lunes, 6 de noviembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON COLORES Y AROMAS

Querida Mariana: esta fotografía es actual. Fui al mercado y la tomé. Si no fuera por el plástico la fotografía podría ser de mediados del siglo XIX, porque nada ha cambiado en los mercados tradicionales. Hay puestos en el mercado de Comitán que son atendidos por nietas de las abuelas fundadoras. Lo que acá se ve se produce en los huertos familiares. ¡No! ¡Mentira! Esa frutita redonda, peludita, de color rojo (Sandra dice que tiene horma de los coyoles de su tío Andrés. Andá a saber cómo está tan segura). El rambután no existía en esta región en aquel tiempo. Es un producto novedoso. En el Internet está la explicación: es una fruta originaria de Indonesia, que llegó a México en los años sesenta. Pucha. Y como todas las cosas, a Comitán llegó mucho, mucho después. Ahora es un fruto común. El aguacate, los limones, las papas, el frijol, las zanahorias sí han estado expuestos en los mercados públicos desde hace años. “¿A cómo el limón, marchanta?” A tanto. En nuestro Comitán no se acostumbra poner letreros como sí es costumbre en la Ciudad de México. Hay letreros en cada producto con el precio y algunos con frases ingeniosas. Recuerdo que en una ocasión (siendo estudiante de la UNAM) leí un letrero con fondo blanco y letras rojas: “Si me magullas, no te enojes que haga lo mismo con tu trasero”, eso estaba en el cajón de los aguacates. Ahora pensé en el apartado del rambután, si Sandra dice lo que dice también se podría emplear para un simpático albur. Como a medio mundo me encantan los mercados públicos, están llenos de aromas y colores. Hay personas fifís que disfrutan más los supermercados, por la limpieza y porque hay muchos otros productos. De hecho, la mercadotecnia indica que los vegetales, carnes, frutas y demás productos de la canasta básica los colocan al fondo, para que los compradores reciban el estímulo de camisas, blusas, peluches y demás chunches. Los expertos conocen los comportamientos de los compradores, que, de manera impulsiva, toman un chocolate, un brasier. Nunca pensaron en adquirir estos productos, pero al verlos asomó la necesidad. Los mercadólogos son unos genios para vender. En los mercados, Doña Rosita y Don Manuel se especializan en determinados productos. Los comerciantes más jóvenes sí emplean estrategias mercadológicas y en el puesto de frutas venden algunos chunches que pueden llamar la atención, con ello incrementan sus ingresos. En temporada de navidad, Don Alfredo coloca al lado de los jitomates y de los chiles siete caldos carritos de juguete y unas tres cajas de juegos de luces para el arbolito. Bien buscado, en un mercado público hallás todo lo que encontrás en un Supermercado. ¡No! Otra vez miento y debo recular. En los mercados comitecos no encuentro pantallas led, no encuentro celulares iphone 15 y no encuentro aceite de oliva ni salmón o caviar. ¡No! Estos productos sólo están en las grandes cadenas de abarrotes. Pero, digo yo, quién, en Comitán, le entra al caviar cuando tenemos tzisim; quién busca salmón cuando tenemos riquísimas mojarras que se preparan empapeladas en un asador al lado de una alberca en Uninajab. Hay gente que le encanta ir a los supermercados, toman un carrito y se desplazan gustosos al ritmo de la música ambiental. Como todo mundo voy a estos negocios. Voy a comprar el aceite de oliva que no encuentro en el mercado primero de mayo o en el mercado de los productores. Debo confesar que sin ser pueblo, pueblo, porque crecí en un ambiente donde me sentía príncipe, me gusta más el ambiente del mercado público, disfruto mucho todo el hablado que ahí se da, los dichos, la cercanía de las mercaderas, el trato afectuoso. Ya dije el otro día, niña amada, que me gusta el trato, no suena igual el Don que me aplica la cajera del supermercado que el Don que me dice la muchacha del mercado público. Lo otro se me hace como este rollo de bolsas de plástico que acá se ve; en cambio, en el mercado todo me suena como la bolsa de papel o el pedacito de estraza. Si le mostrás la foto a tu abuelita ella no encontrará mucha diferencia con el puesto que había en los años setenta en el mercado primero de mayo. Sólo el rambután y el plástico. Posdata: acá están los ingredientes para una sabrosa comidita, una limonada sin azúcar, unas papas al vapor, frijolitos de la olla y un buen aguacate (con gotas de aceite de oliva). Acudo a todos los lugares públicos, pero me gustan más los parques que las plazas. ¡Tzatz Comitán!