lunes, 24 de octubre de 2022

CARTA A MARIANA, CON UNA FOTOGRAFÍA DE 1994

Querida Mariana: paso copia de fotografía, cuya copia me la pasaron dos queridos y admirados escritores: Héctor Cortés Mandujano y Socorrito Trejo. La foto fue tomada en 1994, con una cámara análogica, cuando los celulares no aparecían ni en sueños. Por eso, estas fotografías son excepcionales, registros únicos de momentos sublimes. Héctor me dijo que Socorrito le había enviado la foto, porque ahí está él. ¿Ya lo viste? Es el primero que está en la izquierda, con una camisa de manga larga, de tono rojo quemado, casi al lado del florero. Cuando se descubrió hizo, sin duda, lo mismo que yo: buscar caras conocidas y me reconoció. Me la envió por WhatsApp. Jamás imaginamos en ese instante esta posibilidad de comunicación instantánea. Ese mismo día, más tarde, recibí la misma fotografía, enviada por Socorrito, porque también me encontró y, generosa, pensó que debía tenerla en mi archivo. Héctor dijo: “te la mando para que hagas tu ceremonia de la magdalena en el té…”, en alusión a “En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust. Recordá que el narrador moja una magdalena en el té y de inmediato recuerda un pasaje de infancia. A cada rato las personas nos dicen que un aroma o un objeto los remite a momentos vividos. Héctor tuvo razón, vi la fotografía y me trasladé a ese tiempo. Cuando estábamos en este espacio vos eras una criatura pequeña; vos estabas en brazos de tu mamá, tomando teta, en Comitán, mientras yo andaba en Tuxtla. ¿Qué espacio es este? Socorrito me dijo que es la Sala de Exposiciones del Instituto Chiapaneco de Cultura, que, en la rectoría del doctor Andrés Fábregas Puig, fue una institución que dio luces a esta tierra pródiga. Socorrito, siempre ordenada en sus archivos personales, comentó que la fotografía fue tomada en septiembre de 1994, en un Encuentro de Mujeres Escritoras, que se realizó en homenaje a la poeta Carmen Alardín. Y entonces, como previó Héctor, el viaje a esa burbuja fue en automático. Sí. Recordé que un año antes estuve sentado al lado de Carmen en una mesa de lectura. En esa ocasión fungí como moderador (también era encuentro de mujeres escritoras, ¡mujeres!, Socorrito me incluyó como moderador). Carmen ya falleció, la recuerdo con cabello corto y de recia personalidad. Cuando leyó poemas de su autoría lo hizo con gran autoridad, remarcando los tonos álgidos. A mí me sedujo en ese instante, estaba a su lado, sentía como si el oleaje de su palabra besara mi playa para dejar una huella indeleble. Pero, hubo un antes de ese momento. Al principio había leído Marissa Trejo (hermana de Socorrito). Marissa y yo éramos, en esos días, compañeros de la carrera de Literatura Hispanoamericana, en la Facultad de Humanidades, de la gloriosa UNACH. Mientras Marissa leía, Carmen me preguntó quién seguía en el orden de lectura, digo que estábamos sentados al lado, le enseñé el papel que me habían entregado, la poeta veracruzana Silvia Tomasa Rivera echó un ojo al papel y vio que era la poeta que seguía en el orden. Olvidando que estábamos bajo el escrutinio de la audiencia y brincó, brincó como pez espada en el mar, y dijo que no, que no estaba de acuerdo que Carmen cerrara el acto (siempre cierra el personaje más relevante). Carmen se opuso a ceder su espacio, comenzó una ligera pero acalorada discusión en voz baja, bajísima. Yo era quien debía poner orden, antes de intervenir, Carmen propuso un “volado”, de inmediato saqué una moneda, la cubrí en mis manos (todo esto debajo de la mesa) y pedí a la inconforme Silvia que pidiera sol o águila. Silvia perdió, el orden quedó tal como estaba preestablecido, Carmen sonrió, Silvia aceptó. Al final de la lectura, Silvia se acercó a Carmen y la felicitó por su poesía. ¡Sí! Su lectura había sido soberbia, en su sentido más amplio. Posdata: ¿ya me encontraste en la fotografía? Ah, es súper sencillo. Mirá con atención, estamos en Tuxtla, todo mundo viste con ropa fresca, ¿quién es el tipo que porta una chamarra? Socorrito dijo que estoy detrás de la poeta Elda Pérez Guzmán y al lado del pintor David Rodríguez Patiño (quien ya falleció). Elda era integrante del Taller de Poesía que coordinaba el enormísimo poeta Óscar Oliva. Los integrantes de ese Taller sesionaban en el Edificio Maciel. Gracias a mis queridos y admirados amigos Héctor y Socorrito me llegó esta magdalena, que ahora comparto con vos, para ir en busca del tiempo ganado. La chica del vestido negro ¿es la poeta Clarita Guillén? Sí, debe ser ella. ¡Tzatz Comitán!