sábado, 18 de enero de 2020

CARTA A MARIANA, CON PARAÍSOS A LA VUELTA DE LA ESQUINA




Querida Mariana: ¿Ya viste la foto que te anexo? Se antoja estar ahí, ¿verdad?
A mí me sorprende la velocidad con que el tiempo avanza. Sé que es por la edad. Hemos comentado que a los niños se les hace interminable la espera para la navidad; por el contrario, a los viejos (para usar una frase común, pero certera) se nos va el tiempo como agua.
No obstante, el tiempo avanza por igual. Apenas terminó la navidad y ahora medio mundo en Comitán, y en todo México, espera la celebración de La Candelaria, con su correspondiente tamaliza. Claro, en Comitán, celebramos a San Sebas y luego a Tata Lampo; pero pasando estos festejos, ya nos preparamos para Semana Santa. Como digno viejito que soy digo: ¡Cómo se pasa el tiempo! ¡Volando!
Y digo esto, porque Cecy me platicó que para Semana Santa ya estarán listas las cabañas que se ven en la parte superior de la alberca. Cuando tomamos la foto, vi la escalinata que se abre en medio de ese muro enlajado y pensé que quien, ¡afortunado!, rente una cabaña podrá bajar por esa escalinata y echarse un clavado a esta alberca. ¿Mirás qué privilegio? ¡Ah!, como si fuera uno de esos jeques árabes que despiertan, se echan encima una bata de seda, caminan diez pasos y entran a la alberca y nadan. Pues, ahora, en Comitán, las personas que lo deseen pueden darse esta vida.
¿Ya miraste la claridad del cielo? No se sabe si el cielo anidó en el hueco de la alberca o ésta se expandió en la vastedad del universo.
Quien no rentó la cabaña, pero quiere nadar, acá puede hacerlo, ya que, frente a este muro hay una serie de vestidores.
Sí, tenés razón, le hace falta una serie de poltronas para tenderse, pero Cecy me dijo que pronto estarán listas, porque todo estará dispuesto para que los comitecos puedan, a partir de Semana Santa disfrutar de este lugar tan disfrutable. Claro, en el lugar ya está en servicio, desde hace varias semanas, el restaurante Western Grill. Digo que las cabañas son las que estarán disponibles para Semana Santa, pero si querés desayunar o comer rico, te invito ya a ir al Western.
Bueno, dirás que la hago de emoción y que no he dicho de qué Cecy hablo. Hablo de Cecy Cordero y hablaré del lugar conocido como Puerta Esmeralda, y hablaré de Adriana, hija de Cecy, propietaria del restaurante Western Grill, y hablaré de don Roberto Cordero y de doña Betty Guillén Rovelo, y hablaré de la Despepitadora de Algodón. Hablaré de todo esto, para decir que este lugar que se antoja idílico está a diez minutos del centro de Comitán, al lado del bulevar que lleva a la Plaza Las Flores. ¿Mirás qué cerca está?
Sé que en Semana Santa medio mundo tiene opciones para descansar (también sé que muchos se quedan en el pueblo y, continuando con la tradición, acuden a los templos para conmemorar, como Dios manda, el sacrificio de su hijo, pero también sé que muchos se olvidan del Monte Calvario y buscan un espacio para relajarse y, ¿por qué no?, tomar una cervecita o dos o tres.)
Mucha gente va toda la temporada a sus quintas, a sus haciendas o a las casas que edificaron en Uninajab; otros van a lugares de descanso y regresan a sus casas. Temprano van a Colón y regresan en la tarde, o van a los Lagos de Montebello, al Chiflón, a Tenam, a San Cristóbal de Las Casas o a Puerto Arista, y, los más pagudos y que disfrutan de periodos vacacionales largos, van a Cancún o a Cuba o a París o a Buenos Aires o a Egipto.
Lo que me contó Cecy me emocionó, porque estas cabañas, esta alberca, estos jardines, estos espacios para descanso están a la vuelta de la esquina.
Yo, lo sabés, querida niña, no salgo en temporada de Semana Santa. Me quedo en casa a disfrutar “lejos del mundanal ruido”. Entiendo todas las formas de ser, pero llama mi atención ese raro disfrute de esperar horas en el aeropuerto o en las estaciones de tren o de autobuses, porque las salidas están demoradas; llama mi atención ese raro disfrute de personas que se topetean unas con otras en las playas llenas de botellas desperdigadas. Llama mi atención cómo soportan viajes de horas para llegar al destino deseado. Este tipo de vacaciones implica sacrificios, sacrificios que muchos no están dispuestos a pagar, porque, en lugar de descansar, se agotan en el viaje y en los inevitables tumultos.
Por eso, cuando estuve frente a este lugar pensé que es una opción para descansar. A partir de esta Semana Santa estará disponible de manera permanente, porque este espacio es complemento perfecto de la cancha de fútbol rápido y del restaurante Western Grill.
Cecy me contó que este terreno lo adquirió su papá, don Roberto Cordero. A don Roberto lo conocí cuando llevó a su hijo Roberto a estudiar secundaria al colegio Mariano N. Ruiz. En ese tiempo, iniciamos dos actividades escolares, una fue un grupo de teatro juvenil y otra fue la publicación de una gaceta mensual que se llamó “Aleteos”. Para esta segunda actividad solicitamos la colaboración económica de padres de familia y don Roberto fue uno de los primeros que levantó la mano y dijo que nos apoyaba. Roberto hijo fue uno de los primeros, también, en levantar la mano para participar en el grupo de teatro y él y Sara Eugenia Gordillo Avendaño (actual directora del nivel primaria del colegio) comenzaron a aprenderse y ensayar los diálogos de la obra “La tercera ley de Newton”, de Leticia Téllez. No recuerdo el motivo, pero nunca montamos la obra, a pesar de que ellos ya la habían ensayado durante largo tiempo y lo hacían muy bien. A lo que sí le dimos continuidad fue a la gaceta, de la cual publicamos varios números y que contenía colaboraciones de maestros y alumnos del colegio. Hoy lamentamos el fallecimiento de Roberto junior, quien falleció en 2019. Don Roberto y doña Betty tuvieron cuatro hijos: Elías, Cecy, Roberto y Juan Pablo. Los cuatro, muchachos talentosos y seres de bien, que aportan su calidad humana en la conformación de nuestra sociedad comiteca. Y ahora, no menos talentosa y responsable, Adriana, hija de Cecy, después de estudiar la licenciatura en mercadotecnia, en la UPAEP, ha regresado al pueblo y se encarga de atender el restaurante, donde ofrecen exquisitos platillos, entre los cuales presumen La picaña, que, me explicó, es un corte de carne que tuvo su origen en Brasil y que ahora disfrutamos los habitantes y visitantes de este pueblo, acompañado con un buen vaso de vino o una copa de comiteco.
La alberca, el restaurante, los jardines, la cancha de fútbol rápido, la ludoteca y demás lugares que conforman este espacio están ubicados en terrenos que fueron magueyales, terrenos donde estuvo la Despepitadora de Algodón. El algodón, en años pasados, lo cultivaban en tierra caliente y de allá lo traían a Comitán, donde era tratado para su venta. Un día, tal actividad cesó y los terrenos quedaron abandonados. Ahora, ahí está Puerta Esmeralda.
El abuelo materno de Adriana fue propietario del Hotel Real Balún Canán, edificio que ahora ya no pertenece a la familia y que está en franco deterioro (ubicado frente al Banorte, del centro). Cuando don Roberto vendió el hotel compró los terrenos de la despepitadora (eran diez hectáreas).
En el Hotel hubo, en los años setenta, una discoteca que fue visitada y aprovechada por todos los jóvenes de aquel tiempo. Recordá que, en esos años, la moda era ir a bailar a los espacios que se llamaban discotecas. Fue, por supuesto, una moda que nos llegó de Estados Unidos de Norteamérica. Muchos chavos comitecos imitaban no sólo el baile de John Travolta, sino también su vestimenta, que era un traje completamente blanco, con el pantalón acampanado. ¿Recordás la película “Fiebre de sábado por la noche”? Bueno, pues la fiebre era fiebre por el baile de discoteca. La discoteca comiteca (que, creo recordar, se llamó Tzisquirín) tuvo colgado en el centro del salón una esfera que irradiaba haces de luz por todos lados.
Digamos pues que la familia continúa con la tradición de ofrecer servicios de entretenimiento y de relajación. El hotel ofreció descanso en las habitaciones, diversión en la discoteca y sabores y bebidas en el restaurante; ahora, los herederos de la tradición ofrecen lo mismo: descanso, diversión y sabores y bebidas.
Muchos comitecos irán, en Semana Santa, a Uninajab, al Chiflón, a los Lagos de Montebello, a Tenam; o a sus quintas, haciendas y ranchitos. Otros cumplirán con la visita de los siete templos y escucharán el Sermón de las Siete Palabras; y muchos más se quedarán descansando en sus casas. Para los que se quedan, para los que disfrutan el descanso, ahora estará la opción del Restaurante Western Grill, con su comida y bebidas, y con las cabañas en renta y con el disfrute del fútbol rápido y de la alberca.
Posdata: Me encanta la idea de disfrutar de un entorno diferente, sin salir de la ciudad. Es un poco como revivir la tradición. Cuentan los mayores que muchos, en temporada, iban a las albercas de Los Morales o de Las Bermúdez, en la Pila; o iban a la alberca de La Primavera, en el barrio de Los Sabinos; o a la alberca de La Castalia, en el mismo barrio; cuentan que iban a bañarse a las pozas del Río Grande. Eso cuentan. Ahora, los espacios mencionados ya pasaron a la historia. Las albercas de Los Morales, de Las Bermúdez, de La Primavera, de la Castalia no existen. El Río Grande ya es un lecho seco. ¿Y ahora quién podrá darnos un poco de sosiego al espíritu? Hay opciones, una de ellas, digo yo, es la alberca del Western Grill.
¿Falta mucho para Semana Santa? Falta menos que ayer, y ayer apenas fue navidad, y mañana ya será el festejo a Tata Lampo