viernes, 24 de septiembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON UNA FOTOGRAFÍA HISTÓRICA (parte última, de 2)

Querida Mariana: todos los muchachos que acá aparecen tienen más de sesenta años de edad. Han vivido múltiples experiencias a lo largo de su vida. Una de ellas fue lo que dije en mi carta anterior, fueron los muchachos que cursaron el segundo grado de preparatoria en el edificio donde ahora está el Centro Cultural Rosario Castellanos y el tercer grado en el nuevo edificio, donde ahora está la Preparatoria Comitán. ¿Cuál es el recuerdo que tienen de ese cambio trascendental? Ellos estrenaron la escuela y abandonaron, para siempre, las aulas anteriores. Comencemos con el testimonio de Roxy, quien actualmente radica en Tuxtla Gutiérrez, es médica. ¿Qué ganó? Tuvo una grata impresión con los sanitarios, por fin, las chicas tenían sanitarios limpios, cómodos, iluminados. No quiero pensar cómo eran los del viejo edificio. Otra cosa que le gustó mucho del nuevo edificio fue el laboratorio de química. Roxy me dijo que el laboratorio del viejo edificio “era un cuarto oscuro, con gradas como el de la matiné del Cine Comitán, y sólo el maestro tomaba y experimentaba con los reactivos y matraces y tubos de ensayo. En la nueva escuela tuvimos mesas para cada grupo y ya logramos tener material para hacer los experimentos”. Dentro de lo positivo, Roxy recuerda que, como estaban ya lejos de los agentes de la CIA del centro, a veces se subían a un carro y, en el receso, iban a La Trinitaria a comprar caramelos. Asimismo, recuerda los espacios amplios, un terreno donde platicaban y descansaban tirados en el campito. Dentro de las pérdidas extrañaba la alegría del parque central, porque cuando hicieron el cambio sólo había tres o cuatro edificios, a veces daba la idea de algo deshabitado. Extrañaba los taquitos que compraba en el centro y las idas a la cafetería del Nevelandia. En el año que se pasaron a la nueva escuela no había cafetería, una señora improvisaba un puestecito donde vendía lo elemental para saciar el antojo. Ella vivía en el barrio de San Sebastián, siempre caminó hacia el centro y siguió haciéndolo a la nueva escuela, pero el trayecto al edificio reciente era un poco más monótono. ¿Y Eva qué recuerda? Ella radica en Guadalajara, tiene una inmobiliaria; ella piensa que tuvo más pérdidas que ganancias. En primer lugar, lo de la distancia. Ella vivía a dos cuadras del parque central, por lo que le bastaba una carrerita para llegar a la escuela. En el edificio nuevo tuvo que levantarse más temprano y buscar transporte para llegar. Pero, piensa que la pérdida mayor fue llegar a un edificio sin pasado, sin prestigio, sin recuerdos. Sólo estuvo un año en el nuevo edificio, tiempo insuficiente para crear recuerdos importantes. Dice que sus recuerdos geniales están en el edificio donde ahora está el Centro Cultural, cuando se pasó al nuevo edificio le pareció que era un edificio feo, a pesar de que era nuevo. Ella era feliz recargada en la barda del viejo edificio, al estar en primera fila del chisme de Comitán, del corazón de la ciudad. Cuando se pasaron al nuevo edificio dice que había espacios que aún no estaban terminados, si llovía se hacían grandes lodazales, debían permanecer, como pollos, en los pasillos. El campo era grande, pero lleno de lodo. Dice que lo mejor fue estar lejos del escrutinio de los papás, se iban de pinta a los Lagos de Montebello a tomar café con hojuelas, con queso y miel. Las pintas, recuerda, fueron lo mejor de ese año. Posdata: Roxy contó una anécdota de ese nuevo edificio. La maestra de inglés, maestra Bertha de Domínguez, viajaba en un auto pequeño, de marca Renault, que estacionaba en la entrada. Un grupo de muchachos se puso de acuerdo e hizo la travesura: entre todos, a la una, a las dos, a las tres, levantaron el carrito y lo llevaron hasta el campo de fútbol que estaba enfrente. Cuando la maestra salió estuvo a punto del desmayo al no encontrar su auto, hasta que uno de los maldosos le preguntó si no era aquel carrito que se miraba a lo lejos. Todo cambio genera molestias y satisfacciones. Estos muchachos vivieron el cambio más importante del siglo, dejaron el centro y se fueron a la periferia. Hoy, la periferia ya no es tal. Todo está más cerca, todo ha cambiado.