miércoles, 6 de enero de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN CIERRE DE CICLO

Querida Mariana: Jugamos durante todo el año 2020. Lo seguiremos haciendo, mientras la mano divina nos lo permita. Jugamos con la palabra y la imaginación. Jugamos, porque los seres humanos no sólo corremos y saltamos como los perritos y los gatitos, ¡no!, también tenemos la infinita posibilidad de jugar con la palabra, capacidad negada para los seres irracionales. Cuando jugamos con la palabra confirmamos la bendición del raciocinio. En el año 2020, ARENILLA Revista jugó con el Imaginá que te llamás. Muchos amigos y lectores de México y Guatemala aceptaron el juego, juego que compartimos con todos nuestros lectores. Para el 2021 tenemos más proyectos de juego para compartir. El ciclo del Imaginá que te llamás concluyó. Terminó como propuesta en las redes, pero, por supuesto, sigue por siempre, para siempre. Todo mundo puede jugarlo con sus amigos y con sus parejas, en cualquier instante. Es un juego maravilloso, es pretexto para jugar otros juegos. Sólo imaginá (digo que sólo lo imaginés) jugar el juego con tu novio. Imaginá que, en el corredor de tu casa, estás sentada a su lado y en un instante en que parece que el tema de conversación se terminó, vos te parás, te acuclillás frente a él, lo mirás a sus ojos y le decís: Imaginá que te llamás mano, ¿por cuáles veredas caminarías en el pueblo de mi cuerpo? ¡No, no! Tu novio no se la acabará, de inmediato mirarás que sus ojitos toman un brillo como de pan salido del horno y verás que su mente comienza a elaborar pensamientos bellos, que su boca los va expresando con palabras sublimes. Sí, el juego es infinito. Nosotros jugamos con algunos conceptos, pero las posibilidades son racimos de uvas en los viñedos del pensamiento. ARENILLA-Revista agradece a todos los amigos que jugaron el juego, su participación hizo más tenue la cuerda gruesa del 2020. Cerramos el ciclo y lo hicimos con un broche de oro. Nuestra cantante comiteca, Cothy Soto, fue la encargada de cerrar esa puerta. Pronto abriremos otra puerta, otras ventanas, para nuestros lectores, para compartir luz con el mundo. A Cothy, en su primera pregunta, le dijimos: Imaginá que te llamás canto, ¿en qué árbol te trepás para que te escuche todo mundo? Cothy, siempre digna, altiva, respondió: “En un árbol muy alto, muy fuerte y frondoso: un roble; para que un sinfín de cenzontles, jilgueros y gorriones canten conmigo: “Comitán, Comitán de las flores, donde están mis amores, donde quieren de verdad…”, (y esta letra, como tenía que ser, la cantó. Luego siguió con su respuesta hablada): para hacer realidad el poema de Rosario Castellanos, donde incluí un verso y yo lo completé, para que todo mundo, se entere de que yo estoy cantando y que todo mundo, también, se sienta que pinta de arco iris su vida. El verso dice así: “en las alas del viento, mis canciones van volando, árbol de muchos pájaros, las fronteras derribando…” Cothy proviene de “un árbol de muchos pájaros”, pájaros artistas. Su papá fue un destacado músico y ella, desde niña, soñó con ser una gran cantante. En la actualidad no sólo canta, también comparte su conocimiento musical con niños, pues es maestra de guitarra en el Centro Cultural Rosario Castellanos. La última pregunta fue: Imaginá que te llamás canto, ¿en qué pared te topás y se cancela tu sonido? De manera inmediata, Cothy respondió: “En la invisible pared de la envidia, porque no hay nada más peligroso que ser feliz delante de un envidioso; pero a mí ¡nadie me detiene! Yo siempre cantaré para el mundo y para que todas las generaciones, que sigan después de mí, sepan que he dejado una huella indeleble en mi paso por la vida. Muchas gracias.” Así se despidió Cothy, diciendo muchas gracias. Nosotros hacemos lo mismo. Muchas gracias a todos los amigos que aceptaron nuestra invitación; muchas gracias a los lectores, que vieron y escucharon este juego de imaginación. Posdata: Sí, dijimos que el juego acepta todo. ¿Se vale imaginar que nos llamamos universo? ¡Sí! También se vale imaginar que nos llamamos vacío o que nos llamamos pluma. Sí, también podemos jugar con terrenos resbalosos e imaginar que nos llamamos condón o tutís. ¿Qué preguntas harías si le decís a tu novio que imagine que se llama tutís, que es tutís? ¡Ya, ya! Tenés razón, ya no le rasco más, ahí la dejo. No se vaya a enojar. Paz y amor, como decíamos los chavos setenteros.