lunes, 27 de enero de 2020

CARTA A MARIANA, CON UNA LIRA EN FORMA DE MARIMBA




Querida Mariana: Sí, así se llama este grupo musical: Marimba Orquesta Lira de Oro, y, como lo reafirma el pendón, es de Comitán. El otro día estuve en un guateque, efectuado en el restaurante “Comitán, qué lindo y qué rico.”, y disfruté la actuación de este grupo de expertos artistas. Muchos comitecos los identifican de inmediato, porque han dedicado su vida a la ejecución de este instrumento maravilloso: la marimba. Acá están los nombres de los integrantes que esa tarde nos alegraron el instante: En la marimba están: don Ramón Abadía Gordillo, don Roberto Ruiz Gordillo (con la boina) y don Antonio Domínguez Villatoro (les antepongo el don, porque la diosa besó sus manos con el don de la música, debo decir ¡maestros!). En la batería, don Víctor Gómez Aguilar (¡maestro!), y en el bajo, don Caralampio Alfaro Reyes (¡maestro!) Si platicáramos un rato con ellos, sólo un rato, obtendríamos testimonios de personas que continúan la tradición recibida por los mayores, quienes también contribuyeron a hacer más felices las vidas de los abuelos y padres comitecos.
Me dio mucho gusto constatar la fuerza de la marimba. ¿Mirás que detrás de una bocina está una televisión? (en el restaurante hay cuatro o seis pantallas de televisión.) Por lo regular, esas pantallas siempre están prendidas, en la transmisión del partido de fútbol o en programas musicales. Bueno, esa tarde, las televisiones estuvieron apagadas, porque la marimba reinaba el ambiente. Pensé, de verdad lo hice, ¿qué pasaría si hubiese sido tarde de Super Bowl? Los aficionados ¿habrían permitido que las pantallas estuviesen apagadas? ¿Habrían permitido que sólo tuvieran imágenes y los jugadores corrieran y buscaran el primero y diez al ritmo de la marimba? Esa sería una imagen fascinante. No lo sé. Pero esa tarde, las pantallas estuvieron apagadas y la música de marimba acarició el espíritu de todos los invitados del guateque. Y digo que la música acarició el espíritu, porque, a pesar de que el anuncio dice que es marimba orquesta, el grupo fue el acompañante perfecto, porque permitió que se escuchara la marimba en toda su magnificencia. Los invitados platicaron a gusto, rieron, contaron anécdotas, corearon el clásico: “Que vivan los novios” “¡Arriba el novio! ¡Arriba la novia!” (y que apareciera el clásico chiste: “Dejen que se acomoden como quieran.”) La madera fue acariciada por estos ejecutantes y la cadencia de ese cuerpo dio tranquilidad al ambiente. ¡Qué gozo! La marimba es la madre de nuestros sentidos, ella nos ha dado de mamar, nos ha preparado los mejores guisos y ha cubierto con un rebozo infinito nuestras tardes de alegría, las de tedio y las de sosiego.
Pensé, no pude dejar de hacerlo: ¿Por qué ahora los festejos se hacen acompañar con tecladistas monótonos y ruidosos? Me paré y fui a platicar con dos de los ejecutantes, a la hora que tocaron la rúbrica e hicieron una pausa. De inmediato, don Ramón dijo que ahora los novios ya no dan serenata con marimba y lanzó la pregunta: “¿Qué sentimientos transmiten ahora los enamorados?” ¿Mirás qué clase de pregunta? ¡Uf! Difícil la respuesta. Los festejos se hacen con tecladistas y las serenatas con discos en los reproductores de los autos o con mariachis. ¿Por qué lo permiten las novias? El otro día, con un grupo de amigos, comentamos que las muchachas bonitas del pueblo deberían conformar un grupo Pro Serenata con Marimba, que tuviera como cometido principal el hacer ver a sus muchachos que el amor no está en el perreo, sino en la cuerda de la música ejecutada con marimba (cuando menos en estas tierras). He visto que, en muchos matrimonios religiosos, los contrayentes contratan a sopranos, a coros selectos o a ejecutantes de música clásica, con violines y pianos y chelos. ¿Por qué, entonces, las novias aceptan serenatas con discos de Arjona o de Alejandro Fernández o de La Trakalosa? Mario bebió un sorbo de la cerveza y dijo que las muchachas de estos tiempos ya no creen en el amor. Hicimos una pausa. Romeo golpeó la mesa con una mano y dijo que ¡por eso!, con mayor razón, las chicas tendrían que formar ese grupo de la dignidad, porque el amor es un sentimiento universal, si el amor se cancela la vida se agota. ¡Ah!, dijo Mario, corriendo te van a hacer caso. Bebimos (yo, un sorbo de agua).
Parece una cosa mínima, pero no es así. En Chiapas (por fortuna) aún crecemos con esa madre musical, la marimba, ella nos arrulla. Basta decir que, en Comitán, cuando, en domingo o jueves, los niños van de la mano con sus papás y comen un algodón en el parque central, escuchan la marimba municipal. Esas mariposas entran por el oído y se acurrucan en el corazón, para siempre. Los niños que estuvieron esa tarde en el guateque, en el restaurante, recibieron esas aguas benditas, mamaron un poco de esa leche bendita. ¡Qué bueno! Qué bueno, que, de vez en vez, no mamen de las otras aguas contaminadas, comunes, corrientes, bastardas.
Algo habría qué hacer para que la marimba fuera, de nuevo, la muchacha que amenizara los guateques de estas tierras. Mi amigo Jorge Guillén, propietario de Vision Bike, en Tuxtla, organiza tandas de bicis. Diez personas se inscriben, pagan cómodas mensualidades y cuando la suerte lo indica, reciben una bicicleta nueva. Así, de manera cómoda, cumplen sus deseos.
¿Es una locura fomentar tandas para amenizar guateques con marimba? En el pueblo, durante este año veinte veinte, cientos de personas realizarán fiestas para celebrar actos importantes e inolvidables. ¿Por qué no organizar tandas para que el festejo sea realmente inolvidable? El otro día (¡pucha, a cuanto guateque he asistido últimamente! ¡Bendito Dios!), estuve en el salón “La Casa de los Abuelos” y me tocó la gracia infinita de escuchar a la marimba Águilas de Chiapas. ¡Ah!, qué privilegio.
Posdata: Muchos dicen que la paga es el problema. ¿La paga? Sí, sale más barato contratar un mariachi para una serenata o un tecladista para un guateque. Debe ser. ¡Qué pena que la paga sea el impedimento! ¡Qué pena que el muchacho le lleve serenata a la chica con un reproductor de discos, porque pagar una marimba es muy caro! ¡Qué pena que no haya un sacrificio mínimo para dignificar la relación! En fin. ¿Es una locura hacer tandas para amenizar actos determinantes en la vida con marimba? El slogan sería: “Celebre su festejo con toda la dignidad del mundo. ¡En cómodas mensualidades!” ¿Quién lo haría? Tal vez esto es puro palabrerío. Pero, no sé, algo habría que hacer para que la tradición de vida no se rompa.
Vos, ¡por el amor de Dios!, no permitás que tu novio te lleve serenata con mariachi o con tecladista o (¡el colmo!) con reproductor de discos. ¡No! Él quiere que le des la prueba de amor, bueno, que, primero, demuestre que te ama. Así como los comitecos aceptamos café, ¡pero con pan! Ahora, el dicho es: Serenata, ¡pero con marimba!