lunes, 19 de octubre de 2020

ANTES DE QUE TODO SE ACOMODE (XXXV)

Mi papá fue católico toda su vida. Digo esto, porque hay personas que cambian de religión. Algunas personas, en algún momento de su vida, dejan de ser lo que eran y se convierten en otras. ¿Qué tanto modifican su ser los que cambian de religión? No lo sé. Porque cambiar de religión no es tan sencillo como el cambio de camisa o el cambio de auto. ¡No! Quien cambia de religión deja de creer en algo que creía y eso debe ser un impacto brutal. A veces, el único asidero que tenemos los seres humanos es la religión, cambiar de creencia significa que el asidero al que estábamos cogidos era endeble, o más allá, era engañoso. Mi papá no sólo fue practicante del catolicismo, él, igual que millones de padres en el mundo, me heredó su religión. Cuando alguien me pregunta mi religión contesto sin dudar: católico. Respeto mi religión, de vez en vez repito alguna oración que aprendí de niño, pero acudo muy poco a los templos católicos a la hora de la misa. Me gusta visitar los templos cuando están casi vacíos, a la hora que los rayos de sol iluminan los vitrales con luz ambarina. Pero, la religión católica tiene un preciso ideario respecto de la muerte. ¿Qué pasa cuando un católico muere? El catolicismo dice que se produce la separación del cuerpo y del alma, el cuerpo es enterrado y el alma va al cielo si el difunto se portó bien, o al infierno si el difunto se portó mal. Antes había un lugar intermedio: el purgatorio. Ahora, entiendo, ya eliminaron esa garita. Ahora es el cielo o el infierno. La religión hindú, por supuesto, tiene otra concepción de la vida y de la muerte. Nuestra vida es producto de la reencarnación de una vida pasada; la muerte es el proceso a través del cual el difunto reencarna en otra entidad. Se supone, me explica un amigo, que cuando uno llega al estadio superior del ser humano debe reencarnar en otro ser humano; es decir, el difunto no puede reencarnar en un animalito (un chuchito) o un animal grande (un toro o un elefante). El ser humano ya está en otro nivel. Mi papá, católico por los cuatro costados, coqueteaba con la idea de la reencarnación. Un día, sentados en un sofá de la sala, me contó que pensaba que, al morir, podía, en lugar de ir al cielo o al infierno, reencarnar en un gatito, que era su animal favorito, porque fue un animal que acompañó su niñez, en la bodega de la tienda de abarrotes del tío Víctor, donde laboraba, en San Cristóbal de Las Casas. Nada dije. La idea, aunque imposible, según la tradición hindú, era muy bella. Sí, un gatito estaba bien. Millones de personas creen en la reencarnación, así como millones de personas creen en el cielo y en el infierno, así como otros millones creen que con la muerte todo acaba. Soy católico, pero, igual que mi papá, coqueteo con otros conceptos ideológicos. Me encanta el pensamiento hindú. Este constante pasar de un cuerpo a otro concluye en el instante que el espíritu (así lo entiendo) logra tal perfección que se integra al “corpus” infinito, a la energía universal. Pensé en esto la otra tarde que recibí una foto que me envió María Alcázar Rico, una de las nietas de mi papá. La foto fue tomada en 1981. María, en compañía de otros hermanos, estuvo en diciembre de ese año en Comitán. Mi papá los atendió y los llevó al parque central, al Mirador y a templos católicos. En la fotografía aparece mi papá en una pequeña capilla católica, en un nicho está el Niñito Fundador, un santo muy querido en el pueblo. Mi papá jamás renunció a su religión. El día de su entierro (20 de febrero de 1990, día en que se celebra a otro santo consentido de Comitán: San Caralampio), hubo una misa en la capilla del panteón municipal. Ahí, amigos y familiares, pedimos a Dios que lo recibiera. Pero a veces, cuando voy al panteón a dejar flores en su tumba, pienso que ahí están los restos de su cuerpo. ¿Y su alma? Como fue un hombre bueno, le tocó pase directo al cielo, por supuesto; pero ¿y si la idea con que coqueteaba fuese una posibilidad y hubiese reencarnado en otra entidad? ¿Y, como era un hombre bueno, ya había pasado por todos los niveles? Esto último sugeriría que ya está integrado al gran magma universal, al río infinito de la energía.