miércoles, 27 de enero de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN RECUENTO DE ENERO DE 2020

Querida Mariana: ¿y cómo fue mi inicio de año 2020? Los que tenemos una pasión podemos hacer el recuento de nuestra vida a través de esas obsesiones. ¡Es una exageración lo que digo!, pero lo que leo me define en mucho. A la lectura le dedico mucho tiempo de mi vida, lo mismo que a la escritura, al dibujo, a la pintura y a ver cine. Hallé una especie de recuento de mis lecturas de enero de 2020. En ese mes aún no teníamos el desasosiego de la pandemia. Vivíamos como habíamos vivido los años anteriores. No sabíamos que esa libertad de movimiento se iba a cancelar o, cuando menos, a limitar. En este enero, ya lo dije he estado con Cortázar, con Faulkner, con Bashevis y con Williams. Nadie sabe qué sucederá al minuto que sigue del presente. Todo en esta vida es incierto. Caminamos sobre terrenos untados con mantequilla, en medio de pantanos. Por eso, ahora que hallé este recuento de lo que hice en enero, pensé en compartirlo con vos, para decir, al estilo de Pablo Neruda, que hemos vivido. Va copia de esta especie de diario: ENERO 2020 • Comencé el año con un final, el final de “Los errantes”, de Olga Torkaczuk, Premio Nobel 2018. Fue un buen inicio de un gran final. Libro con calificación de 9. 6, que no sube a diez, pero que tiene muchos motivos de reflexión. Olga es una gran narradora. Ya leí de ella su novela “Sobre los huesos de los muertos”. • Hallé el libro “Kafka en la orilla”, de Murakami. Libro que he comenzado tres veces y que, por alguna razón, he dejado pendiente. Una de las razones fue que, al hacer un viaje en autobús, a San Cristóbal, lo dejé olvidado. Volví a comprarlo. El libro no me desagrada. Ahora, como si viajara en tren, leo y suspendo a la hora de bajar a la estación de paso. La ventaja es que ahora vuelvo a hallar el libro en el asiento. • Le di una vuelta rápida a la novela “La carreta”, de B. Traven, como si lo escaneara con la vista. Angelo Antonioni me comentó que Traven, en esta novela, escribe acerca del festejo de San Caralampio. No sabía. En efecto. Traven escribe de la feria de San Caralampio. Llama mi atención que comenta que, como parte del rebumbio, llegan mujeres, con sus madres o con sus celestinas, para ofrecer sus cuerpos. Traven escribió este pasaje mucho antes que Rosario Castellanos publicara Balún-Canán. Todo parece indicar que Traven estuvo en Comitán y presenció dicho festejo. • Escaneé el libro homenaje que Coneculta-Chiapas dedica a Vicente Kramsky. El libro me lo obsequiaron en Tuxtla, donde acudí el día que inauguraron la exposición de fotos que contiene el catálogo. Escribiré una Arenilla, comentando una de las fotografías de Comitán que contiene el libro. • Leí “Fluye el Sena”, de Fred Vargas. Tres historias policiacas. Libro con tramas flojas, pero con buena descripción de ambientes y, sobre todo, con personajes extraños que se vuelven interesantes. ¿De siete? • Continúo con la lectura de “Kafka en la orilla”. Pienso (lo he pensado desde que agarré el libro por primera vez) que no es una gran novela, pero que está por encima de la medianía. • Leo el libro del periodista Sergio Sarmiento, que se titula: “La palabra y los escritores”, donde publica entrevistas con escritores que acudieron a su programa televisivo. Ya leí entrevista con Héctor Aguilar Camín y con Margareth Atwood. • En la entrevista a Roberto Calasso, éste dice que hay un escritor de la pléyade que es popular en muchos países del mundo; es decir, lo inteligente no está reñido con el gusto del vulgo. Este escritor es Simenon. No he leído algo de él. Buscaré sus libros. • Compré dos libros de Simenon, uno de Manuel Vilas (Alegría) y una novelita de David Martín del Campo (La niña Frida) a quien conocí en Campeche. En ese encuentro también conocí a Fabio Morábito. • Terminé el libro de Martín del Campo. Tiene un capítulo muy literario, donde la niña presenta un monólogo, creyéndose Frida Kahlo. Bien. La novelita es de 7.9. • Empiezo a leer “Los vecinos de enfrente”, de Georges Simenon. Bien. Buen narrador. Lo venden como uno de los grandes escritores del siglo XX. Sí, bien. • Terminé de leer “Los vecinos de enfrente”. Ocho punto seis. Baja en un momento, se convierte en un guion de telenovela, pero lo demás es muy bueno. Describe estados de ánimo y entornos con gran calidad. • Comienzo a leer “La casa del canal”, del mismo Simenon. • Continúo con la lectura de “Kafka en la orilla”. Murakami no tiene el genio de los grandes. • Leí la mitad de “Alegría”, de Manuel Vilas. Más o menos. • Leo “El péndulo de Foucault”, de Umberto Eco. Poco a poco, porque él, a diferencia de Murakami, sí posee el genio. Es buena novela. Posdata: Que Dios permita más siglos de lectura, más toneladas de palabras bien engarzadas, más líneas para dibujar universos armoniosos, más plastas de mil colores para untar en telas, más carretadas de películas de festival. Que Dios permita la vida, para celebrar ¡la vida!