lunes, 12 de octubre de 2020

CARTA A MARIANA, CON PREMIO INCLUIDO

Querida Mariana: ¡Tenemos premio! El Nobel de Literatura 2020 se lo concedieron a una poeta de Estados Unidos de Norteamérica. La lengua inglesa se vistió de frac la mañana del 8 de octubre, día que la Academia Sueca dio la noticia. A las seis en punto de la mañana, hora de Chiapas, el mensajero salió de una puerta, en Estocolmo, y dijo, palabras más, palabras menos (no sé sueco): “El Nobel de Literatura es para Louise Glück (lo pronunció como Glick, así sonó).” Como buen snob que soy, de inmediato busqué una muestra de su creación en Internet, porque nada había leído de ella. Como a millones de lectores en el mundo, Louise era una soberana desconocida para mí. Hallé un poema. Lo leí y, al final, concluí con un comentario bobo: No alcanza las “altas alturas”. Dirás que es una frase equivocada, que la redacción es incorrecta, pero expresa lo que siento de la poesía de la premiada en este año de la pandemia. A veces pienso en los poemas como papalotes, los veo volar por los altos cielos. Hay poemas papalote que se van al suelo, otros no alcanzan a despegar, otros se pierden en el infinito. Pocos son los que hacen las delicias de los niños en el campo a la hora que corren. Los verdaderos poemas son los que se sostienen en la altura, los que se funden en la esencia del aire. Los lectores corremos como niños en el campo, reímos, gritamos, movemos los brazos y nos alegramos al ver que el papalote ¡vuela!, se funde en el aire, es parte del aire. Iván Ibáñez me invitó a comentar el nombramiento de este año, en el noticiario radiofónico Noti-vos. Ahí comenté que las apuestas le atinaron en la predicción de que la premiada del año 2020 sería una mujer, pero la elegida no fue ninguna de las que aparecían en las listas de posibles. A mí me sorprendió leer en el periódico La Jornada un comentario de Manuel Borras, quien es el editor de la obra en español de Louise Glück. Dijo, ¡uf, qué declaración!, que los tirajes de sus libros no son los grandes tirajes y que tiene muchos en bodega. Luego que digerí la declaración pensé que sí, que era algo que no debía sorprenderme. El mundo de los lectores de poesía en el mundo es escaso, breve. Los lectores de poesía conforman un círculo reducido de privilegiados, porque disfrutar la poesía es un privilegio de la vida. Yo, lo sabés, soy un gran lector de narrativa. Me encanta leer novelas, biografías, cuentos y crónicas. Leo poesía, pero prefiero que la palabra me cuente una historia. En el noticiario de Iván dije que el 2020 ha sido un año terrible. Siempre se dice que la realidad supera a la ficción y el año de la pandemia ha confirmado tal idea. En el 2020 la realidad superó a la ficción con creces. Jamás imaginamos una realidad tan cruenta. Así pues, la Academia nos manda un guiño: leamos lo más preciado de la palabra: poesía, que la poesía sea como un bálsamo para el corazón. Para historias ya tenemos bastante con las que se están generando en todo el mundo. Lo que se está dando en las oficinas, en las bodegas, en los negocios, en los cuartos, sobre todo en el interior de las casas. Las historias que ahora mismo se están viviendo son, sin duda, el cimiento cruel de lo que aparecerá en los libros del futuro. Sí, también la poesía abrevará en esta realidad, pero la poesía no nos contará la historia desnuda, nos dará pétalos sugerentes que volarán por los cielos que, esperamos, vuelvan a ser limpios. Los millones de lectores de narrativa se sintieron frustrados. Hubo frustración también en los grandes grupos editoriales, porque las ventas de libros de narrativa no pueden compararse con las ventas de libros de poesías. Las editoriales apuestan por las grandes tiradas, por las grandes historias. De hecho, el editor en español de la poesía de Louise Glück es una pequeña editorial. Ahora, esta editorial sacará los libros que permanecían en bodega y, sin duda, hará reediciones, porque la poesía de Glück será buscada, será leída. Siempre bendigo el instante donde la Academia Sueca anuncia el nombre del más reciente Premio Nobel de Literatura, porque el mundo vuelve la mirada hacia el arte y eso es noticia plena. En medio de tanta noticia nefasta, llena de sangre, es acto noble recibir una noticia donde la palabra aparece limpia, como lavada en río intocado. Hice un ejercicio de comparación. Soy un snob bobo. La Academia Sueca privilegió la “austera belleza” de la escritura de Louise. Pensé, inevitablemente, en la poesía de otra premiada con el Nobel: la poeta polaca Szymborska, cuya poesía también puede definirse como de austera belleza, una poesía sencilla, pero sublime. Concluí que el papalote Szymborska es un papalote que vuela sin caerse. Posdata: Pero, bueno, el nombramiento de Louise puso en el candelero una vela que iluminó estos tiempos oscuros. ¡Qué bueno que exista el Nobel de Literatura! ¡Qué bueno que la palabra recupere su brillo! ¡Qué bueno que la poesía sea como una oración para recibir la vida! Leeré a Louise Glück y, por supuesto, a Wislawa Szymborska.