jueves, 30 de noviembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON LA NETA DEL PLANETA

Querida Mariana: estamos jodidos. El tío Andrés decía: “estamos jodidos, ¡todos ustedes!” y buscaba un apoyo porque reía como ballena clavándose en un chapoteadero, con los ojos cerrados buscaba una mesa o respaldo de silla o pared y se apoyaba mientras el magma de la carcajada cesaba. ¡Lo disfrutaba! Lo que decía no era original, medio mundo dice lo que él decía, pero le encantaba repetirlo, porque los jodidos, según él, eran los otros ¡no él! Lo cierto es que estamos jodidos. Todo mundo lo percibe. Un país tan grande, tan luminoso, vive una etapa de jodidez. No soy un experto en análisis sociales, pero desde mi trinchera veo que México ha perdido la gracia divina que lo acompañó por siglos. Los siglos de grandeza han venido a menos. ¿Por qué nuestra patria anda tan pinchurrienta? Vos y yo, sin ser duchos en la materia, sabemos que son múltiples las causas, son muchas las grietas. Cuando hay una gotera sin atenderse, al rato se agranda y los encharcamientos iniciales se hacen lagunas en toda la casa, ahí anda la gente con los pantalones arremangados, descalzos, o con chanclas, tratando de sacar el agua con cubetas, mechudos, escobas. Ahora, los mexicanos andamos con las casas inundadas. No atendimos las grietas. Hay la impresión que ya dejó de llover y, sin embargo, el agua sigue entrando por las grietas. Ahora, el entorno está lleno de moho, todo es resbaloso, huele a alcantarilla, a basurero de colonia paupérrima, existe el riesgo de contagios. Veo a la gente con hongos en los espíritus. Estamos jodidos, ¡todos ustedes! Digo que son muchas las causas, pero una causa principal es el menosprecio que las autoridades, nuestras autoridades, dan a tres aspectos fundamentales: el arte, la educación y la ciencia. Ninguno de estos rubros va adelante o después. La escritura me exige ponerlas una detrás de otra, pero todas están en el mismo sitio de honor, como si fuera un podio de deportistas triunfadores, las tres están en el escalón del primerísimo lugar. ¡Y ya mirás cómo la ciencia, el arte y la educación permanecen en el piso, olvidados, dejados de la mano del poderoso, del poderoso mediocre que no tiene la capacidad de ver la importancia de esas tres nubes para alimentar los cielos! ¿Empleo el sobado ejemplo de la fuga de cerebros? ¿Cómo es posible que este país no consienta a los científicos más relevantes, a sus mejores hombres y mujeres? Desde siempre, las mentes brillantes de México emigran a países donde son reconocidos, donde obtienen los apoyos necesarios para su desarrollo, para su crecimiento intelectual y económico. Esto demuestra que somos un país gobernado por mediocres, que no tienen capacidad para reconocer la grandeza de nuestros paisanos más brillantes. ¿El resultado? Pues que México sigue sometido a la medianía, estamos a mil años luz de los países desarrollados. Lo mismo puede decirse en los planos de la educación y del arte. Basta poner como ejemplo el arte. Nuestro país, dijo una vez nuestro paisano Luis Aguilar, el escultor, es de primer mundo en el aspecto cultural. Es cierto, somos una nación riquísima en logros y propuestas culturales; sin embargo, el gobierno minimiza nuestro potencial y, con dolo, rebaja el porcentaje de recursos económicos para fomento del arte. Seríamos una potencia en las tres ramas, porque este país posee la riqueza fundamental: el talento de las mexicanas y de los mexicanos. ¡Qué gobernantes tan bobos, tan de cortas miras! ¿No saben que en los países desarrollados el ingreso por productos culturales representa un alto porcentaje en el Producto Interno Bruto? Ay, dan ganas de apropiarse de la última palabra del PIB para adosárselos. Ya vienen las campañas para elecciones del 2024, el rubro cultural aparecerá en los ofrecimientos, por supuesto que sí, sólo para llenar el papel y los discursos. Hemos comprobado que, luego, cuando los candidatos llegan al poder, como dicen los clásicos, borran con una mano lo que escribieron con otra. Lo que acá platico con vos se platica en los cafés. Medio mundo advierte la realidad. Nuestra nación extravió el rumbo. La grandeza de nuestros sitios arqueológicos es un recordatorio permanente de lo chipocludos que fuimos. Qué pena que todo ya se hable en pasado. Hoy, tenemos muchas grietas, ya no sólo agua se filtra en ellas. No debería quedarse en mera plática de café, es necesario que la sociedad civil despierte. Conozco a más de dos escritores chiapanecos que siempre se creyeron candidatos para recibir el Premio Chiapas (premio con el que reconocieron a Rosario Castellanos y Jaime Sabines, sólo por poner dos ejemplos). Y un día, el gobierno decidió desaparecer este premio que reconocía a la intelectualidad chiapaneca. Nadie protestó. La desaparición fue una ofensa al arte de Chiapas, a sus artistas. Nadie protestó. Nos abrieron una grieta en el techo de la casa y dejamos que el agua podrida siga filtrándose. Posdata: desahogo con vos, querida mía, porque en este amado y vilipendiado Chiapas se vive lo mismo que en toda la república. Estamos jodidos, ¡todos nosotros! ¡Tzatz Comitán!