con un poco de presión multitudinaria).
Sí, la casa de la cultura tuvo su inicio gracias al arrojo generoso de Bonifaz, pero los que abrieron el hueco para que la semilla pudiera ser sembrada, fueron los integrantes de la generación de Los Robertos. Así pues, hoy, a la hora de levantar el vaso para celebrar el cumpleaños de la casa de la cultura hay que hacerlo también por esa generación de muchachos que logró que este edificio quedara vacío y en silencio, porque las nuevas generaciones de estudiantes comitecos abonarían otros árboles en los nuevos edificios de la secundaria y prepa del estado.

Posdata: Termino diciendo que el maestro Jorge se aventó un diez, porque antes de expresar sus comentarios sacó una violineta (armónica) y tocó las mañanitas para celebrar los cuarenta y cuatro años de la Casa de la Cultura. La misma calificación obtuvieron Roberto y Marco Antonio con sus intervenciones. Roberto, maestro de inteligencia preclara, hizo un recuento puntual de algunos aspectos vitales de los años de la generación 71-74 (la primera con bachillerato de tres años). Me sentí chento, porque en este acto celebratorio, Roberto Arriaga y Roberto González, mis compañeros y amigos, fueron los representantes de la generación que, como dijo Roberto González, propició el cambio, la generación que debe ser recordada como la que creó los dos nuevos planteles donde hoy acuden los estudiantes de estos tiempos. ¡Plena y fructífera vida a ellos!