lunes, 27 de septiembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON UNA FOTOGRAFÍA SENSACIONAL

Querida Mariana: es difícil decir cuál de las fotos antiguas publicadas en este año es la mejor, pero esta fotografía que compartió Gloria Ruiz Albores es una verdadera joya. Si hubiese tal concurso, ésta andaría disputando el primer lugar. A la hora que la vi pensé: ¡Maravillosos tiempos! Maravillosos tiempos, los de entonces y los de ahora. Esta fotografía fue tomada el 20 de julio de 1956. En el reverso de la fotografía aparece la siguiente leyenda, con una bella letra manuscrita: “Fotografía en el día que se develó la placa conmemorativa en la Iglesia Parroquial de Santo Domingo y conmemoraron los 400 años de su construcción que fue en el año de 1556 a 1956”. Esta nota fue escrita por don Carlitos Ruiz Castellanos, papá de Gloria. Don Carlitos aparece sentado, en la segunda fila, justo detrás del obispo de Chiapas: Lucio Torreblanca. El obispo está en primera fila, flanqueado por un fraile y el licenciado Javier Aguilar Torres, quien era el presidente municipal de Comitán en ese momento. ¿Sobrevive alguien de los personajes que están en la primera fila? Es difícil. En un rápido escaneo vemos que todos han fallecido. Pero, a partir de la segunda fila hacia atrás, sí hay muchas personas que, gracias a Dios, viven y podrían dar su testimonio para completar el rompecabezas de nuestra identidad. Recordá, querida niña, que, actualmente, el 20 de julio de cada año se celebra el Día de la Identidad Comiteca, tal festejo está vinculado con esta conmemoración. Digo acto grandioso, porque basta ver la multitud para entender la manifestación de júbilo del pueblo comiteco, en el año de 1956. Hay personas mayores, pero hay muchos jóvenes. Los organizadores dispusieron cinco filas de sillas para invitados especiales, pero después de la última fila hay una aglomeración maravillosa de gente que permaneció parada. Como dicen los clásicos: “no cabe un alfiler”. Digo que la historia de nuestro Comitán precisa de testimonios de todos los participantes, de los asistentes. ¿Ya miraste que entre el obispo de Chiapas y el presidente municipal de Comitán hay una carita sonriente? Es la de un niño que debe estar sentado en piernas de un adulto. La fotografía tiene 65 años. ¿Qué edad tenía ese niño? Ahora, primero Dios, debe acercarse a su cumpleaños setenta. Él podría contar algunos gajos de su recuerdo. Los asistentes están sentados frente a la portada del templo. En 1956 aún permanecía la manzana que fue derruida. Acá se ve la casa de la esquina, con sus puertas, ventanas y balcones. En el extremo superior derecho se ve un grupo de personas presenciando el acto desde su balcón (palco preferente). Ese balcón aún existe en la casa de doña Raque Albores de Villatoro. El licenciado Héctor Flores, en el semanario del Sitio de Chiapas, que dirige el cronista Alejandro Hiram Morales Torres, publicó un ensayo donde dice que Comitán es uno de los pueblos mejor vestidos de Chiapas. Acá queda constancia de ello. Don Carlitos, igual que los asistentes de las primeras filas, viste traje, camisa blanca y corbata oscura. Lo mismo sucede con las damas, visten sus mejores prendas. ¿Cuánta gente asistió a los actos de celebración del Cuarto Centenario del Inicio de la Evangelización en estas tierras? Cientos, miles. La capacidad de convocatoria del padre Carlos J. Mandujano era excepcional. En el extremo derecho de la fotografía alcanzo a ver un podio. ¿Estoy bien? Sin duda que ahí participaron los oradores. La historia recuerda la excelencia del discurso que brindó el doctor Rubén Alfonzo. Posdata: digo que cuando vi la fotografía que compartió Gloria Ruiz Albores pensé: ¡Maravillosos tiempos! Los de los años cincuenta y los de este siglo. Ahora, con la pandemia, extrañamos estas manifestaciones multitudinarias donde todo mundo estaba al lado de los otros, sin restricciones, gozando el aire de Comitán en total libertad. Pero, de igual manera, ahora, con la tecnología actual, y a pesar de las limitaciones de movimiento, podemos compartir y gozar estos hilos de nostalgia con todo el mundo. Ahora, el mundo digital permite replicar esta imagen de un tiempo analógico, replicarlo a todo el mundo. Qué fotografía tan bella, qué documento tan excelso. En los años sesenta yo gocé esta calle, que era como atrio del templo; en tardes de diciembre cerraban la calle y organizaban posadas. Los niños que asistíamos a la doctrina cambiábamos los boletitos en las mesas donde había tamalitos, panes, gelatinas y refresco de temperante. Recuerdo con emoción los juegos de encostalados, de comal tiznado y la algarabía a la hora que alguien, con un palo, le abría la panza a la piñata. Todos los niños se aventaban para abrazar la fruta y los dulces. ¡Benditos tiempos, aquellos y estos!