viernes, 10 de enero de 2020

CARTA A MARIANA, QUE PEPENÉ POR AHÍ




Querida Mariana: Muchos comitecos pensamos que el verbo pepenar sólo lo empleamos por esta región. No es así. Esta mañana me enteré que en Hidalgo también lo emplean. Es un verbo de uso frecuente en todo el país. Pepenar es recoger, levantar. Personal del servicio de limpia, por ejemplo, se dedica a pepenar la basura que botan otros. En Comitán, hay empleados que llevan una bolsa (de esas enormes, donde empaquetan las croquetas de perro) y, en la otra mano, unas pinzas (de esas que usan en las panaderías). Caminan las calles de Comitán y cuando ven una basura (puede ser una bolsa de Sabritas o un vaso de unicel) la pepenan con la pinza y la depositan en la bolsa y así se la llevan, hasta que la bolsa está llena y depositan la basura en un contenedor y a darle de nuevo.
En Comitán empleamos una frase que da cuenta de una posición: “Estaba de pepenantz”, el nantz es el nanche. Con esto queremos decir que la persona estaba con el tutís para arriba (tutís es culo) y las manos en el piso, como si pepenara algo (nanche, en este caso).
Como en México somos muy albureros y perversos se recomienda evitar esta posición, no es conveniente que una muchacha bonita la adopte, porque enseña las nalgas. Asimismo, no es recomendable que los hombres se pongan de pepenanantz, porque no falta el amigo abusivo que pasa, le da una nalgada y dice: “Así perdió el diablo, compadrito.”
Todos los oficios y profesiones del mundo pueden aplicarse con el verbo pepenar; es decir, los fotógrafos, en término estricto, son pepenadores de imágenes; los escritores, somos pepenadores de palabras; las meretrices son pepenadoras de deseos; los alumnos son pepenadores de conocimientos y los curas son pepenadores de pasiones reprimidas.
La conjugación es divertida: Yo pepeno, tú pepenas (vos pepenás), él pepena… todos pepenamos.
Mauricio que era tartamudo, cuando alguien le contaba una tragedia, comentaba: “¡Qué pepena!”, obvio, Mauricio, por su tartamudez, repetía la pe. Esta pepena era una pena penosa y alegre al mismo tiempo.
En el estado de Hidalgo emplean con entusiasmo el verbo. Es tan común y hermoso que las artesanas tienen un término para designar un modo de bordar: “Pepenado”. Se llama así, porque las bordadoras reúnen los puntos, como si los fueran pepenando. Estas prendas son aclamadas, porque la técnica exige una atención especial. Si alguien pepena un punto en forma equivocada ya jodió la labor, porque la siguiente línea ya estará desfasada.
Todos pepenamos. A mí me encanta usar este verbo, que quién sabe de dónde proviene. A veces juego (sólo juego) y digo que el verbo pepenar viene de la palabra náhuatl: Pepenantzli, nombre de la diosa que era la encargada de recoger las flores para bendecir a los recién nacidos; es decir, cuando pepenamos una basura y la echamos al basurero estamos honrando la tierra donde jugarán las criaturas; cuando pepenamos un sueño botado estamos honrando la tierra donde sembramos los deseos.
Posdata: Los empleados de limpia realizan una labor muy digna: pepenan la basura para que el pueblo se mantenga más o menos limpio. Me gusta verlos con sus pinzas, esto evita que tengan que agacharse de más, que deban adoptar la posición de pepenanantz, porque, ya se dijo, así perdió el diablo.
Siempre que puedo empleo la palabra, la empleo como sinónimo luminoso de la palabra levantar o de la palabra recoger. Yo no recojo, ¡yo pepeno! Ahí lo mirás.