viernes, 15 de noviembre de 2019

CARTA A MARIANA, CON UN POCO DE TERROR




Querida Mariana: Odio las películas donde aparecen vísceras sanguinolentas. Cuando veo en la cartelera cintas con títulos como “La monja” huyo. Cuando fui joven asistí al estreno de “El exorcista”. Estábamos recién “estrenados” en la Ciudad de México (entonces Distrito Federal) y Quique me dijo que fuéramos a verla y fuimos y esa noche no dormimos. Desde entonces pensé que era una estupidez sufrir. Desde entonces supe que no era un género que me sedujera, pero la noche del jueves 14 de noviembre acudí a una charla que impartió la escritora Sandra Becerril y aprendí que el género, por así decirlo, se divide en tres ramas: cintas de terror, de horror y de suspenso. Y que hay una gran distancia entre lo que es el terror y lo que es el horror. El horror, explicó Sandra, tiene que ver con lo sobrenatural, lo que está por encima de nuestra realidad real; y el terror está emparentado con lo sicológico. El suspenso, dijo, es un recurso, y por esto, el maestro del suspenso es Alfred Hitchcock. Entendí, Mariana, entendí. Sí, vomito las cintas de horror, pero no me disgusta el cine de terror y mucho menos las cintas donde el suspenso es un elemento seductor.
“El exorcista” ¿es una cinta de terror o de horror? Al tratar un tema sobrenatural pienso que cae en el terreno del horror. Recordá que cuenta la historia de una chica que es poseída por el compa de abajo y el acto de exorcismo al que es sometida. No obstante, la crítica la coloca como cinta de terror, porque, además, el director dijo que se había basado en un caso, diría doña Silvia Pinal, de la vida real. Sí, yo he sabido de casos donde chicas son poseídas. Una vez, sólo una vez, me tocó ver un caso de posesión. Lo vi a distancia, pero lo vi. Fue algo no grato. Caminaba tranquilo por la calle del correo, cuando llegué a la plaza del arte vi a dos personas que jalaban a una chica (no puedo ahora decir cuántos años tenía, pero era joven), la jalaban para el interior del templo de San José, estaban en la puerta, las dos personas (un hombre mayor y un joven) la jalaban sin lograr moverla, como si, en lugar de estar frente a una chica, jalaran a una vaca, más bien a un toro, un toro embravecido, jadeante, lleno de baba. Me detuve y los vi a distancia, al lado de los tres protagonistas de la escena principal estaba una mujer, con chal, con un rosario en la mano, con los ojos cerrados, rezando en voz baja, o tal vez en voz media, pero inaudible, porque los gritos de la chica, con baba, como perra con rabia, cancelaban todo ruido cercano, sus gritos eran espantosos, horroríficos. No eran gritos de una chica, ¡no!, su voz era grave, como de hombre viejo, como de viejo borracho, mentaba madres, hacía maldiciones y se jalonaba con una fuerza brutal. Tardé dos o tres minutos viendo la escena detrás de un árbol, una cinta de espinas recorría mi cuerpo. Cuando mi miedo fue superior a mi morbo caminé en sentido contrario a donde me dirigía, volví sobre mis pasos, el desasosiego de la noche del estreno de “El exorcista” volvió a atraparme. Cuando llegué al parque central me senté en una banca y traté de serenarme, comencé a pepenar las escenas limpias que ahí se me presentaban, los boleros, la gente caminando, las niñas corriendo, el niño comiendo un helado, los árboles, el griterío de las aves buscando lugar para pasar la noche.
Ahora pienso que debí entrar al templo y seguir la secuencia. ¿Para qué habían llevado a la chica al interior del templo? Supuse (y supongo ahora) que no tenían permiso de las autoridades para meter a la chica, aunque, tal vez (esto lo pienso ahora) un sacerdote los esperaba en el interior, para hacer un acto de exorcismo. Entiendo que los sacerdotes reciben en algún momento el conocimiento práctico para hacer este tipo de actos, que no cualquiera puede realizar.
He disfrutado mucho la película “El resplandor”, así como la película de Polansky: “El bebé de Rosemary” y “Carrie”, son películas de terror, pero dirigidas de manera espléndida. Sí. He disfrutado las cintas de Hitchcock. Disfruto el cine de Del Toro. Vomito todo aquello que ahora es nombrado como Cine Gore, que se centra en lo visceral. No, siempre he pensado que si me tocara atender un negocio en el mercado elegiría el local donde se venden especias y me mataría antes de trabajar en una carnicería. ¡Qué asco andar manoseando carnes sanguinolentas!
Posdata: Sandra es una especialista en el tema del terror. El poeta Arbey Rivera, a la hora de la presentación, resumió algunas de sus actividades, entre las que sobresalieron su labor de escritora de novelas y de guiones, así como su actividad como directora de cine. Dijo que, en la actualidad, trabaja junto con Mick Garris, en la adaptación del texto Lucky, escrito nada más y nada menos que por Stephen King. Pucha, nadita. Sí, ella, estuvo en Comitán impartiendo la conferencia: “El terror visto a través de los ojos de la literatura y del cine”.