viernes, 21 de octubre de 2022

CARTA A MARIANA, CON EL CIELO EN LA TIERRA

Querida Mariana: esta fotografía me encanta. Sí, ella es Cielo, compañera de trabajo de la revista Arenilla. Cielo (Cielito, le decimos de cariño) se encarga del Contenido digital, pero también es imagen de nuestra empresa, la cara bonita pues. Acá se paró en esta maravillosa puerta casi transparente, levantó los brazos y señaló hacia el letrero. No le cuesta señalar el cielo, no le cuesta mirar el cielo, no le cuesta, porque ella, igual que todas las chicas que así se llaman, sabe que es cielo en la tierra, y esto no es poca cosa. De todas las bondades de la naturaleza, el cielo es uno de los elegidos para nombrar a chicas. No he conocido todavía a una niña que se llame Tierra, sí conozco a varias chicas que se llaman Mar, mi amiga Mar Pérez, destacada escritora, anda con sus oleajes humedeciendo muchas tierras de Jalisco. También conozco a varias chicas que se llaman Estrella, pero no he conocido a ninguna que se llame Piedra. No conozco a alguna que se llame Tenocté, aunque sí hay. Claro. Este nombre deberíamos popularizarlo más en nuestra tierra, porque es un nombre bello y simboliza esencia divina. De la naturaleza, los seres humanos elegimos nombres de flores para nombrar a chicas. Conozco a una Azucena, a varias Margaritas, muchas Rosas, una Alhelí. En el terreno de la caricatura existe una Petunia, nombre de una flor que mi mamá tuvo en la casa de Puebla. ¿Conocés a alguien que se llame Orquídea? Fijate que no he tenido el gusto, pero debe haber, porque, de igual manera, es un nombre bello. Cielito se sabe parte importante del universo, tocaya de esa maravillosa burbuja universal, porque, lo sabemos, o cuando menos lo intuimos, el cielo es infinito. Si hacemos caso a la ciencia el cielo está en constante expansión, globo maravilloso que no termina de respirar. La ciencia también explica que este hálito terminará un día, pero para que llegue ese día faltan millones y millones de años. Ya no lo veré, por eso no me preocupa. Cielito levantó los brazos y señaló hacia el letrero, como advirtiendo que no sólo veamos hacia abajo o hacia el horizonte, de vez en vez es bueno mirar hacia donde está su tocayo: el cielo. La burbuja infinita es un espacio masculino; ella (¡qué bueno!) es esencia femenina. Los seres humanos decimos: ¡mirá el cielo!, pero cuando ella pasa frente a nosotros decimos: ¡mirá, la Cielo! Esta transmutación de géneros es proverbial. Ella y su esposo deben saber si Cielo terrenal tiene estrellas y galaxias, si la Vía Láctea es también parte de su universo. ¿Ya reconociste en qué espacio de la tierra está Cielo? Sí, está en Casa Rosario, espacio generoso que se anuncia como un Bazar de Arte, ah, genial. Malena Jiménez, creadora de este bazar, dice que acá conviven muchas marcas, venden productos orgánicos, de belleza, salud y bienestar. ¡Pucha, mirás qué oferta tan atractiva! En estos tiempos es necesario conocer productos orgánicos que nos ayuden a vivir en armonía. Y si digo en armonía te pido por favor que dejés de mirar a nuestra modelo y hagás caso a su sugerencia: mirá hacia arriba y leé el letrero: Nanishaw, galería de arte. Sí, querida mía, vos sabés que Malena es una destacada promotora del arte en nuestro pueblo. En Casa Rosario, bazar de arte, destinó un espacio para ofrecer obra artística, escultura, pintura y dibujo, de destacados artistas locales, nacionales e internacionales. Vos y yo sabemos, lo hemos dicho siempre, que los seres humanos no acostumbramos a ver el cielo, por eso nuestra Cielo nos invita a ver hacia arriba, a acercarnos a la galería, apreciar obra artística y adquirirla. Una obra de arte tiene una relación directa con lo más sublime del universo. Nosotros, en revista Arenilla, tenemos a nuestro Cielo en la tierra; quienes compran arte también poseen la misma gracia. Posdata: Malena ha sido una constante promotora cultural, no ceja en su intento de bajar el cielo a la tierra. Casa Rosario es un espacio muy digno, muy bello, por eso nuestra Cielito se sintió como si estuviese abrazada por su tocayo infinito. ¡Tzatz Comitán!