lunes, 20 de noviembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN CIELO AZULÍSIMO

Querida Mariana: ¿cuál es el verdadero color del cielo? Todo es un misterio. Nosotros lo vemos azul, pero los expertos dicen que tiene otro color, o, en realidad, que no tiene color, es transparente. Cuando fui niño estudiante de la Matías de Córdova, el 20 de noviembre me vestía con el uniforme blanco, polainas verdes, botas negras, casco con hojas de laurel, espada de madera y desfilaba al lado de mis compañeros en las calles del centro del pueblo, bajo la dirección del querido maestro Víctor Manuel Aranda León, quien iba con un megáfono (lo recuerdo de color blanco y rojo, tal vez mi memoria me hace travesuras, como siempre. Mi memoria es mi más fiel amiga, porque juega conmigo a las escondidas). El maestro Víctor se colocaba el megáfono frente a su boca y nos daba las indicaciones, a veces decía: uno, dos, uno, dos. Nosotros sabíamos que el uno correspondía al pie izquierdo y el dos al pie derecho y ahí íbamos, como robots, braceando muy seriecitos. ¡Saludar!, decía y nosotros sacábamos la espada del cinto, hacíamos un movimiento de arcoíris en el aire y presentábamos el arma ante el balcón principal de la presidencia municipal y las autoridades aplaudían y nosotros nos sentíamos orgullosos. ¡No!, mentira. El 20 no era un desfile “militar”, el 20, día de la Revolución Mexicana era un desfile deportivo. ¡Dios mío! Qué formas tan contradictorias teníamos de conmemorar los actos históricos. El inicio de la Revolución Mexicana lo conmemorábamos con un desfile “deportivo”. Ahora sí, que como dice el personaje de Eugenio Derbez: ¡que alguien me explique! Un día escuché que alguien mencionó que es un desfile deportivo porque se desea enviar un mensaje de paz. ¿Mensaje de paz? La Revolución Mexicana provocó cientos de muertes. El mensaje fue: el cambio social y político sólo se logrará a través de un movimiento armado. Los niños de la Matías de Córdova abandonábamos el uniforme donde aparecíamos como soldados y vestíamos un pantalón blanco y una camiseta sin mangas (los gorditos no nos veíamos bien y los que, de por sí, somos friolentos sufríamos lo indecible). Días antes del desfile ensayábamos “pirámides humanas”. Cinco muchachos, de pie, soportaban a tres que se subían sobre sus hombros, y, al final, uno, el más delgado y pequeño se subía hasta lo más alto de la pirámide y levantaba los brazos, como si hubiese escalado el Monte Everest. Estas demostraciones se hacían frente al palacio municipal y las autoridades y la audiencia aplaudían con emoción. ¿Yo? Yo era el encargado de llevar un maletín de hoja de lata que llevaba vendas, un frasco de mertiolate y una botella de alcohol. Era mi misión, porque siempre he estado negado para el mínimo ejercicio físico. Pienso que si me hubiese tocado participar en la Revolución Mexicana mi misión habría sido la de llevar agua a los combatientes, siempre y cuando comprobara que las hostilidades estuvieran en pausa. Digo esto, porque ahora no desfilo para conmemorar a la Revolución Mexicana. Ahora recuerdo que el 20 de noviembre se celebra tal fecha, porque es el día que Cielito cumple años. Cuando escucho la fecha no pienso en la revolución, pienso en el cielo, en nuestra Cielo, quien es compañera de trabajo del equipo de Arenilla y es la encargada del contenido digital. Cielito hace los celebrados videos que presentamos, como muestra el que se expuso en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos el día que celebramos nuestro sexto aniversario. Ella, asimismo, es una estupenda fotógrafa, tiene una mirada que está en relación directa con su nombre. Hoy es 20 de noviembre, el mundo oficial y oficialista conmemorará el inicio de la Revolución Mexicana, yo, nosotros, los de casa, celebraremos el cumpleaños de la gran Cielo, la talentosa compañera, la bella chica que alegra nuestro día a día con su presencia y con su talento. Posdata: nosotros celebramos la vida. Sabemos que la mejor revolución no está en el campo de batalla sino en el campo del conocimiento y del arte. Cielo, desde su trinchera de paz, alimenta los terrenos de estas parcelas. Abrazo para ella, felicidades siempre. Sé que al rato me dirá: ¿y mi regalo? Sí, está pendiente, porque siempre pregunto: ¿qué juguete se regala a las niñas más bonitas? ¿De qué color es el cielo? ¿Azul? ¿Transparente? ¿Es del color de las bromas y de la risa de nuestra Cielo? ¡Tzatz Comitán!