sábado, 24 de octubre de 2020

CARTA A MARIANA, CON ORGULLOS COMITECOS

Querida Mariana: Hagamos un pacto. Eso propone Luis Ignacio Avendaño, el médico y autor musical comiteco. Un pacto. Luis Ignacio lo sugiere con una canción que me impactó. Sí, mi niña, vos sabés que soy exigente, que no me doy tan fácil. En nada soy experto, pero sí me precio de ser un tipo con buen gusto. Es, digamos, herencia natural. Y hace dos o tres días, Luis Ignacio me envió un video con una de sus más recientes canciones: “Tú me dices cuándo.” La amistad de Luis Ignacio es mi privilegio, privilegio de muchos años. No sé cuántos. Pero yo tengo en la memoria (que sabés que es endeble) un recuerdo imborrable. Mi abuelo materno (mi abuelo Enrique) falleció en Villa Constitución, Baja California. Murió en tierra muy distante. Cuando mi mamá recibió la ingrata noticia voló hasta allá, para despedir a su papá. Al regreso a Comitán, la mamá de Luis Ignacio, la maestra Vigi (que en paz descanse), llegó a la casa para darle el pésame a mi mamá. La maestra Vigi era comadre de mi mamá. Esa tarde llegó mi amigo Luis Ignacio. Nos pusimos a jugar futbolito en el patio trasero de la casa. Te estoy contando de un hecho que sucedió en 1969. Lo digo para que mirés que la cuerda de mi amistad con Luis Ignacio es muy larga y bella. ¡Pucha! 1969, yo tenía doce años. No me preguntés cuántos tenía Luis, es menor que yo, debía tener unos diez, meses más, meses menos. Éramos mirruñas. Crecimos, Luis se convirtió en un exitoso médico y, también, en un maravilloso músico. Le encanta la bohemia y a mí me encanta presenciar sus éxitos profesionales. Siempre, como lo hace con todos sus amigos, me comparte sus canciones más recientes. Todas me gustan, pero ahora, con esta canción de “Tú me dices cuándo”, me quedé absorto. Lo disfruté con emoción. Es una canción bellísima, por los arreglos, por las voces, por la letra. Pensé, al escucharla por segunda vez que escuchaba un prodigio de canción, con la medida exacta en todas sus partes. Y pensé que los comitecos nos merecemos brillar más allá de nuestro entorno. Pensé que esta canción de Luis Ignacio está a la altura de muchas de las más bellas canciones que han hecho la delicia de millones de melómanos en el mundo. Es una canción sencilla, con letra agradable, con música pegajosa; es decir, nació con buena estrella, con la estrella que ilumina el rostro de los grandes artistas que se escuchan en el mundo. Es una pena que mis letras no puedan trasmitir el sonido que Luis Ignacio logró. Las palabras no poseen la magia de la música que, por algo, ha sido nombrada como el lenguaje universal. Vos, yo y medio mundo no sabemos muchos idiomas, pero bien que movemos nuestros pies, nuestros brazos y nuestras cabezas cuando escuchamos una música agradable, que nos inyecta ánimo en el espíritu; ahí andamos moviendo el culo, bamboleándolo sabroso, cuando oímos una canción cantada en ruso o en tojolabal o en alemán o en japonés o en sueco. ¡Nada entendemos, pero gozamos igual! La música inspira, nos hace volar. Por eso, en este tiempo de pandemia, todo mundo escucha música, colocamos una corona de luz en nuestro corazón, para decirnos que el genio humano está por encima de la tragedia. Digo pues que retomo la propuesta de Luis Ignacio y propongo que hagamos un pacto. Un pacto que diga que, a partir de hoy, los comitecos no regatearemos la grandeza de los nuestros y que pensaremos en grande, que apoyaremos todos los éxitos de nuestros paisanos, los bulbuluquearemos y fortaleceremos para que vuelen por todos los cielos del mundo. Hablo de una de las canciones más recientes de Luis Ignacio, pero, de igual manera, sé que hay más creaciones comitecas que merecen estar en nichos más luminosos. En la disciplina artística o artesanal que me digás, ahí vamos a encontrar talentos comitecos, que merecen ser conocidos en otras partes. ¿Qué nos hace falta para llegar a los espacios donde el mundo reverencia el talento del mundo? Nos hace falta apoyo. En primer lugar, no podemos seguir regateando la grandeza de los creadores comitecos y, en segundo lugar, debemos pensar en grande. Cuando escuché la canción de Luis Ignacio, acompañado en las voces por Sonia Conde y Felipe Trujillo, y en el sax por Roberto Domínguez, pensé que si estuviera en Youtube, con un video fregón, de esos estilo Maluma, Ricky Martín o Luis Miguel, el mundo reconocería la calidad de la melcocha comiteca. Sí, mi niña bonita, la canción “Tú me dices cuándo” nada tiene que pedirle a las grandes canciones que millones y millones cantamos todos los días. El mundo tiene a Arjona, a Juanes, a Diego Torres y a cientos más. Estos compas han escrito canciones del nivel de la canción “Tú me dices cuándo”. ¿Mirás lo que digo? La comparación, por primera vez no coloca en el escalón principal a los otros, a los famosos, sino que coloco la canción comiteca como modelo. Tendrías que oír la canción para decir lo mismo que yo. Esta canción merece la gloria de ser escuchada por millones de personas en el mundo. Sí, que medio mundo reciba esa bocanada de luz que creó un comiteco, un sencillo pero genial comiteco. Y así, así con muchos. No quiero que nos confundamos. No podemos trepar al pódium a cualquier obra por ser de estas tierras. ¡No! Me refiero a que tengamos la capacidad de reconocer cuando una obra es de calidad y no le regateemos el mérito y la impulsemos. Sí, pensemos en grande. Que ese sea nuestro pacto. A partir de hoy. Veo cómo hay muchos comitecos que son inspiradores, que están en la misma sintonía; veo cómo buscan que Comitán tenga el reconocimiento que se merece. Sí, mi niña, comencemos a creer en nosotros, comencemos a apoyarnos. Cuando triunfe un comiteco impulsemos ese triunfo, hagamos que esa obra crezca. La letra de la canción de Luis Ignacio comienza diciendo lo siguiente: “Tú me dices cuándo subimos al cielo, damos vuelta al mundo, sólo imaginando; tú me dices, cuando tu alma esté tranquila, hacemos un pacto, sí.” Esto que transcribo, los músicos lo dicen con un sonido bien alegre, bien rítmico. ¿Mirás qué propone Luis Ignacio? Cuando estés tranquila me decís y hacemos un pacto, subimos al cielo y, con el poder de la imaginación, damos vuelta al mundo. ¡Ah, genial! El coro dice: “Hacemos un pacto, hacemos un pacto, sí.” Sí, hagamos un pacto. Reconozcamos el talento comiteco, lo impulsemos, pensemos en grande. Basta ya de que nuestras glorias solamente sean glorias locales. ¿Por qué Arjona y los demás artistas reconocidos en todo el mundo han triunfado a ese nivel? La obra no es la gran obra. Tal vez pensaron en grande, decidieron crecer, llegar a alturas altas (luego critican que yo diga alta altura, se les hace un pleonasmo, ¡no!, lo digo con toda la intención, hay diferentes alturas, la altura que se merecen nuestros creadores auténticos es la gran altura, la alta altura.) No sé. Mi amigo Luis Ignacio debería hacer que esta canción llegue a las grandes alturas. Lo merece, el mundo lo merece. Debería mandar a hacer un video súper profesional, como los que hace el gran artista mundial y difundirlo por todos lados. Que los millones y millones de escuchas tengan la oportunidad de maravillarse con el prodigio de un talento comiteco. A veces pienso que se nos va la vida en nuestro medio, en la bohemia local. Hace falta dar el siguiente paso. En cuestión literaria siempre se recomienda que los escritores hagan universal lo local; es decir, que su obra literaria cuente las historias de los pueblos donde nacieron, donde crecieron, donde viven, pero que lo hagan con tal calidad que esto pequeño se convierta en algo grandioso. Sí, hablemos de lo nuestro, nos sintamos orgullosos de nuestras raíces, de nuestras tradiciones, de la herencia cultural, y luego, como si fuera el Big Bang, mandemos esa energía a todo el mundo. Posdata: Perdón por excederme, querida mía. Pero escuché la canción de Luis Ignacio y pensé que bien podría estarse escuchando en las redes sociales y radios y televisiones de todo el mundo, y todos la disfrutarían como disfrutamos las canciones de Sergio Esquivel o Armando Manzanero. Comitán tiene mucho talento, sólo falta que todo el pueblo le entre al pacto: No podemos regatear el talento de los paisanos, no podemos ningunearlo, debemos apoyarlo ¡con todo! Debemos pensar en grande.