jueves, 8 de octubre de 2020
CARTA A MARIANA, CON UN DIVÁN EXCELSO
Querida Mariana: No sé vos, pero yo asocio al diván con la profesión de la sicóloga. En el diván se recuesta el paciente que necesita ayuda emocional; es decir, el ciento por ciento de seres humanos deberíamos recostarnos un rato en ese chunche genial. Los profesionales saben que al estar recostados podemos hallar un poco de sosiego. Es difícil estar parado o sentado o, de veras, ¡hincado!, para encontrar tranquilidad. Vos y yo y todo mundo hemos tenido la experiencia de botarnos en el césped en el campo a mirar el cielo. En esta imagen hay siglos de simbolismo. Buscamos la armonía en el cielo, no en el subsuelo, y para ver el cielo es preciso botarse en el césped o en una hamaca o en un diván. Una vez le dije a mi amiga Bertha, quien es sicóloga, por qué no llevaba el diván debajo de un árbol, al aire libre. Ella, traviesa, me dijo que sería lo ideal, pero cuando llueve sería como estar trepado en el Titanic.
Y te cuento esto, porque Dora Juanita Maldonado Castillo, quien es doctora en sicología, jugó el juego de Imaginá que te llamás y en el juego le dijimos que imaginara que se llamaba diván. Que la historia consigne que Dora Juanita es la primera persona de Guatemala que participa en este juego que convocamos desde Comitán, Chiapas, México. Gracias a este juego, y a nuestra propuesta editorial, México y Guatemala están unidos, fortaleciendo sus lazos culturales, de gran tradición. A Dora Juanita la invitamos a caminar sobre el puente fronterizo y llegar a tierras mexicanas y lo hizo con alegría. Acá está el obsequio que nos trajo.
A Dora Juanita le preguntamos: “Imaginá que te llamás diván, ¿cuál es la historia que más te gusta escuchar?” ¿Querés escuchar su respuesta? Acá está:
“Si yo fuera diván, la historia que me gustaría escuchar es, que todas las almas que se recostaron en el diván, fueran vaciadas de todo aquello que les producía lamento, quisiera escuchar que ese diván cobijó a pobres y a ricos; que ese diván fue el soporte para acrecentar la autoestima y acrecentar esa estima hacia el prójimo; también quisiera que ese diván fuera el mejor del mundo. ¿Saben por qué? Porque allí, en ese lugar, siendo diván, encontraron la respuesta a todos los cuestionamientos de la propia historia personal y que, además, se pudiera a través de ese diván descubrir la necesidad de perdonar, y no solamente ese perdón externo, sino el perdón hacia sí mismos. Sabemos que perdonar significa que debemos de soltar, que debemos de despegarnos, y luego de ello debemos de repartir, de dar ¡amor!”
Y, ya, encarrerados en el juego, le hicimos la segunda pregunta: Imaginá que te llamás diván, ¿cómo puede quitarse el relleno de borra y llenarlo con nubes frescas y limpias?
Dora Juanita Maldonado Castillo, doctora en sicología, chapina de hueso colorado, saludó al mundo y respondió:
“Al imaginarme que me llamo diván, me preguntaba cómo puedo quitar el relleno de borra y rellenarlo con nubes frescas y limpias. Creo que es importante reconocer tres aspectos: en primer lugar, identificar mis potencialidades y creer en mis capacidades para lograrlo; en segundo lugar, debo identificar también aquellas limitaciones para alcanzarlo; y tres, debo estar muy pero muy segura de que ese relleno de borra ya no está dentro del diván, sino que todo se ha vaciado de ese relleno para introducir esas nubes limpias y frescas y hagan, ¡y permitan!, que el diván tenga una condición en la que las personas que lo ocupen se sientan y vean desde otra perspectiva para abrazar la vida con mucha intensidad.”
Posdata: Ah, qué bonito juego jugó Dora Juanita. La bandera de Guatemala ondeó con gran dignidad. Mirá, en sus dos respuestas hay piedritas que son como compresas de luz para que tengamos sosiego en nuestras vidas. Hay que cambiar la borra y llenarlo con nubes frescas y limpias, Hay que vaciar, dice Dora Juanita, hay que hacerlo siguiendo sus recomendaciones. Botemos lo que es incómodo y abracemos la vida ¡con mucha intensidad!